Por Beatriz W. De Rittigstein
Mucho se habla de campos de refugiados palestinos, pero aclaramos que, cuando se refieren a esta especie de guetos, ninguno de ellos fue establecido por Israel, ni en territorio israelí. Todos ellos fueron erigidos por autoridades árabes y en países árabes.
Estos campos surgen con el renacimiento del Estado de Israel en 1948, cuando los gobiernos de los países árabes convencieron a la población árabe que huya del naciente Estado judío, pues sus ejércitos echarían a los judíos al mar para "recuperar" esas tierras. De este modo que desdice de su linaje fraternal, los países árabes acogieron a sus hermanos árabes: enclaustrándolos en campos de refugiados, segregándolos del resto de la sociedad, impidiéndoles trabajar y negándoles la ciudadanía en donde se habían asentado y nacido.
Cabe preguntarnos, por cuántos años y por cuántas generaciones se mantiene el estatus de refugiado. Los países árabes, al no permitir la integración de la población árabe que huyó de Israel, crearon una condición que les permite la abusiva utilización de los refugiados palestinos como un foco de atención en el contexto de la geopolítica internacional. Pero, a nivel humanitario, han forjado un amasijo de personas sin derechos ni facultades, acostumbrados a sobrevivir con dádivas, sometidos al arbitrio de caudillos en países en los cuales se les obliga a permanecer como extranjeros, pese a vivir allí por más de seis décadas.
La responsabilidad de esta situación que sufren los palestinos la tiene el resto del mundo árabe, pero, principalmente, los dirigentes palestinos, quienes se dedicaron al terrorismo, al enriquecimiento ilícito, a luchar entre sí, sin conducir a su pueblo a la concreción satisfactoria de su anhelo nacional.