Por Mariano Gorbatt
Lo primero que hay que decir de esta trágica historia con un final previsible, es que es lamentable que un hecho del cual Israel tenia – o debería haber tenido – perfecto conocimiento, haya derivado en una nueva ola de anti-israelismo, anti-sionismo, o judeofobia, como quiera llamarse, ya que tanto se confunden estos términos en el mundo que nos mira y nos juzga, muchas veces, sin poder o sin querer conocernos.
No resulta nada difícil, pues, analizar a los participantes en este juego de poderes, bien sea para repartir culpas o, con una mirada más optimista, para aprender de los errores y asegurarnos de no cometerlos nuevamente; sobre todo, ante la inminente llegada del "MV Rachel Corrie", barco que lleva el nombre de una activista pro-palestina estadounidense que murió en Gaza, y que asegura dirigirse a tal destino para proporcionar ayuda humanitaria.
Comencemos por el principio: Israel impone un bloqueo terrestre y marítimo sobre la Franja de Gaza desde 2007, de donde se ha retirado en 2005. Desde entonces, Israel permite y facilita el ingreso de ayuda humanitaria a la zona controlada por Hamás.
Actualmente, unos 150 camiones diarios portando comida, medicamentos, y todo tipo de materiales, ingresan a la Franja. Normalmente, el destino de dichos camiones pende de la mano tirana de Hamás, que suele interceptarlos, lucrando con las necesidades del pueblo palestino.
La primera gran pregunta, entonces, es: ¿Por qué la IHH, organización no gubernamental turca que organizó el convoy de barcos, no se valió de las vías existentes para entregar la ayuda?
En vez de esto, el Mavi Marmara –único barco donde se produjo un enfrentamiento – que traía a casi 600 de los 700 "activistas humanitarios" que vinieron con la flotilla, hizo caso omiso de los pedidos de la Marina Israelí de anclar en el puerto de Ashdod. La clara meta era romper el bloqueo. Esa es la primera respuesta, si tenemos en cuenta que la IHH es una reconocida organización radical islámica.
Otra pregunta, que bien debería formularse todo el mundo, si dejara la hipocresía de lado, es ¿Qué hacen "activistas humanitarios", preparados con chalecos antibalas, mascaras de gas, cuchillos, hachas, barras de metal, bates de béisbol, hondas y cócteles molotov? El derramamiento de sangre estuvo planeado desde el principio.
Pero los grandes interrogantes, ante estos hechos, son dos: el primero es si no había otra manera de impedir que la nave turca siguiera su camino a Gaza; ¿no era más fácil desplazar buques de tamaño que le impidan el paso? ¿Cómo es posible que la apreciación del comandante de la Fuerza Naval, presente en la operación, haya sido que con un número pequeño de soldados se iba a poder tomar control de un barco que traía 581 pasajeros?
Los soldados fueron instruidos a dialogar con quien opusiera resistencia, que utilizaran balas de color ante el caso de violencia y que, como último recurso – algo que no iba a suceder, según sus comandantes – si sentían que sus vidas corrían peligro, utilizaran fuego vivo.
La realidad marcó, tal como muestran claramente los videos del Ejército, que nuestros soldados no tuvieron más que defender su propia vida, usando sus pistolas. Quien argumente que Israel planificó una matanza, es ciego; ya sea por idiotez o por conveniencia.
Por ultimo, debemos cuestionarnos, el pueblo de Israel, dónde están nuestros dirigentes ahora, que los hechos y las mentiras ya son titulares de la prensa: ¿Dónde está Lieberman, escondiéndose y mandando a su segundo a dar la cara en la primera respuesta mediática oficial?
¿Dónde esta Barak, revisando grietas operacionales en el Ejército?
¿Dónde demonios está Edelstein, gastando recientemente una millonada en la campaña de hasbará más ridícula de la historia de Israel, pero llegando tarde, siempre tarde, cuando Israel debe hacer el golpe de efecto y mostrarle al mundo los hechos?
Netanyahu, que acaba de regresar al país, ¿podrá poner orden?