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Por Rebeca Perli
El 25 de noviembre de 1960, por orden de Rafael Leonidas Trujillo, fueron brutalmente asesinadas, en la República Dominicana, Minerva, Patria y María Teresa Mirabal. El motivo: su persistente lucha contra el gobierno dictatorial.
Procedentes de un hogar de clase media venido a menos por los desmanes de Trujillo, las hermanas Mirabal formaban parte del movimiento de resistencia Agrupación política 14 de junio. En compañía de sus cónyuges fueron juzgadas "por atentar contra la seguridad del Estado dominicano" y todos fueron condenados a prisión. En un supuesto alarde de generosidad por parte del déspota, y aun cuando sus esposos permanecían encarcelados, las Mirabal fueron liberadas sin otro fin que continuar su hostigamiento. Especial ensañamiento mereció Minerva por haber negado sus favores a "Chapita". Con el propósito de simular un accidente automovilístico se les golpeó salvajemente hasta ocasionarles la muerte, pero el martirio no fue en vano pues, como suele suceder, cuanto mayor es la represión más persistente es la resistencia, y el vil homicidio fue determinante en precipitar la caída del régimen y el asesinato de Trujillo en junio de 1961.
Bélgica, la única sobreviviente, es guardián del legado de sus hermanas. En su honor, y como redención por los maltratos recibidos por su apego a la democracia, la ONU instituyó el 25 de noviembre como Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, fecha que se conmemorará dentro de dos días, al cumplirse 50 años del horrendo crimen. Seguramente habrá manifestaciones y proclamas alusivas, pero ¿se ha logrado realmente "la eliminación de la violencia contra la mujer?". Habrá que preguntárselo, entre tantas otras, a Sakineh Mohammadi Ashtiani.

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