Por David Brooks
Los judíos son un grupo famosamente consumado. Ellos hacen el 0.2 por ciento de la población mundial, pero el cincuenta y cuatro por ciento de los campeones mundiales de ajedrez, veintisiete por ciento de los Premios Nobel de Física y treinta y uno por ciento de los Premios Nobel de Medicina.
Los judíos suman el dos por ciento de la población de Estados Unidos, pero el veintiún por ciento de los cuerpos estudiantiles de las universidades más prestigiosas, el ventiséis por ciento de los honrados por el Centro Kennedy, treinta y siete por ciento de los directores ganadores de Premios de la Academia, treinta y ocho por ciento de aquellos en una reciente lista de Business Week de los filántropos líderes, cincuenta y un por ciento de los ganadores de Premios Pulitzer por no ficción.
En su libro La edad dorada del logro judío, Steven L. Pease enumera algunas de las explicaciones que la gente ha dado para este registro de logros. La fe judía alienta una creencia en el progreso y responsabilidad personal; está basada en el aprendizaje, no en el rito.
La mayoría de los judíos entregaron o fueron forzados a entregar los cultivos en la Edad Media; sus descendientes han estado viviendo de su inteligencia desde entonces. Ellos han migrado a menudo, con la ambición y manejo de un inmigrante; se han congregado a través de cruces de caminos globalmente y se han beneficiado de la tensión creativa endémica en tales lugares.
Ninguna explicación puede contar para el registro de logros judíos. La cosa extraña es que Israel no ha sido tradicionalmente fuerte donde los judíos de la diáspora fueron más fuertes. En vez de investigación y comercio, los israelíes fueron forzados a dedicar su energía a combatir y a la política.
Milton Friedman solía bromear con que Israel refutaba todos los?estereotipos judíos. La gente solía pensar que los judíos eran buenos?cocineros, buenos administradores económicos y malos soldados; Israel les probó que estaban equivocados. Pero eso ha cambiado. Las reformas económicas de Benjamín Netanyahu, la llegada de un millón de inmigrantes rusos y el estancamiento del proceso de paz han producido un corrimiento histórico.
Los israelíes más ingeniosos están ingresando a la tecnología y el comercio, no a la política, lo que ha tenido un efecto inconexo sobre la vida pública de?la nación y uno revigorizante sobre su economía.
Tel Aviv se ha vuelto uno de los principales puntos emprendedores del mundo. Israel tiene más emprendimientos de alta tecnología per cápita que cualquier otra nación sobre la Tierra. Lidera al mundo en gasto en investigación y desarrollo civil per cápita. Figura segundo detrás de Estados Unidos en la cantidad de compañías registradas en el Nasdaq. Israel, con siete millones de personas, atrae tanto capital de inversión como Francia y Alemania juntas.
Como Dan Senor y Saúl Singer escriben en Nación emprendimiento: la historia del milagro económico de Israel, Israel ahora tiene un grupo clásico de innovación, un lugar donde los obsesivos de la tecnología trabajan en cercana proximidad y unos se alimentan de las ideas de otros.
Debido a la fortaleza de la economía, Israel ha capeado la recesión?global razonablemente bien. El gobierno no tuvo que salvar de?emergencia a sus bancos o poner en marcha una explosión en el gasto a corto plazo. En cambio, utilizó la crisis para solidificar el futuro a largo plazo de la economía invirtiendo en investigación y desarrollo e infraestructura, elevando algunos impuestos de consumo, prometiendo recortar otros impuestos en el mediano y largo plazo. Los analistas en Barclays escriben que Israel es “la historia de recuperación más fuerte” de Europa, Medio Oriente y África.
El éxito tecnológico de Israel es la realización del sueño sionista.?El país no fue fundado para que colonos extraviados pudieran sentarse en medio de miles de airados palestinos en Hebrón. Fue fundado para que los judíos tuvieran un lugar seguro para estar juntos y crear cosas para el mundo, lo que tiene consecuencias a largo?plazo. Netanyahu predica el punto de vista optimista: que Israel se?convertirá en el Hong Kong del Medio Oriente, con beneficios?económicos derramándose sobre el mundo árabe. Y, de hecho, hay rastros de evidencia para apoyar ese punto de vista en lugares como Cisjordania y Jordania.
Pero es más probable que el salto económico hacia adelante de Israel amplíe la brecha entre éste y sus vecinos. Todos los países en la región hablan acerca de alentar la innovación. Algunos Estados ricos petroleros gastan miles de millones intentando construir centros de ciencia, pero lugares como Silicon Valley y Tel Aviv son creados por una confluencia de fuerzas culturales, no dinero.
Las naciones circundantes no tienen la tradición de intercambio cultural libre y creatividad técnica. Por ejemplo, entre 1980 y 2000, los egipcios registraron setenta y siete patentes en Estados Unidos, los sauditas registraron ciento setenta y uno y los israelíes registraron siete mil seiscientas cincuenta y dos.
La explosión tecnológica también crea una nueva vulnerabilidad. Como Jeffrey Goldberg, de The Atlantic, ha argumentado, estos innovadores son la gente más móvil del mundo. Para destruir la economía de Israel, Irán no necesita realmente arrojar un arma nuclear en el país; sólo tiene que fomentar suficiente inestabilidad como para que los emprendedores decidan que mejor se mudan a Palo Alto, donde muchos de ellos ya tienen contactos y casas. Los judíos americanos solían mantener un pie en Israel en caso de que las cosas se pusieran mal aquí. Ahora los israelíes mantienen un pie en Estados Unidos.?Durante una década de sombrío presentimiento, Israel se ha convertido en una asombrosa historia de éxito, pero también en una altamente móvil.
Nota de Porisrael: Lo que este artículo no dice es que cuando los israelíes se marchan al exterior, al instante que se produce un hecho de guerra o se necesita de ellos, vuelven inmediatamente al país a brindar su ayuda. También han vuelto ya al país, en este último tiempo, diecisiete mil setecientos “cerebros” que se fueron. El gobierno está planeando la vuelta de todos, ofreciéndoles subsidios y planes para investigar.
Fuente: The New York Times / Porisrael.org