Por Rubén Kaplan
El primer ministro de La Autoridad Nacional Palestina (ANP), Salam Fayyad (foto), entregó, a finales de agosto del corriente año al Cuarteto Task Force que integran las Naciones Unidas, la Unión Europea USA y Rusia, un trabajo denominado “Documento de Política sobre el futuro Estado Palestino", cuyo contenido desmiente, indubitablemente, su condición de moderado. Del mismo modo, Occidente se empeña en calificar de igual forma a Mahmoud Abbas y la ANP que éste preside para distinguirlos del movimiento terrorista Hamás que gobierna la Franja de Gaza.
Salam Fayyad , uno de los fundadores del partido político La Tercera Vía, nació en Deir al Ghusun, Cisjordania, en 1952 y se graduó en Economía en la Universidad de Texas en Austin el 15 de junio de 2007, culminando su preparación en la Universidad Americana de Beirut.
Usar traje y corbata como indumentaria habitual, su experiencia americana y su reputación de apolítico tecnócrata, resultan muy valiosos y funcionales para los palestinos que necesitan seducir a la opinión pública occidental.
"Necesitamos apoyo continuo por parte de la comunidad internacional", dijo Fayyad a reporteros tras presentar su documento.
"Vamos a buscar este financiamiento adicional", precisó sin revelar cifras. "Incluso después que el Estado sea establecido continuaremos necesitando apoyo financiero externo, al menos para el desarrollo y gasto de inversiones públicas", precisó.
La Autoridad Palestina depende fuertemente de la asistencia extranjera para la mayor parte de su presupuesto. En el 2008 recibió 1.800 millones de dólares de apoyo presupuestario.
En representación de la ANP, Fayyad se reunió durante el mes de agosto con más de cincuenta miembros del Senado de los EE.UU. y la Cámara de Representantes.
En las conferencias de prensa celebradas por casi todos los funcionarios estadounidenses elegidos después de la reunión con Fayyad, la impresión constante que se transmitía era que el primer ministro representaba una “voz moderada de la dirección" para el establecimiento de un futuro Estado Palestino que pudiera convivir con el Estado de Israel.
Sin embargo, la realidad es muy preocupante y diferente. La versión en inglés del “paper” presentado por Fayyad con la posición para un futuro Estado palestino presenta en el prefacio, un Estado Palestino que se esforzará por "la paz, la seguridad y la estabilidad en nuestra región en el territorio palestino ocupado en 1967, con Jerusalén Oriental como su capital".
En otro considerando, en lo que, por absurdo, pareciera ser un error tipográfico, Fayyad hace mención diez veces a Jerusalén como futura capital del Estado Palestino, no sólo a la parte este, sino a su totalidad.
“El Estado palestino protegerá a Jerusalén como su capital eterna”. “Es nuestro centro religioso, cultural, económico y político. Es la flor de Ciudades y capital de las capitales. No puede ser otra cosa que la eterna capital del futuro Estado Palestino. Jerusalén”…
La milenaria evocación de Jerusalén como eterna capital del Estado judío, sustentada con inequívocas raíces religiosas, históricas, arqueológicas, geográficas y culturales, encuentra un grotesco remedo en la aspiración de los palestinos.
Fayyad declara que el Estado de Palestina será un Estado islámico para “Promover la conciencia y la comprensión de la religión islámica y la cultura, y difundir el concepto de tolerancia en la religión mediante el desarrollo y la implementación de programas de educación de la Sharia como derivados de la ciencia del santo Corán y la herencia del Profeta ". Omite decir Fayyad que Jerusalén es nombrada cientos de veces en la Torá y los judíos de todo el mundo rezan mirando en su dirección, mientras que el Corán ni la menciona y sus fieles oran dándole la espalda.
Como corolario, Salam Fayyad, primer ministro “moderado” de la Autoridad Nacional Palestina, concluye con la petición de un Estado Palestino en los próximos dos años, de acuerdo a los parámetros que ha esbozado, que tendrá la totalidad de Jerusalén como su capital, con un régimen islámico regido por la Sharia y que hará campaña para que todos los refugiados puedan regresar a sus hogares y aldeas que abandonaron voluntariamente en 1948.