Por Miquel García Pérez
Un día más despertamos con la noticia de otro ataque israelí en la Franja de Gaza; los periódicos, en sus crónicas, marcan especial énfasis en las tres vidas perdidas. Conclusión: Israel asesina inocentes y usa indiscriminadamente la fuerza.
La campaña mediática desplegada por los círculos antisemitas mundiales continúa dando sus frutos, ni una sola línea para simplemente averiguar si eran terroristas a punto de mandar sus misiles hacia Israel. Nunca apelaré a la violencia como solución, pero, si como está sucediendo, soy víctima de ataques continuos, quiero poder defenderme y, por mucho que lamente la pérdida de vidas humanas, no dudaré en evitar, por el medio que sea, el dolor de mi gente.
El análisis de esta noticia me recuerda una conversación mantenida dentro de un carro dirigiéndonos a conocer El Hatillo; hablábamos de los ataques de Hamas y de las respuestas del gobierno israelí. Tengo frescas mis respuestas; y continúo suscribiéndolas: El pueblo judío necesita una operación de marketing porque es víctima de ataques mediáticos, los cuales no reciben respuestas contundentes. Se debe explicar el por qué se producen estas acciones: el adoctrinamiento de niños en el odio a Israel; el alzamiento al nivel de mártires a vulgares asesinos; las bombas lanzadas desde los campos de refugiados, día tras día. Se debe explicar que Israel no ataca, sino, simplemente se defiende. Hay que despertar la empatía de hacer ver y sentir que tu país es el blanco adonde se dirigen las balas. Tal vez de esa manera empezaremos a revertir la situación y la comunidad internacional presionará para resolver el conflicto.
Por desgracia al pueblo judío se le cataloga como avaro, acumulador de riquezas, asesino, en vez de leer los valores que subyacen y que podríamos leer como ahorrador, emprendedor y defensor a ultranza de sus gentes. La religión judía es la gran desconocida; el conocimiento de sus tradiciones y costumbres se encuentra detrás de una cortina de humo para la inmensa mayoría de los no practicantes. Posiblemente ese sea uno de los defectos: no os conocen. Aunque la historia explique las penurias sufridas, desde vuestros orígenes; los años vagando por el desierto, las persecuciones, expulsiones de diferentes países, el Holocausto, todo ello parece quedar en un segundo término a ojos del ciudadano de a pie.
Será por ser y sentirme Catalán que mi visión es más objetiva: creo firmemente que todo pueblo merece una tierra a la que se pueda llamar Patria; que se tiene el derecho a defender su lengua, su historia y su gente de agresiones que sólo persiguen su total desaparición. No defiendo el “ojo por ojo” de la Ley de Talión como único modo de supervivencia, aunque tampoco me temblará la mano si debo utilizarlo, pero combinémoslo con explicaciones: explicaciones públicas del por qué.