¿Qué pasa en los países árabes?

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Por Aquiba Benarroch L.
Recuerdo que cuando cayó el muro de Berlín y desapareció la Unión Soviética y sus satélites, ninguno de los grandes políticos de la época —especialmente el francés Mitterrand— se sorprendió y algunos tardaron en creer la noticia. Al parecer ni los políticos, ni los diplomáticos, ni los analistas internacionales más reputados, ni tampoco los periodistas supieron preveer este extraordinario acontecimiento. Esto nos hace pensar lo difícil que es, al parecer, poder casi adivinar los acontecimientos políticos. Y esto lo tenemos que aplicar a los recientes incidentes que se están produciendo en el mundo árabe, que comenzaron en Túnez, provocando en unos pocos días la huida de su perpetuo Presidente.
La prensa occidental, así como los políticos europeos, han aplaudido más o menos estos incidentes que consideran son el preludio de un porvenir democrático para los países árabes (yo añadiría también musulmanes), con la instalación de una sociedad de derecho en el que se respetaran los principios fundamentales de la democracia. Y consideran, además, que estos movimientos contra sus respectivos gobiernos es algo que ha surgido de forma súbita y espontánea en las masas árabes que ya estaban hartas de los regímenes dictatoriales que existen en la mayoría de estos países.
Si acudimos a la Historia para lograr ver un poco claro lo que está sucediendo, tenemos que decir que en la mayoría de los países árabes nunca ha existido un régimen democrático como lo considera Occidente. O bien eran en su inicio monarquías absolutas de origen tribal, o después los militares tomaban el poder y establecían un régimen autoritario más o menos duro. A veces, como el caso del partido Baas, con un tinte social copiado de los países comunistas o del tercer mundo. La mayoría de esos regímenes no ha conseguido hacer de los países árabes una sociedad más o menos justa y estable, y la mayoría permanece en un estado económico muy precario.
Se podría pensar que la mundialización de los medios de comunicación ha conseguido despertar a las masas árabes que se han rebelado para cambiar esos regímenes y convertir esos países en una democracia. Esta sería una explicación demasiado simplista, pues no hay que olvidar la importancia que tiene entre los árabes la religión musulmana. No solamente forma parte de la vida diaria de esos pueblos, sino que desde hace unos años se han organizado en un movimiento político importante que no vacila en llegar hasta el terrorismo para aplicar una islamización total de las sociedades árabes. Este movimiento islámico está muy bien organizado, quizás uno de los mejores en toda la historia política y social de los países árabes y musulmanes, pues al mismo tiempo que tiene una interpretación fundamentalista de la sociedad, tiene a su alcance medios financieros, científicos y tecnológicos muy sofisticados.
Me parece que la forma en que se está interpretando en Occidente estas revueltas como un intento de modernización y democratización de los países árabes es un gran error, ya que si fuera realmente así, debería existir un movimiento democrático organizado que estuviera al frente de estas rebeliones. Y eso ni ha existido ni creo que por ahora pueda existir. El único movimiento estructuralmente bien organizado actualmente es el islamismo. Mi opinión es que detrás de todas estas revueltas están los islamistas, quienes no creen en absoluto que la democracia —como considera Occidente— es lo que conviene a las sociedades árabes. Aun peor, consideran que la democracia es un régimen que está en contra de los principios islámicos, que ellos creen que debe ser el que presida la organización de la sociedad.
El peligro que se perfila en estos incidentes es que, aprovechándose del malestar de las sociedades árabes, la mayoría de ellas con grandes problemas sociales —pobreza, desempleo, hambre, desigualdades sociales y descontento—, los islamistas utilicen las masas árabes, que por lo demás están bien trabajadas por ellos, para aplicar regímenes autoritarios fanáticos que sí saben perpetuarse en el poder sin resolver los problemas que hoy acucian a las sociedades árabes.
No es la primera vez en la Historia que se utilizan los principios democráticos como bandera para rebelarse, y consiguen aplicar regímenes autoritarios que evidentemente no son capaces de resolver los problemas y saben eternizarse en el poder. Esta vez, como en tantas otras ocasiones en la Historia, creo que los países poderosos se equivocan. Y las buenas intenciones de un Obama aconsejando a Mubarak que aplique los mismos principios democráticos que poseen los estadounidenses, es simplemente una falacia. Tanto Obama como los políticos europeos parecieran carecer de una visión clara de los acontecimientos, pues, como ha sucedido muchas veces, con su ignorancia y apatía, ayudarán a que se establezcan regímenes totalitarios que se enfrentarán a Occidente y traerán más sufrimientos a sus propios pueblos.
Fuente: Nuevo Mundo Israelita

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