Por Rebeca Perli
La película Matrix se basa en la premisa de que la realidad que vivimos no es la auténtica sino producto de la imaginación, y que existe otra realidad a la cual sólo algunos iniciados tienen acceso. Tal vez a eso se deba que muchas de las cosas que ocurren a diario parecen pura fantasía. He aquí una de ellas: en Bogotá, un afiche publicitario muestra a un risueño bebé ataviado con impecable uniforme nazi, remedando a Hitler, con todo y bigote.
¿Qué intenta promocionar el dueño del local que exhibe esta publicidad? ¿Se quiere implicar que Hitler era un niño de pecho, o que un niño de pecho puede ser tan malvado como Hitler? Para quien no conoce de historia este puede parecer un disfraz inofensivo, pero para las víctimas del Holocausto en especial, y para la humanidad en general, se trata de una alarmante distorsión de la realidad y una artimaña para fomentar antisemitismo, alimentado por el empeño de deslegitimar al Estado de Israel con el desatinado argumento de que estar en contra del sionismo no es estar en contra del pueblo judío.
Per Ahlmark, ex viceprimer ministro de Suecia y miembro fundador del Comité en contra del antisemitismo de ese país, ha dicho que "es imprescindible establecer una estrategia que permita impedir que los antisemitas puedan reclutar, bajo su ideología, a gente joven, cuyos principios no estén bien sustentados. En consecuencia, la historia del Holocausto debe ser enseñanza obligatoria en todos los colegios y en todos los países, para alertar sobre sus peligros a las nuevas generaciones".
El afiche aquí aludido es una grotesca aberración que amerita las más severas sanciones a fin de que tan peligrosa fantasía no envenene la mente de quienes ignoren la realidad histórica.