Por Beatriz W. de Rittigstein
Einstein decía: "Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana.
Siempre hemos considerado surrealista a cada uno de los estereotipos mayormente suscitados en el oscurantismo de la Edad Media, con los que se culpó a los judíos de una serie de males y que sirvieron de excusa para excluirlos, perseguirlos y masacrarlos. Comenzando por la acusación de pueblo deicida, que debería causar burlas, pues cómo es posible que gente común haya tenido la capacidad de asesinar a una deidad. Luego, vemos una variedad de fantasiosas calumnias, entre ellas, el libelo de sangre que consistió en atribuirles sacrificios rituales de niños cristianos para las celebraciones judías. Otras imputaciones fueron surgiendo de la extensión de mitos, tales como la traición de Judas, la usura, pacto con el demonio, brujería, envenenamiento de fuentes de agua, epidemias.
Podríamos suponer que en el presente, con los avances científicos, la cotidianidad tecnificada y el mundo globalizado, las sociedades superaron esas añejas supersticiones.
Sin embargo, hace poco escuchamos en un programa de Radio Nacional de Venezuela, a una periodista atribuir a los judíos una serie de daños semejantes a los prejuicios antisemitas medievales. Su furia fue tal que, atendió sin reparo a una radioescucha, quien advirtió: "los rabinos se niegan a divulgar una cura de cáncer, que la usan exclusivamente para los judíos. Se reunieron en Alemania con los responsables de salud para hacer un convenio. Los judíos la usan desde hace 20 años". La periodista, que además es profesora universitaria, ratificó: "Increíble, qué grado de miseria. Es terrible descubrir lo inhumano que puede volverse un grupo de personas a la hora de colaborar con la humanidad".
Parafraseando a Albert Einstein: "Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro".