Por Elías Farache S.
En estas últimas semanas, algunos países latinoamericanos han hecho una jugada diplomática que parece muy noble de espíritu. Quizás algo fuera de tiempo, y quizás sin medir algunas consecuencias sobre la parte que quieren ayudar.
Uruguay, Brasil, Argentina y Bolivia han reconocido un Estado Palestino en las fronteras previas a la Guerra de 1967. Muy bien, excelente.
Quedan algunas precisiones e interrogantes que conviene poner sobre la mesa.
Las fronteras de 1967 eran entre el Estado de Israel, que sí acató la resolución de la ONU del 29 de noviembre de 1947, y los estados árabes de Jordania, que reinaba sobre la Margen Occidental o Cisjordania; y Egipto, que controlaba la Franja de Gaza, luego de la guerra de Independencia de Israel. Esta guerra se libró porque los estados árabes se negaron a aceptar la partición, y tan pronto Israel declaró la independencia, en mayo de 1948, se lanzaron a destruirlo. Egipto reconoció a Israel bien entrados los 70, Jordania lo hizo en los 90. Ningún otro país árabe ha dado tal paso.
Desde 1967, al caer en manos de Israel los territorios de Cisjordania y de Gaza, muchas ocasiones de tener una paz duradera se han perdido. Pero entre los avances del proceso de paz, se puede citar que en Cisjordania y Gaza, la Autoridad Nacional Palestina logró una autonomía importante y se llegó a negociaciones de Status Final que conllevarían a la tan mentada solución de "dos estados para dos pueblos".
En el año 2005, Israel evacuó todos los asentamientos judíos de la Franja de Gaza. Este territorio se ha convertido desde entonces en el único espacio del mundo "libre de judíos". El grupo HAMAS que ganó las elecciones parlamentarias, da un golpe de Estado en Gaza, y hasta hoy día tenemos que existen dos zonas autónomas palestinas: la de Gaza, dominada por HAMAS; y la de Cisjordania, controlada por la Autoridad Nacional Palestina al mando de la gente de Al Fatah.
Gaza y Cisjordania están enfrentadas fuertemente. HAMAS, aliado de Hizbolá y de Irán, no reconoce a Israel y no negocia con ella. La gente de la Autoridad Nacional Palestina, reconoce de hecho la existencia de Israel, pero no se atreve reconocer que éste sea un Estado Judío.
Cuando algunos países reconocen un Estado Palestino en las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días… ¿a cuál ente reconocen como Estado Palestino? ¿A Cisjordania? ¿A Gaza? ¿A ambos, no obstante el enfrentamiento entre ellos? ¿Reconocen uno o dos Estados Palestinos?
Parece obvio que al reconocer un Estado Palestino, reconocen al Estado Judío… al menos en las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días. Pero… ¿no era esto lo que se decidió y aprobó ya en 1947, en la famosa partición? ¿Se está presionando a Israel para que acepte de nuevo la resolución de la ONU que ya aceptó en su momento, en 1947, y que le dio legitimidad de origen en el concierto de las naciones? ¿O se está denunciando a palestinos y árabes que nunca aceptaron dicha resolución?
La posible consecuencia de esta presión que se pretende ejercer sobre Israel sea que se desenmascare, una vez más, la posición clara y abierta, que nos negamos a reconocer y menos a denunciar: hay quienes no aceptan la creación y existencia de un Estado Judío en las fronteras bíblicas de lo que fue el Reino de Israel, con las modificaciones que hayan de producirse luego de un proceso de negociaciones. Los del HAMAS, dueños de Gaza, lo proclaman con toda sinceridad. Otros, algo más diplomáticos, lo ocultan y adornan con otros argumentos y elucubraciones.
En su momento, en la votación del 29 de noviembre de 1947, varios países del continente americano dieron vida a Israel con su voto a favor de la partición. Más de sesenta años después, con sus declaraciones y posiciones, quizás logren ayudar de nuevo a Israel. Queriendo y sin querer. No parecen entender que las fronteras de 1967 son más bien el producto del armisticio de 1948, cuando al no reconocer los enemigos de ayer y de hoy a Israel, se llegaron a esas líneas. No parecen entender que hoy existen dos entes palestinos, enfrentados entre sí. No abogan por las negociaciones entre las partes. Pareciera que la presión sobre la parte civilizada en el conflicto, es la manera de obtener resultados. Resultados que de no medirse y acotarse, pueden traer funestas consecuencias.
La verdad es triste. El reconocimiento de un Estado Palestino debiera pasar por reconocer primero quién no ha reconocido nunca un Estado Palestino viable al lado de un Estado Judío.
Sesenta y cuatro años… y seguimos en las mismas. Algunos.