Por Rebeca Perli
Al cumplirse hoy 447 años del nacimiento de Galileo Galilei es oportuno recordar la hazaña intelectual de este gigante de la Ciencia que osó desafiar al sistema en aras de la verdad. A él se deben los primeros conocimientos sobre el movimiento de los proyectiles, la caída de los cuerpos y el isocronismo del péndulo. Un instrumento óptico inventado en Holanda fue mejorado por Galileo hasta crear el primer telescopio, con el que pudo observar la superficie de la Luna y los satélites de Júpiter.
Pero su aporte más emblemático es el que hizo al adherirse a la teoría heliocéntrica de Copérnico, según la cual la Tierra se mueve alrededor del Sol y no al contrario. Por semejante "exabrupto" fue acusado de herejía y obligado a retractarse arrodillado ante el Tribunal de la Inquisición, lo cual hizo en los siguientes términos "… Mas, por cuanto este Santo Oficio ha mandado judicialmente que abandone la falsa opinión que he sostenido de que el Sol está en el centro del Universo e inmóvil… abjuro, maldigo y detesto los arriba mencionados errores y herejías, y en general cualesquiera otros errores contrarios a la referida Santa Iglesia, Inquisidores, o al juez eclesiástico del punto en que me halle… ". Se dice que seguidamente murmuró la célebre exclamación Eppur si muove (Y sin embargo se mueve), refiriéndose a la Tierra. No existe constancia de ello, pero, quien quiera que se lo haya atribuido, dejó claro que la verdad prevalece aun bajo los más inauditos esfuerzos por evadirla.
En 1633, a pesar de haberse retractado, la Santa Inquisición excomulgó a Galileo y lo condenó a reclusión perpetua. En 1992, el Vaticano anuló su excomunión y fue reivindicado. La justicia siempre llega… pero, a veces, demasiado tarde.