Por Alberto Moryusef
Existe una tesis pseudo histórica y judeofóbica que se dedica a negar el Holocausto judío que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Fueron los mismos nazis quienes la iniciaron documentando lo mínimo, utilizando eufemismos para ocultar sus crímenes y destruyendo las pruebas, cuando se dieron cuenta de que perderían la guerra. No obstante, una gran parte de los documentos y restos de los campos de exterminio quedaron como evidencia. El recordatorio más determinante y dramático de lo sucedido son los testimonios de miles de sobrevivientes. Cientos de ellos por cierto, hallaron refugio en Venezuela, se integraron a nuestra sociedad y muchos de ellos, ya ancianos, aun viven con nosotros.
La negación del Holocausto es considerada delito en muchos países y negadores han sido juzgados y condenados. Más de sesenta años de estudio de este fenómeno ha demostrado lo obvio: el negador siempre, al igual que los nazis, odia a los judíos. Hasta ahora han sido prácticamente vanos los intentos de estos antisemitas fascistas de revestir la negación con un manto académico y convencer al mundo de sus mentiras. Es por ello que han optado por otra modalidad: relativizar el Holocausto. Es decir, admitir que tuvo lugar pero confundiendo al interlocutor, al negar la especificidad del Holocausto dentro del terrible concierto de matanzas y genocidios que han tenido lugar en la historia de la humanidad.
Durante la Segunda Guerra Mundial murieron más de 45 millones de personas, una gran parte de ellas civiles como consecuencia de bombardeos, hambre y violencia generalizada. Entonces ¿por qué las víctimas del Holocausto son distintas a las otras? Porque durante esa guerra aunque no todas las victimas fueron judías, todos los judíos fueron victimas. Sin distinción de edad, nacionalidad, formación o situación económica. El judío no tuvo opción de huir a otro país, cambiar de fe, comprar su liberación o adherirse a la ideología nazi. Se le persiguió desde antes del conflicto, confinó en guetos, fusiló en masa y llevó a campos de exterminio construidos especialmente para desaparecerlo como “raza”. Así, los nazis asesinaron a seis millones de judíos, incluyendo un millón y medio de niños.
Dentro de esa corriente negadora del Holocausto mediante la relativización se enmarca un artículo de opinión escrito por Hindu Anderi que se publicó en este mismo diario, y cuyo solo título ¿Fueron seis millones? incita intencionadamente al lector a cuestionar la veracidad de la tragedia. Ni que decir del contenido. La señora Anderi, al igual que otros negadores, aspira a que el mundo olvide el Holocausto. Hacerlo abriría la posibilidad de que otra tragedia similar vuelva a suceder. No debemos permitirlo. Por eso esta respuesta.