La tolerancia solamente puede existir si es mutua

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Por Bernardo Ptasevich
En todos los órdenes de la vida hace falta la tolerancia para poder convivir cuando hay diferencias, sea con la pareja, con los hijos, con la familia, en el barrio, en la ciudad, en el país o en el mundo. El problema se presenta cuando una parte es tolerante y la otra utiliza esa tolerancia como debilidad para sacar rédito, para imponer sus condiciones o simplemente para destruir al que le tolera.
En la guerra no puede haber tolerancia
No demos más vueltas. Me refiero al conflicto árabe israelí. ¿Cómo hacer cuando el otro utiliza tus convicciones de comprender lo diferente para hacerte daño? He defendido hasta las últimas consecuencias la necesidad de buscar caminos que lleven a la paz, sin la cual el futuro siempre se presentara incierto. En ese objetivo entendí que para lograrla teníamos que entender un poco lo que piensan nuestros enemigos, porque hacen lo que hacen, en que podemos estar equivocados, si hay algo que podamos cambiar para acercar posiciones, en una palabra, siempre supe que sin ser tolerantes no conseguiríamos nada.
Pero en los últimos tiempos he tenido un conflicto con mis ideas y mis pensamientos. El comportamiento de nuestros enemigos aún en tiempos de calma, dista mucho de ser tolerante. Por el contrario, es cada vez más agresivo, cada vez más rebuscado y violento al punto de hacer peligrar nuestra existencia.
No soy de las personas que se persiguen y mucho menos de las que creen que las ideas diferentes de por sí puedan afectarnos. No pienso que si alguien critica alguna acción de cualquier Gobierno israelí o del país se convierta por ese solo hecho en anti judío o antisemita. Pero en este caso no se trata sólo de opinar diferente. Nuestros enemigos y muchos otros que se creen imparciales actúan en forma premeditada y organizada en referencia a los temas que nos atañen, difundiendo falsedades para crear motivos de conflicto permanente.
También lo hacen en forma directa agrediéndonos con sus armas y misiles o llevando a cabo secuestros y atentados. ¿Cómo hacemos entonces para ser tolerantes si nuestra actitud será tomada como debilidad y aprovechada por el enemigo? La tolerancia solamente puede existir si es mutua, si las partes la practican de la misma forma y si hay buenas intenciones de llegar a entendimientos.
Israel vive en una guerra permanente
He escuchado hasta el cansancio que si Israel pierde una sola guerra, dejará de existir para siempre. No hay revancha, esto no es un partido de fútbol. Es cierto, Israel ha ganado hasta ahora todas las guerras, pero sólo si hablamos de las guerras convencionales. La guerra mediática y de la información no ha sido hasta ahora nuestro fuerte. El tiempo corre y nada queda inmóvil, todo se mueve muy rápidamente cambiando el tablero de Oriente Medio y generando nuevos peligros que habrá que afrontar.
Las grandes sumas de dinero que fluyen al terrorismo y a manos de nuestros enemigos para mejorar su capacidad bélica, contrastan con las que Israel dispone principalmente con la ayuda de los Estados Unidos que por ahora se ha mantenido. Israel y su seguridad tienen una gran dependencia de estos aportes en momentos que el presidente Barack Obama cuestiona públicamente o en privado muchas de las cosas que realizamos y en los que la economía del poderoso país se resquebraja generando gran incertidumbre.
El derrumbe de las acciones puede ser algo insignificante al lado de lo que sucedería si dejamos de recibir el apoyo económico para nuestro equipamiento. Es cierto que hemos desarrollado tecnología de defensa muy importante pero nada de eso puede funcionar sin dinero. Aunque nuestra economía funcionara de maravillas no podemos acercarnos a las cifras que los países árabes pueden invertir año a año, ya que su dinero fluye abundantemente del suelo con ese petróleo que tiene atrapado al mundo.
Aunque un día se pudiera prescindir de él con nuevas tecnologías energéticas, el dinero acumulado y multiplicado en negocios e inversiones no es revocable. La máquina generadora de ingresos de los árabes llegó a un punto sin retorno y no se paralizaría aun si los pozos de petróleo dejaran de funcionar. Cuando toda la maquinaria financiera, económica y bélica es utilizada en contra nuestra entiendo que no puedo ni debo enfrentarla con mis habituales ideales de tolerancia.
El futuro se ve gris oscuro
Para no ser fatalista trato de no ver directamente el futuro negro que se avecina. No hay muchas formas posibles de cambiar la ecuación de Medio Oriente. La población islamista radical crece en el mundo en forma alarmante. El dinero del que disponen crea mezquitas y organizaciones que difunden la radicalización, que consiguen nuevos adeptos entre tanta gente que no tiene satisfechas sus necesidades básicas, presas fáciles de los expertos captadores de almas.
Europa cierra los ojos y se deja invadir no por personas de fe musulmana que tienen derecho a intentar su vida en un sitio mejor, sino por extremistas que tienen un plan definido para dominar países hasta ahora de vida occidental. Estados Unidos ha elegido a un presidente que ha sido tibio en los asuntos de Oriente Medio. Sería preferible que se defina (aunque fuera en contra nuestra) y saber a qué atenernos, ya que la incertidumbre solamente genera parálisis e inacción.
Dentro de Israel tenemos nuestros propios motivos de preocupación. El Gobierno no ha dado muestras de saber qué dirección va a tomar frente a los temas que nos ponen en peligro. Pasa de los acuerdos con los amigos a la incomodidad que producen malos manejos diplomáticos del propio presidente y de sus funcionarios en foros internacionales o reuniones con mandatarios de países tradicionalmente aliados.
La desesperación por mantenerse en el poder lo ha llevado a poner como prioridad otros temas políticos, dejando de lado la importancia capital que tiene la seguridad y la supervivencia. Israel está en peligro, como lo estuvo siempre desde su creación como Estado. Aún en peligro ha logrado crecer y formarse, ha logrado cosas que otros no han podido en muchísimo más tiempo.
Debemos estar satisfechos por ello, podríamos decir orgullosos. Pero ese orgullo no puede convertirse en distracción, porque todo lo realizado puede borrarse de un plumazo. Enemigos como Irán que amenaza con eliminarnos del mapa están al acecho. Otros mucho más cercanos no se quedan atrás en sus intenciones que a veces no manifiestan abiertamente por conveniencia y para convencer a las potencias mundiales que son parte de este planeta. La realidad es que con gente que quiere destruir, aun sin importar cuales sean sus objetivos, no se puede soñar en conseguir algún tipo de paz en el futuro.
La tolerancia tendrá que esperar mejores tiempos. La estupidez no es una de las virtudes del pueblo de Israel y no caeremos en la inocencia de poner la mejilla para que nos maten a todos. Hay un pueblo que en sus diferencias sabe cuál es su prioridad. Defenderemos nuestra existencia y nuestro Estado sabiendo que en eso va la vida de todos los ciudadanos y de nuestra identidad. Tendrán que perdonarnos por no ser tolerantes. Mis ideales no son aplicables en esta ocasión.
Fuente: Aurora Digital

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