Por Paul Hirschson
Los palestinos emprendieron una nueva estrategia que les requiere abandonar las negociaciones directas con Israel. El intento de esta estrategia no es evidente aún, pero, a nuestro entender, es crítico. Nos debemos preguntar desde dónde nosotros, Israel y Occidente en general, seguimos y cómo respondemos.
Veinte años de negociaciones. Ellos reclaman. Hasta ahora condujeron a pocos resultados y, por su frustración, dicen, están abandonando las negociaciones (violación de acuerdos entre ambas partes) y dirigiéndose a la comunidad internacional para asegurar sus objetivos de autodeterminación nacional.
Es un argumento interesante que merece atención. Después de todo, Israel también está frustrado por el lento progreso de las negociaciones. A decir verdad, todo lo tangible resultante de las negociaciones fue beneficioso para los palestinos con muy poco, en la esfera de seguridad, para Israel: la entera creación de la Autoridad Palestina, la fundación de cualquier futuro Estado palestino árabe será resultado de las negociaciones. Todo lo que los palestinos desarrollaron, en términos de infraestructura de Estado, es resultado de las negociaciones y la labor conjunta, con Israel y otros, principalmente Occidente: aparato de seguridad, crecimiento económico, infraestructura física, instituciones educativas y judiciales, reformas y más.
Hay dos motivaciones alternativas para la decisión de los palestinos de “internacionalizar” más que negociar. Ninguna es, en particular, atractiva, pero una es mejor que la otra: el peor escenario es que los palestinos estén comprometidos con el deseo de derrocar y eliminar a Israel.
La idea de que el pueblo judío tiene el derecho a la autodeterminación nacional es, para ellos, un anatema, y habiendo fracasado en alcanzar su objetivo durante 35 años de hacer la guerra convencional (1948 hasta 1982), o unos 40 años de campaña terrorista (Olimpíadas de Múnich 1972 hasta el presente), ahora pasaron a una campaña sofisticada para socavar el derecho mismo del pueblo judío a la autodeterminación nacional, con el ataque a la legitimidad de Israel en el ámbito internacional.
Primero los palestinos solicitan (y en algunos casos reciben) membresía en foros internacionales. Luego, simultáneamente a una campaña en la academia, la prensa y organizaciones humanitarias, inyectan su ataque a Israel en cortes judiciales y directorios corporativos, con llamados a boicots, sanciones, desinversión, acusaciones y aislamiento.
Difícil y peligrosa como esta campaña pueda ser, el deseo de eliminar a Israel por esta vía, en última instancia, fracasará tal como las dos estrategias anteriores. A fin de cuentas, el reclamo del pueblo judío a la autodeterminación nacional está justificado.
El escenario alternativo es diferente y, siendo optimista, nos incumbe evaluar si allí es donde los palestinos se encuentran de manera que seamos capaces de recuperar un sentido de proporción y un rayo de luz. Los palestinos comprendieron, al final, que las negociaciones directas los llevarán, inevitablemente, así como a los israelíes, a hacer compromisos en extremo difíciles; compromisos que ellos, como nosotros, no estamos entusiasmados en hacer, pero que ambos tendremos que hacer.
Habiendo alcanzado ese entendimiento, pero a diferencia de los israelíes (que a pesar de que nos les gusta lo aceptaron), los palestinos tratan de encontrar un camino para lograr su objetivo —la autodeterminación nacional— sin hacer los compromisos —admitidos como extremadamente difíciles— que ahora entienden que son necesarios. Las negociaciones se hicieron indeseables para los palestinos.
Esta estrategia también fracasará. Los palestinos nunca podrán alcanzar algo más que un Estado virtual sin trabajar con los israelíes en su sistema. Se alcanzará, en ambas partes, con sufrimiento, y, tal vez, una mala voluntad cada vez mayor.
Sin embargo, si este escenario, en lugar del peor de los casos, es donde los palestinos están: un esfuerzo honesto, colectivo, no necesariamente preferido pero aceptando el derecho del pueblo judío a la autodeterminación nacional para asegurar su aspiración a lo mismo, entonces podremos tener algo que funcione.
Después de todo, el establecimiento de un Estado árabe palestino es la política del gobierno de Israel. Llevará duras, honestas y directas negociaciones que resulten en concesiones difíciles de ambas partes, incluyendo el mutuo reconocimiento.
No hay otro camino.
Fuente: The Jerusalem Post
Traducción: PorIsrael / Versión: Nuevo Mundo Israelita