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Por Paúl Lustgarten
El 20 de septiembre de 1944 entró en acción la primera Brigada Judía del ejército británico bajo bandera hebrea: The Jewish Brigade Group. En noviembre fue destinada al frente de batalla de Italia; la mayor parte de sus miembros tenían aún familiares tras las líneas alemanas. En mayo de 1945, al final de la guerra, la brigada permanecía estacionada en la ciudad italiana de Tarvisio, cerca de la frontera con Austria. Sus miembros estaban deseosos de formar parte de las Fuerzas de Ocupación Aliada en Alemania, pero una orden, posiblemente del alto mando británico, los obligó a detenerse. A muchos soldados se les dio permiso para buscar a sus familiares, pero lo que encontraron fueron lugares como Auschwitz-Birkenau, Mauthausen o Bergen-Belsen.
Al regresar a su base, el deseo de venganza era muy fuerte en todos ellos. Con la ayuda de los servicios de inteligencia de Estados Unidos y de Inglaterra, prepararon listas de miembros de la SS.
En julio de 1945, un escuadrón de ejecutores cruzó la frontera de Austria. Los judíos detuvieron a una pareja; la mujer reconoció que su trabajo había sido el de clasificar todas las pertenencias de valor requisadas a judíos de Italia y Austria. Cuando iban a ser ejecutados de un tiro en la nuca, el hombre se ofreció para ayudar a los vengadores a cambio de la vida de ambos.
Al día siguiente, el escuadrón tenía en su poder una lista de treinta nombres de vecinos que habían sido miembros de la Gestapo y de la SS con sus fechas de nacimiento, estudios, misiones y funciones en el ejército alemán. Disfrazados de policías militares, los vengadores se dedicaron a detener a todos los que aparecían en la lista. Tras leerles los cargos, eran ejecutados mediante estrangulamiento.
El equipo de vengadores estaba formado por Israel Karmin, Maier Shorea y Haim Harkov. El ejecutor era Shev Kerem, quien años después se uniría al recién nacido Mossad. La unidad actuaba siempre en un radio de acción de cien kilómetros alrededor de Tarvisio, sus operaciones se realizaban cerca de lagos, ríos o presas, y no dejaban ningún rastro de sus pasos por esas zonas. Su única meta era ejecutar al mayor número de asesinos nazis. La unidad de ejecutores judíos solo actuó durante unos meses, y jamás se supo el número de nazis muertos.
Poco después, mientras los aliados comenzaban a poner en libertad a muchos de los prisioneros de guerra, los judíos pensaron, sin equivocarse, que las naciones vencedoras querían pasar la página, pero ellos no estaban dispuestos a aceptarlo. Tuvia Friedman, Manus Yamian y Alex Anielevicz, hermano del legendario Mordejai del gueto de Varsovia, decidieron unirse en Viena para formar su propio grupo de justicieros. Los miembros de ese grupo realizaron tareas policiales como detener a los antiguos miembros de la SS, la Gestapo y jueces nazis con cargos de crímenes de guerra. Fue condenado y ejecutado por ese grupo Wilhelm Stuckart, uno de los autores de las leyes de Núremberg cuyo trabajo consistió en proporcionar un marco legal para la “Solución final”. También estaban Alexander Laak, responsable de la muerte de cien mil judíos de Estonia, y Otto Abetz, ex embajador alemán en Francia, quien había deportado gran cantidad de judíos franceses a los campos de exterminio.
Este es solo un pequeño recuento de las actividades de los vengadores. Las misiones llevadas a cabo por este grupo continúan siendo un misterio, así como el número de nazis ejecutados.
Epílogo
Las historias, documentos y testimonios de sobrevivientes que se obtuvieron después de la Segunda Guerra Mundial desmienten la leyenda negra de que los judíos fueron como ovejas al matadero. Los judíos pelearon contra los nazis como nadie. Tenían muy pocas armas que fueron difíciles de conseguir. El antisemitismo del ambiente en que actuaban no ayudó mucho a la resistencia judía; sin embargo, hubo entre veinte mil y treinta mil partisanos judíos en los bosques de Polonia y Rusia Blanca. Se produjeron levantamientos en las ciudades y en los campos de exterminio. El levantamiento del gueto de Varsovia fue uno de los actos más heroicos de la guerra, y pasó a ser el símbolo de la resistencia judía. También hubo rebeliones en muchos otros guetos. Si no hubo más fue porque no se pudo. Después de dos mil años de pasividad, los judíos demostraron que no pueden ser aniquilados sin consecuencias para los ejecutores.
Mordechai Anielevicz, Antek (Isaac) Zukerman, Simja “Kasik” Rotem, Tuvia Altman, Marek Edelman, los hermanos Bielski, Abba Kovner, Emanuel Ringenblum, Jaim Kaplan, Janus Korczak y muchos otros, han pasado, junto con los macabeos, a formar el altar de los héroes judíos de todos los tiempos. Y esta es solo una pequeña parte de la historia.
Fuente: Nuevo Mundo Israelita

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