Por Sergio Ramírez
El tiempo es un amigo cruel, nos da la oportunidad de ejercitar nuestra capacidad para realizar grandes acciones… así como también para recordar con resabio nuestras obras mezquinas.
Durante estas últimas tres semanas hemos tenido el lujo (sí efectivamente el lujo) de conocer un poco más sobre la cultura, tradición e historia hebrea; testimonios todos que han dejado marca indeleble, aunque a veces invisible en su sublimidad, dentro de nuestra historia occidental.
Es con mucha frecuencia hallado en esta sociedad contemporánea, aquel trago, subrepticio y amargo, servido por la intolerancia hacia las religiones y sistemas de creencia distintos a los nuestros; mejor dicho, a aquellos que establecimos ad hoc como nuestros. La religión hebrea, tan tendencialmente vituperada como ajena a lo "autóctono", a lo venezolano; tan desdibujada por la óptica prejuiciosa de la historia contemporánea nos fue expuesta en su faceta mas sencilla e inmediata por el Rabino Pynchas Brener. Dicha faceta, presentada con la honestidad típica de un maestro, logró desmitificar muchas de las falsas creencias abundantes en los resúmenes de cafetín a los que a veces hemos sido silentes e inocuos testigos. Haber tenido el lujo (sí, repito, el lujo) de escuchar de voz del Rabino Brener que "todo hombre posee un profundo sentido de fe y que dicha fe es la manifestación del hombre que va mas allá de si mismo", es recordar con suficiente ahínco que uno de los principales pilares de la cultura venezolana, nuestra religión y tradición cristiana, es de raíz hebrea, pues no podemos comprender al cristianismo sin comprender que Cristo fue Judío.
Como sociedad hemos podido observar con ojo crítico y capacidad académica el desarrollo histórico del movimiento "sionista", cuyo propósito ha sido siempre la formación de un Estado Judío. Precisamente por el desarrollo histórico de dicho movimiento, el mismo ha sido juzgado por numerosos factores actuales como una corriente política expansionista e imperialista con tendencias violentas; sin embargo, gracias a la presentación del Ing. Efraim Lapscher, pudimos apreciar una visión distinta. Ciertamente el estado de Israel se ha visto envuelto en numerosas guerras desde su asentamiento formal en 1947, pero dichas guerras han sido causadas por la falta de aceptación de parte de distintos factores de poder, a lo considerado por los judíos una necesidad justa y arraigada en la historia; pues desde tiempos muy antiguos, el territorio Israelí, había sido habitado por los descendientes de las tribus judías originarias y, a pesar de los exilios y diásporas, el reclamo profundo de la tierras a sus habitantes originales se había mantenido como constante.
RG Collingwood escribió en The Philosophy of Enchantment: Studies in Folktale, Cultural Criticism, and Anthropology Oxford : Clarendon Press,(2005), que una nación era el estamento fundamental que identificaba a los sujetos como miembros de una comunidad, y sin embargo una nación no podía considerarse completa sin una localización geográfica propia, donde el sentido nacional pudiese identificarse con la cultura en la constitución de las leyes propias de un estado. Por lo tanto, en la visión del Ing. Lapscher, la búsqueda del establecimiento de Israel como estado judío, y la aceptación del mundo frente a dicha nación está justificada, y la interpretación del sionismo como expansionismo es comprobadamente injusta.
Lastimosamente la aceptación es una de las virtudes más difícilmente adquiridas por el ser humano, vemos como debido a las diferencias aislamos y separamos al "otro". Afortunadamente contamos con espacios como nuestro colegio, donde nuestra apuesta educativa va dirigida hacia, más allá de tolerar a aquel que es distinto, asumir su distinción como intrínseca a su naturaleza, y como tal, digna de respeto y aceptación de parte nuestra. Decimos muchas veces en nuestras aulas que educamos para la Venezuela que queremos; ojalá el mundo pudiera seguir nuestra propuesta, pues sabemos de antemano que muchas veces, la labor de los educadores ha sido la sencilla manifestación de lo actual, incluso cuando eso sólo signifique la manifestación de nuestra miseria. La miseria de la actualidad es un peligro terrible para la educación, pues a veces, en lo actual, ocurren terribles cosas para nuestra realidad, y si hacemos caso omiso de ello, podemos terminar sufriendo un destino de vergüenza y horror. La SHOA como expresión de lo humanamente terrible fue presentada por dos expositores, el Dr. Max Preschel y la Sra. Trudy Spira.
El Dr. Preschel nos mostró la particularidad del "Holocausto", entendido como la eliminación sistemática de un pueblo simplemente por ser "un pueblo", y sin capacidad de escape a dicha eliminación. Tuvimos el lujo (si, vuelvo a repetir, el lujo) de escuchar el testimonio de la Sra. Spira, sobreviviente de ese período oscuro de nuestra historia.El relato de la Sra. Spira estuvo repleto de las memorias de una mujer capaz de surgir de las cenizas de una cultura destruida y formarse como mujer completa para un mundo.
En su niñez en Hungría, la Sra. Spira, había sido como cualquier otra niña de su edad, con la única distinción de ser perteneciente y observante de las tradiciones hebreas, lo que en principio no debiera significar nada para una cultura progresista; sin embargo a los 12 años sintió en sus carnes aún inocentes el látigo fustigante del odio y la ignominia; siendo la justa ganadora de una premio a su excelencia como escritora vió como, debido a su "condición" dicho premio pasaba a las manos de otro niño.
El tiempo probó darle a la entonces niña el terrible conocimiento de la segregación y el odio, vió como pasó de ser otra niña a ser marcada con estrellas amarillas como la "niña Judía", vió como sus abuelos fueron secuestrados por las fuerzas una noche para jamás regresar, vió como sus padres tuvieron que exiliar a la familia en otro país, cruzando fronteras y escapándose de los perros fieros de los "guardianes de la raza", vió como tuvo que mentir diariamente al mundo que le rodeaba para que no la reconocieran como judía… y vió como ultimadamente todo fue en vano, pues una noche fue llevada a Auschwitz y a su exterminio. Sin embargo el trago terrible de la miseria y el relato de pérdida, de olvido y de abandono del campo de exterminio, dió lugar a una muestra fehaciente de la belleza de la naturaleza humana.
Muchas veces me he preguntado por qué nos dieron a los seres humanos tales capacidades para el mal; y gracias a Dios, siempre he hallado la respuesta en la sonrisa de mi hijo y sus amiguitos, en mis otros niños adolescentes de bachillerato, en el arte que desarrollamos al vivir en este mundo de oscuridad con el punzón hiriente de color, pintando fantasías para el infinito. La Sra. Trudy Spira, nos dejó una memoria de esos pinceles, pidiéndonos, reclamándonos, ver al mundo gris en la cara y decidir cambiarlo. Espero que no sea yo el único dispuesto.
Fuente: El Ávila.org