Por Rebeca Perli
Los peores ataques terroristas en América Latina tuvieron en la mira objetivos judíos
En julio de 1994 un terrorista suicida arremetió en Buenos Aires contra el edificio de la organización judía AMIA y desde entonces se ha venido clamando por una justicia que nunca llega.
Un ataque anterior, del cual mañana se cumplen 18 años, tuvo lugar en la misma ciudad cuando un camión con explosivos, también conducido por un terrorista suicida, se estrelló contra el edificio de la Embajada de Israel, destrozándolo y causando daños a una iglesia y a una escuela adyacentes. El ataque cobró 29 víctimas y más de 240 personas resultaron heridas en la peor agresión terrorista ocurrida hasta aquel momento en América Latina, sólo superada por la perpetrada contra la AMIA, con saldo de 85 ciudadanos argentinos muertos y 340 heridos.
Con el mayor desparpajo, la Jihad Islámica se adjudicó el ataque a la Embajada de Israel y sus perpetradores, quienes seguramente penetraron el territorio argentino a través de la triple frontera, no han sido aprehendidos, mucho menos condenados. Su principal imputado, por ayudar y encubrir al terrorista suicida, es Moshen Rabbani, quien se refugió en Irán donde, en estos días, se reunió con el piquetero Luis DElía, su defensor incondicional, ignorando las voces de protesta, especialmente de los familiares de las víctimas.
Las investigaciones llevadas a cabo han sido infructuosas y el juez de la causa admitió que "&nunca se va a saber cómo fue el atentado, la Corte ha recogido una verdad formal que yo dudo que sea la verdad real de lo ocurrido". ¿Dos verdades? ¿Cuál es la verdadera? Seguramente una tercera.
Los dos peores ataques terroristas en América Latina tuvieron en la mira objetivos judíos y fueron perpetrados por los mismos que llaman a borrar a Israel del mapa.