Por Sami Rozenbaum
Iniciar una nueva etapa profesional es como abrir otra puerta en el pasillo de la vida. El desafío de dirigir este semanario constituye, además, un gran privilegio.
Fui colaborador de Nuevo Mundo Israelita desde mucho antes de tomar la decisión de estudiar Comunicación Social. Respeto profundamente este medio, que a lo largo de casi cuatro décadas (siete, si contabilizamos el “viejo” Mundo Israelita) se ha convertido en el espejo en que la comunidad se mira cada semana, el espacio que muestra su vitalidad, principal ágora para la reflexión y además su registro histórico.
A lo largo de una ilustre trayectoria, NMI ha pasado por las manos de valiosas figuras que han dejado su marca; me enorgullece contar con la amistad de muchas de ellas: Priscilla Abecasis, Isaac Nahón, Néstor Garrido, Estrellita Chocrón, Francis Rosales, Gustavo Arnstein, Jacqueline Goldberg… La responsabilidad de estar ahora en el puesto que ellos ocuparon es casi abrumadora.
NMI está “al servicio de la comunidad judía de Venezuela”; ahora tenemos que agregar “esté donde esté”… El semanario enfrenta el reto de convertirse en un cordón umbilical que una a los miembros de la kehilá local con los que han elegido otros destinos, pero que quieren y necesitan mantenerse en contacto. La tecnología lo hace posible, nosotros tendremos que hacerlo realidad.
Nuevo Mundo Israelita debe además abrirse a las nuevas generaciones, promoviendo su participación e integración. Los jóvenes también deben sentir que este medio es suyo. Trabajaremos en ese sentido.
Debe recordarse que NMI es, en buena parte, fruto de la dedicación y trabajo entusiasta de muchas personas, miembros o no de la comunidad judía, que han pasado por su redacción, diseño gráfico, administración y distribución. Aprovecho este momento para rendirles homenaje: todos ellos han puesto los ladrillos de este edificio.
Hoy en día el semanario cuenta con un equipo de primera, lo que alivia mis inquietudes ante tamaño reto; los logros que NMI pueda tener en adelante serán de ellos en gran medida.
Termino este saludo con un lugar común, pero tengo que decirlo: espero estar a la altura de la confianza que me han manifestado.
Fuente: Nuevo Mundo Israelita