Por Jonathan Spyer
La vía diplomática para el cambio en Siria está firmemente bloqueada. Rusia impide que el Consejo de Seguridad apruebe cualquier resolución seria contra el régimen del presidente Bashar al Asad.
Como quedó claro en las declaraciones de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, Estados Unidos hará todo lo posible para evitar enredarse en una nueva guerra en el Oriente Medio. Al ser 2012 un año de elecciones presidenciales, la administración norteamericana se atrincherará fuertemente en su posición para evitar nuevas complicaciones en nuestro caótico vecindario.
No obstante, a pesar de la congelación diplomática, la situación está lejos de ser estática.
Se están produciendo transformaciones significativas en el terreno. Todas ellas implican una desventaja para el régimen de Asad. Los cambios más importantes tienen que ver con la importancia, la cohesión y el poder cada vez mayor del rebelde Ejército Libre de Siria.
Las guerras civiles rara vez se anuncian o se declaran. Por eso, no es siempre es fácil establecer la fecha de su comienzo. En muchos sentidos, Siria se halla en un estado de guerra civil de baja intensidad desde la aparición por primera vez de la resistencia armada, en el verano de 2011. Sin embargo, es probable que se recuerden los finales de enero de 2012 como el momento en que el conflicto armado entre los sirios comenzó en serio.
En las últimas semanas, ha quedado claro que la congregación dispar de guerrillas que se conoce como el Ejército Libre de Siria tiene mayor capacidad de lo que se suponía. El ELS domina la ciudad de Zabadani, cerca de la frontera con el Líbano, convertida en una especie de pequeña “Siria Libre”. También mantiene posiciones a lo largo de la frontera con Turquía en la provincia Idlib en el norte de Siria.
La fuerza, evidentemente, se sentía bastante confiada como para trasladar a una serie de periodistas a través de la frontera hacia sus posiciones en Idlib, desde donde se informó acerca de los combates. Esta provincia de mayoría suní es el corazón de ELS, con 700 combatientes en la ciudad de Idlib, según los reportes.
Durante mucho tiempo, los informes sugerían que el ELS era un organismo casi ficticio, compuesto por grupos de desertores del ejército, mal equipados, escasamente provistos, con poca o ninguna coordinación central y un liderazgo nominal. Pocos volverán a hacer estas afirmaciones a la luz de los acontecimientos de las últimas semanas.
Sin embargo, sería totalmente erróneo comenzar a describir a la organización como un potencial desafío de poder en el corto y mediano plazo.
El ELS tiene como máximo cerca de 20 mil combatientes. El régimen todavía puede presumir que tiene casi 300 mil, incluyendo a sus servicios de seguridad e irregulares alauitas. Los rebeldes no tienen blindados, ni artillería, y una infraestructura logística rudimentaria.
Los comandantes del ELS viven confinados de por vida en unas barracas cerca de Antioquía, en
Turquía, junto a la frontera. Turquía da albergue a la organización, pero mantiene a sus operativos bajo un estrecho control. Ankara entiende que el ELS considera que el establecimiento de una zona de amortiguamiento en el norte de Siria sería un gran logro. Pero los turcos no tienen ningún deseo de ser arrastrados a un posible enfrentamiento con los sirios por un excesivo calentamiento en la frontera.
De allí el estricto control, que se extiende a los contactos con los medios de comunicación.
Recientemente, la BBC tuvo que llevar a cabo una entrevista con el líder del ELS, coronel Riyad Asaad, a través del Skype, debido a que las autoridades turcas le negaron la entrada al complejo.
El movimiento mantiene un pequeño cuadro de activistas en Estambul, que se reúne directamente con los periodistas.
Fuentes cercanas a la organización señalan que esperan que Asad retome Zabadani, en algún momento, y que el movimiento sabe que aún no puede aspirar a retener ningún área contra un asalto frontal de las fuerzas del régimen.
Esta semana, las fuerzas de Asad obligaron al ELS a retroceder, echando a los rebeldes de los barrios que habían ocupado en los suburbios del este de Damasco – con numerosas pérdidas de vidas humanas. La artillería del régimen también está bombardeando las posiciones del ELS en la ciudad de Homs ciudad, Rastan y la provincia de Idlib.
A pesar de todo esto, las conversaciones con fuentes cercanas al ELS revelan una alta moral y determinación. Todavía están reclamando una zona de exclusión aérea y un área de amortiguamiento, al estilo Bengasi. Pero mirando al Consejo de Seguridad de la ONU, hay pocas esperanzas de que tales demandas lleguen a buen puerto. Sin embargo, el Ejército Libre de Siria está eufórico por su creciente capacidad para retener el terreno, al menos por un tiempo, y continuar atacando a los hombres de Asad.
El ejército afirma que gran parte de Siria se ha vuelto inaccesible para las fuerzas del régimen, excepto cuando irrumpen empleando una fuerza máxima. Esto es importante. Un régimen que sólo puede viajar en caravanas en algunas partes de su propio país es un régimen que ya no gobierno completamente.
El ELS también alimenta su esperanza con el acelerado ritmo de defecciones de las fuerzas de Asad y el fuerte descenso del número de tropas que el asediado dictador sirio puede convocar y seguir confiando.
Esta semana, el general sirio y ex comandante de la temida rama palestina de la Inteligencia Militar, Mahmoud Halouf, desertó con 300 de sus hombres, según reportaron los medios.
Una guerra de guerrillas de desgaste parece estar comenzando en Siria.
Mientras la diplomacia sigue machacando y la masacre de los manifestantes continúa; la campaña armada para destruir al dictador se está moviendo hacia el centro del escenario. La victoria parece lejana. Sin embargo, el Ejército Libre de Siria, da la impresión de creer firmemente que lo logrará algún día.
Fuente: Aurora Digital