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Por Esther Shabot
(En la imagen los países en verde son oficialmente de religión musulmana, el pequeño punto rojo es Israel, el único Estado judío). Desde hace años los datos referentes a la magnitud, distribución geográfica y particularidades regionales de la población que en el mundo se identifica como perteneciente a la religión islámica, han estado sujetos a interpretaciones diversas y a un alto grado de especulación. Es sólo hasta ahora, cuando aparece un estudio verdaderamente serio al respecto realizado a lo largo de tres años de exhaustivas investigaciones, que podemos contar con una aproximación más certera al cuadro que ofrece globalmente, ese conglomerado religioso. Se trata del reporte hecho público hace pocos días por el Foro Pew sobre Religión y Vida Pública, el cual sostiene que son cerca de 1.570 millones los fieles de la religión islámica, cifra que equivale, por tanto, a una cuarta parte de la población mundial.
Por ende, se trata de la religión ubicada en segundo lugar, sólo superada por la cristiandad, que abarca por medio de sus diversas ramas dos mil 100 millones de fieles. Más abajo en la tabla estarían algunas de las religiones oriundas del Lejano Oriente, también con varios cientos de millones de creyentes, mientras que la cifra del pueblo judío se calcula en 13.3 millones de personas.
Para efectos de claridad, habría que considerar que entre los 1.570 millones de musulmanes, sólo 340 millones son árabes, dando con ello fe de que si bien se trata de una religión cuyos portadores originales fueron los árabes, hoy se halla profusamente extendida mucho más allá de ese núcleo primigenio. De hecho, existen musulmanes en 232 países y territorios, siendo Asia el continente que alberga a 60% de ellos, proporción mayor que la que habita en Oriente Medio y el norte de África, zonas que conjuntan a 20% de los seguidores del Corán. Otros datos que completan el cuadro son: 15% de los musulmanes viven en el África subsahariana, 2.4% en Europa y 0.3% en América. De ello se desprende que 317 millones de musulmanes residen en países donde el Islam no es la religión mayoritaria, como ocurre en los casos de India (161 millones), Etiopía (28 millones), China (22 millones), Rusia (16 millones) y Tanzania (13 millones).
Por otra parte, el país musulmán con el mayor volumen de población seguidora de esta fe es Indonesia, con 203 millones de fieles, es decir, 13% de los musulmanes del mundo.
Es interesante que el reporte Pew presenta también datos referentes a las proporciones que guardan el islam sunnita y el chiita.
El primero es, por mucho, el más nutrido, al ser cerca del 85% de los musulmanes, mientras que el chiismo, que sólo es mayoritario en Irán, Pakistán, India e Irak, comprende tan sólo entre el 10 y 13 % del total de los musulmanes.
No cabe duda que la población islámica ha presentado un cuadro de fuerte crecimiento demográfico en el último medio siglo. Su presencia es cada vez más fuerte en zonas donde antes no había tenido relevancia. Es el caso de Europa, que hoy cuenta con 38 millones de musulmanes (5% de la población total del continente). La necesidad de fuerza de trabajo que compense las bajísimas tasas de natalidad de las poblaciones europeas locales ha sido un elemento clave que, combinado con la necesidad de emigrar de grandes masas que en diversas zonas musulmanas no encuentran medios de vida mínimamente decorosos o huyen de situaciones de conflicto bélico, ha conducido a la implantación continua de trabajadores migratorios musulmanes en el Viejo Continente.
El perfil del mundo musulmán es así complejo, como corresponde a un conglomerado de las dimensiones gigantescas que actualmente presenta. Por tanto, cualquier generalización al respecto es imprecisa y casi siempre, injusta, aunque es un hecho reconocido que en las últimas tres o cuatro décadas, el islam radical, combativo, belicoso, fanatizado y excluyente, ha conseguido ser la voz más fuerte, la que sin merecerlo habla y actúa a nombre de todos sus correligionarios, cuando en realidad sólo representa a una de sus partes. Por eso uno de los grandes desafíos de la civilización islámica es, sin duda, la de conseguir liberarse de tales sectores extremistas que desde hace tiempo la mantienen secuestrada.

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