Pensamientos sobre la recordación del día del Holocausto

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Por Rabino Iona Blickstein
El 27 de Nisan, día del recuerdo de los seis millones de judíos, entre ellos un millón y medio de niños que fueron asesinados, ahorcados, asfixiados, masacrados, por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
En solo tres años, los nazis decidieron aniquilar totalmente a un pueblo desarmado e indefenso. Todos, judíos asimilados, conversos, niños recién nacidos, abuelos en el final de sus días debían ser exterminados.
El Holocausto no se parece a ningún sufrimiento del mundo. La crueldad dirigida contra los judíos en su transcurso. Nunca ha sido igualada. Aushwitz es el símbolo del horror y la perversidad de satanismo desatado sin paragón. Y así lo atestigua el texto del seminario oficial presentado ante el Tribunal Internacional que juzgó a los criminales de guerra nazis a Nuremberg en octubre de 1945. Los asesinatos y malos tratos fueron efectuados por medios diversos que inducían el fusilamiento, la horca, la asfixia por gases, la inanición, el hacinamiento en masa, la destrucción sistemática, la imposición calculada de trabajos que superaban las fuerzas de quienes recibían órdenes de realizarlos, la insuficiente provisión de servicios quirúrgico y médicos, los puntapiés, apaleamiento, brutalidades y torturas de todas clases.
Aushwitz demostró la potencial carencia de fundamentos del hombre. Hasta Aushwitz, el hombre estaba confiado de que podía diagramar el curso de la vida sin intervención sobrenatural, sin códigos revelados y pese a todo crear una sociedad viable y moral, pero luego de Aushwitz, el hombre debe atisbar fuera de si en la búsqueda de valores, de moralidad ahora que se ha percatado de sus límites quedó demostrado que el relativismo moral consecuencia del debilitamiento de la generación era un fraude absoluto inútil para brindar una guía firme.
Lo que debemos preguntarnos es si hoy existe en definitiva una moralidad. No cerremos nuestros ojos, miremos a los lados y más allá, protestemos.

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