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La lengua del horror
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Por Lilian Rotter
Entre el 12 y el 22 de julio de 2009, un grupo de aproximadamente 30 profesionales viajaron a Israel para tomar parte en el Seminario “La Enseñanza del Holocausto”, organizado por la Escuela Internacional de Yad Vashem.
Docentes, periodistas, abogados, activistas en Derechos Humanos, psicólogos, artistas plásticos, llegados desde México, Argentina, Paraguay, Costa Rica, Ecuador, Perú, Uruguay, Brasil y Chile, se dieron a la tarea de especializarse en el tema de cómo educar y difundir la Shoá (El Holocausto nazi).
Expertos del Museo de Yad Vashem y de la Universidad Hebrea de Jerusalem, tuvieron a su cargo dictar las clases que ocuparon un amplio abanico de temas tales como: “La didáctica en la enseñanza de la Shoá”, la presentación del proyecto “Cada persona tiene un nombre”, “Ideología Nazi”, “Los dilemas de los líderes judíos en Europa Oriental y Occidental durante el Holocausto”, “Política anti-judía durante los años 1933-1939 y la reacción de los Judíos en Alemania”, “América Latina y sus comunidades judías frente al Holocausto”, “¿Cómo transmitimos el legado del Holocausto a las generaciones venideras?”, “Taller educativo con sobrevivientes del Holocausto” y la presentación educativa: “¿Cómo fue humanamente posible?”.
La visita al Museo Lojamei Haguetaot, en la Galilea, también formó parte fundamental del seminario. Fueron diez días de trabajo intenso para los participantes, quienes al final manifestaron públicamente, frente a sus compañeros y a los organizadores del Seminario en Yad Vashem, su agradecimiento y compromiso para que los conocimientos adquiridos y la experiencia allí vivida, sean semillas que germinen en el futuro inmediato, a mediano y a largo plazo.
Testimonio
Desde antes de nacer, mi vida ya estaba signada por ese manto invisible que significa ser hija de dos sobrevivientes de la Shoá. Y escribo Shoá, y enseguida lo asocio con un término que a fuerza de haber sido tal vez demasiado “manoseado”, da la impresión que ha llegado a banalizarse, que “fastidia”, e incluso voy a ir mas lejos para decir, que pareciera haber perdido el significado real de lo que fue, de la destrucción que dejó, no solo en lo que se refiere a la inmensa cantidad de muertos con nombre y apellido, sino a esa destrucción de los valores esenciales del SER HUMANO, que permitieron, o no evitaron, que algo tan terrible como la Shoá ocurriera hace apenas 70 años.
Y es allí donde radica el peligro que situaciones similares, no iguales, sigan ocurriendo, o que tragedias iguales pretendieran repetirse el día de mañana. Fueron estas reflexiones las que me llevaron a participar en el seminario de Yad Vashem, con la intención de aprender y transmitir de forma óptima a las generaciones actuales, a los hombres y mujeres del futuro, lo que fueron los años “antes”, “durante” y “después” del Holocausto, en una apuesta y una convicción personales de que solo la luz puede salvar al Hombre de la oscuridad, solo la información puede iluminarlo y sacarlo de las sombras de la ignorancia. Ardua tarea la que debe hacerse.
En vista que desde hace dos años resido en Chile, es mi humilde intención, aunque todavía ignoro como canalizarla, que el tema de la Shoá se toque, se hable, se explique, se enseñe en las escuelas y en las universidades chilenas, a través del uso de las herramientas apropiadas que aseguren su entendimiento, y garanticen su permanencia en la memoria y su lugar en la Historia, sobretodo cuando ya prácticamente no quedan casi testimonios vivos que puedan contar lo que ocurrió.
– Lilian Rotter es amiga y colaboradora por muchos años del Comité Venezolano de Yad Vashem, en donde ocupó el cargo de Coordinadora de la Generación de Relevo de la Fundación, viajó desde Chile para tomar parte en el seminario. Fue justamente durante su gestión en Caracas, que nació en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la “Cátedra Fundacional Institucional de Judaísmo Contemporáneo y Estudio de la Shoá”, un logro concretado gracias a los esfuerzos conjuntos de Yad Vashem y la familia Rotter. Esta cátedra fue reconocida a principios de año con el Premio Jerusalem 2008, por su extraordinaria e ininterrumpida labor durante 15 años.

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