Por Samuel Auerbach
Hace unos días estuve presente en una disertación en donde el orador igualó la ablación del clítoris que los musulmanes practican a sus mujeres, con la circuncisión que practican los judíos. Pienso que esa comparación padece de una completa carencia de argumentos que la avalen. Hasta podría decir, ridícula.
La resección del prepucio sólo acarrea ventajas y no inconvenientes, como veremos más adelante. En cambio la ablación del clítoris responde a una cultura con costumbres y ritos salvajes.
¿Cuáles son las funciones de ese pequeño trozo de piel? Al cubrir al glande, lo hace más sensible cuando se pone en descubierto. De esta manera la madre naturaleza se asegura la eyaculación indispensable para cumplir con su llamado a la continuidad de la especie. Es cierto que el prepucio sensibilice al glande, pero no veo que sea un beneficio. Acorta el tiempo del goce masculino en el acto sexual, y hace que la mujer en muchos casos no llegue al orgasmo.
La otra función es mantener al glande lubricado para facilitar el coito, sin la necesidad que la vagina también lo esté. Es decir, facilita la violación. Lo importante para la madre naturaleza es procrear, no importa cómo. En las sociedades cultas, el acto sexual se hace de común acuerdo. Los órganos femeninos se lubrican naturalmente para recibir al sexo opuesto, sin necesidad que el glande esté humedecido.
Proteger al glande es la tercera función que se le atribuye al prepucio. No veo que el glande necesite más protección que el resto del órgano al cual pertenece. No conozco casos de daños que se produjeron por la inexistencia del prepucio. En cambio, se cuenta en el historial médico con feos problemas producidos por él.
Por último, esa capa de piel dificulta la higiene, que si no se realiza exhaustivamente, el medio húmedo en el que el glande está sumergido facilita la formación de una secreción maloliente que puede producir infecciones.
Por todo lo expuesto, se puede afirmar que no existe la más mínima similitud entre la circuncisión y la cruenta ablación del clítoris que practican muchos pueblos islámicos, sin ninguna prevención, con sucios elementos cortantes improvisados y sin anestesia en sufrientes jóvenes amarradas, que muchas veces mueren infectadas. Es un acto de barbarie que priva a la mujer del natural goce durante el sagrado acto sexual, que se realiza para asegurar que llegue virgen al matrimonio y se mantenga fiel como esposa.
Su comparación con la circuncisión de los judíos, no tiene argumentos que la justifiquen.
En conclusión, no veo motivo alguno que contraindique la circuncisión, salvo el dolor momentáneo que el acto generalmente produce a los familiares cercanos del recién nacido, en especial a la madre.
El justificativo que muchos presentan para sostener su oposición a la práctica de la circuncisión, es el que dice que el cuerpo humano no debe ser modificado, nada de lo que la naturaleza le proveyó debe ser extraído si no es con fines curativos, pero no se oponen a la aconsejada extirpación del apéndice intestinal sano, cuando se abre el vientre por otros motivos.
Resumiendo, la remoción del prepucio no sólo no perjudica, sino por el contrario, beneficia. Facilita la higiene del órgano reproductor masculino, evita posibles accidentes ocasionados por el prepucio y, algo que es importante tener en cuenta, prolonga el acto sexual facilitando el orgasmo en la mujer. Tal es así que en muchas maternidades, se practica la circuncisión como medio preventivo en forma rutinaria.
Lamentablemente, cuando la circuncisión es llevada a cabo como rito religioso, en muchas ocasiones no es practicada por cirujanos especializados como correspondería pues, aunque sencillo, no deja de ser un acto quirúrgico.
Fuente: Aurora Digital