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Por Rab. Iona Blickstein
El mundo entero se une contra el terror, pero parece ser que pone todo su peso en la fuerza militar, en las bombas y morteros que caen, y miles de ellos sobre el territorio de Afganistán. Luchas entre pueblos y culturas hubo ya desde el comienzo de la historia del mundo, pero el terror actual, es diabólico, y nos recuerda en su misma proporción a la máquina nazi, dirigida por Adolfo Hitler, por la cual murieron más de 50 millones de personas de las cuales 6 millones eran nuestros hermanos.
Los terroristas carecen de sentimientos humanos, criminales divirtiéndose matando hombres, mujeres y niños, como si estuvieran jugando en la computadora, no piensan siquiera un minuto en el dolor y el sufrimiento a los que condenan a miles de familias, al contrario, en la medida que el sufrimiento es mayor, mayor es su goce y placer. Como no tienen compasión por el prójimo, tampoco la tienen por ellos mismos. Por primera vez en la historia del mundo, se desarrolla una cultura de suicidio para asesinar. La frivolidad insoportable, con la cual personas se preparan para morir y matar a otros al mismo tiempo, es la personificación de la pérdida de "la imagen humana".
Después del diluvio, advierte D-s a Noaj y a sus hijos sobre el cumplimiento de los siete preceptos ordenados a los descendientes de Noaj que aseguran la convivencia pacífica entre los seres humanos.
1) No rendir culto a ídolos;
2) No maldecir a D-s;
3) No asesinar;
4) Abstenerse de relaciones sexuales incestuosas y prohibidas;
5) No robar;
6) No arrancar un miembro de un animal vivo para comer su carne
7) Codificar leyes y establecer cortes de justicia, a pesar de que éste no comparte nuestras tradiciones y convicciones religiosas.
En especial les advierte sobre el asesinato: "El que vierta sangre del hombre, por el hombre será vertida; pues a imagen de D-s, hizo el hombre" (Bereshit 9:6). La santidad de la vida y percepción de que todo ser humano fue creado a la imagen de D-s, es la base de todo sistema ético – moral, sin este conocimiento ¿qué diferencia hay entonces entre el hombre y el animal?
Y he aquí que millones de personas, a las cuales éstos valores básicos le son extraños, salen a bailar en las calles, llenos de alegría por las pérdidas de vidas de miles de inocentes ciudadanos en las torres gemelas de Nueva York y en los aviones, que fueron usados para matar.
Ellos admiran al cerebro distorsionado del jefe de estos criminales, que amenaza la paz del mundo. Lo peor de todo, es que esta corrupción moral, se hace en nombre de la religión, basada en la fe en el Creador del mundo, y en el reconocimiento de la santidad de la vida humana.
No hay cosa más repugnante que el asesinato de hombres, mujeres y niños, en nombre de D-s, quien nos ordenó sobre la santidad de la vida. No hay distorsión más grande que hacer a la fe religiosa, fuente de la moral y la justicia, como la palanca e incentivo para adoctrinar crueldad y odio hacia los seres humanos. Este aspecto amoral, existe ya hace muchos años, en el terror palestino, los terroristas ávidos de sangre, no tuvieron nada de conciencia al asesinar los niños de Avivim, y al activar las bombas y los autos cargados de material explosivo en los mercados llenos de hombres y mujeres pacíficos comprando alimentos para sus hogares, no dejaron de enviar "suicidas" para hacer explotar autobuses, y sembrar el pánico y la muerte en los centros comerciales, se comportaban como fieras, y el mundo callaba, ahora activan el modelo en una escala internacional. Sin doble moral.
El mundo civilizado comienza a despertarse solo cuando el terror y el espanto los hieren, pero tampoco entonces deja de utilizar la doble moral. Al terrorista que golpea a los Estados Unidos le perseguirán hasta la muerte, pero el archi-criminal cuyas manos están llenas de sangre de cientos de judíos, hombres mujeres y niños, lo reciben con honores, y piden del gobierno israelí que le deje proclamar su Estado. No tenemos ante quién quejarnos, solo debemos nuevamente flamear la bandera, de los valores y la moral, que contienen los siete preceptos de Noé, y entre ellos aquel que dicta: "pues a la imagen de D-s hizo el hombre".

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