La Escuela Internacional para Estudios del Holocausto constituye una de las áreas más importantes de esa extraordinaria institución que es Yad Vashem. Allí se imparten los conocimientos acumulados durante más de medio siglo de investigaciones, publicación de libros y recopilación de testimonios sobre la Shoá, a través de seminarios que se ofrecen en forma permanente a docentes, periodistas e investigadores provenientes de todo el mundo. Sami Rozenbaum participó en esta experiencia y, a su regreso de Jerusalén, hace un recuento de sus aprendizajes y vivencias.
Entre el 9 y el 19 de enero tuve el privilegio de representar a Venezuela en el más reciente de estos seminarios en la sede de Yad Vashem en Jerusalén, junto a la abogada Vanessa Acosta Friedman y la internacionalista Luisana Cordero. El nombre del encuentro fue “Memoria de la Shoá y los dilemas de su transmisión”; participaron treinta y un personas de América Latina, casi todos docentes y en su mayoría de religión cristiana, que se asomaban por primera vez al abismo de la Shoá.
El objetivo central de estos encuentros académicos es formar y capacitar a los profesores para incorporar el estudio del Holocausto en su trabajo de enseñanza. Como explicó desde un principio Eliana Rapp, responsable del Departamento de Habla Hispana de la EIEH y coordinadora del seminario, debía lograrse introducir a los participantes en aquellos acontecimientos e intentar comprender los fenómenos que les dieron lugar, pero luego “sacarlos de allí en forma segura”.
El seminario es muy completo, pues trata numerosos aspectos sobre la Shoá y cómo debe difundirse su conocimiento. Una pregunta inicial plantea cuál debe ser la filosofía educativa apropiada. Esta se ha modificado notablemente durante las últimas décadas, tal como lo reflejan las enormes diferencias entre el anterior museo de Yad Vashem y el actual, inaugurado hace pocos años: de concentrarse en “cómo murieron los judíos” se ha pasado a “cómo vivían los judíos”, con un análisis del antes, durante y después del Holocausto, y con un enfoque más personalizado: las víctimas tenían nombres y sueños.
Para explicar por qué y cómo pudo ocurrir la Shoá, es imprescindible estudiar el estereotipo judío en la Edad Media, cómo evolucionó el antisemitismo en los siglos XIX y XX, así como conocer la ideología nazi y la forma de pensar de aquellos que hoy niegan que la Shoá haya siquiera ocurrido. Estas ilustrativas sesiones estuvieron acompañadas por un excelente material audiovisual, y se complementaron con charlas sobre la historia judía en Europa.
Otras sesiones de gran importancia trataron sobre la propaganda y el cine nazi antisemita, una lección sobre cómo los filmes pueden emplearse para fomentar el odio, y también para prevenirlo.
Los dilemas de las instituciones judías durante el Holocausto y sus desencuentros con los líderes aliados, la forma dramática en que ha cambiado la percepción de la Shoá en el Estado de Israel desde su fundación, y el impacto que tuvo el juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén, fueron temas de conferencias muy reveladoras. Tres sobrevivientes de la Shoá nos abrieron sus corazones; uno de ellos, Iona Zaavi, decidió comenzar a hablar sobre aquellos días muy recientemente, después de seis décadas de silencio.
Como parte del seminario visitamos también el kibutz Bnei Lojamei Haguetaot, fundado en 1949 por sobrevivientes que acababan de llegar desde los campos de la muerte al recién creado Estado de Israel. El centro de estudio y difusión de la Shoá de este kibutz es ejemplar; destaca un museo especial para niños, donde el tema se trata en una forma delicada y sensible, a través de un recorrido en que se estimula la creación artística de los pequeños y su comprensión gradual de esos acontecimientos de acuerdo con la edad. Por otra parte se expone una impresionante cantidad de objetos rescatados de víctimas del Holocausto, cuya identificación, con los nombres de muchos de sus propietarios, se realiza a través de una avanzada tecnología que se adapta al idioma e interés de los asistentes.
La excelente logística del seminario permitió reservar un tiempo para visitar la Ciudad Antigua de Jerusalén, incluyendo los túneles bajo el Kotel (Muro Occidental remanente del Templo), y percibir la vibrante realidad del Israel de hoy, construido en parte desde las cenizas de la Shoá y con el esfuerzo de muchos de sus sobrevivientes.
Para varios de los participantes la experiencia del seminario fue sumamente intensa, y no faltaron las lágrimas. Dos de las asistentes, de origen afrobrasileño, planteaban con frecuencia el tema de los esclavos llevados a su país, cuyos descendientes aún sienten que su sufrimiento no ha sido reconocido y siguen sufriendo discriminación. Aquí, el tema de la universalidad y la particularidad del Holocausto adquiría un tono muy real. Pero durante la cena de despedida, una de ellas compartió estas reflexiones con el grupo: “Yo soy descendiente de esclavos. El día de hoy, después de todo este seminario, me enteré de algo. Existe un sólo país en el mundo que ha ido a África a buscar personas negras, pero no para esclavizarlas, sino para llevarlas a su tierra, darles educación y salud y otorgarles plenos derechos, tan sólo porque esas personas eran también judías. Y ese país es Israel”. Fue un impactante y apropiado cierre para diez días de aprendizaje intensivo y emociones a flor de piel.
Si desea información sobre los futuros seminarios de Yad Vashem, envíe un mensaje a info@yadvashem.org.ve o comitevenezolanodeyadvashem@gmail.com. Teléfonos: (0212) 552.0685 / (0414) 270.3619.
Por Sami Rozenbaum
Fuente: Nuevo Mundo Israelita / www.nmidigital.com