Por Bernardo Ptasevich
Me pregunto si este país tan perseguido no será el que tanto buscamos.
En nuestros sitios de la red muchos amigos rioplatenses y sudamericanos preguntan, la mayoría con inocencia: ¿por qué se fueron a vivir a Israel? ¿No les da miedo? ¡Es peligroso! Esos mismos amigos que prenden la televisión en donde viven, o leen el diario, y sólo ven chorrear sangre. Si no balearon a una viejita para robarle la cartera, hirieron a una mujer embarazada a la salida de un banco (previo dato de que llevaba dinero para comprar una casa). Si no arrollaron a una familia corriendo picadas ilegales, acuchillaron al dueño de un quiosco para robarle unos cartones de cigarrillos.
Dicen las noticias, por ejemplo, que hay muchísimos barrios de Montevideo, Uruguay, donde la Policía no puede acceder sin la fuerza de choque, algo que también sucede en la Argentina.
Secuestros, tiros en los estadios de fútbol como en el último fin de semana, menores inimputables que cometen todo tipo de delitos sabiendo que no pagarán por ello, manifestantes asesinados y dirigentes o políticos involucrados. ¡Eso es vida! Al parecer uno se acostumbra a todo y estando dentro del problema lo ve como algo natural, haciendo parecer a otros sitios como peligrosos. Pero el Río de la Plata no es el único sitio que nos podría tentar si queremos cambiar de domicilio, salvo que las añoranzas de la niñez o la juventud y los sitios queridos, nos hagan cerrar los ojos a tal punto de no ver algo tan evidente como que no hay allí respeto por nada, ni por la ley, ni por las instituciones, ni por los ciudadanos, ni por absolutamente nada. La violencia manda a la vuelta de cada esquina.
Veamos un poco más al norte, al gran Brasil, “o mais grande do mundo”. Lindas playas, un norte maravilloso con paisajes menos conocidos que los centros turísticos tradicionales pero con mucha magia, citando sólo a modo de ejemplo Fortaleza, una ciudad balnearia de ensueño. Pero… ¿no era que el ex presidente Lula había hecho un buen gobierno? A grandes rasgos es cierto, si obviamos la errónea política internacional y su alineamiento con Irán y personajes como Ahmadineyad, en el resto ha sido pragmático.
Un sindicalista devenido en presidente de una gran nación era algo muy peligroso. Sin embargo él ha sido pragmático y ha reconocido la realidad mundial para actuar en consecuencia. Pero se olvidó de erradicar la pobreza y la violencia. Una parte pequeña de los pobres subieron un escalón pero la gran mayoría siguieron en sus favelas, en esos asentamientos donde la ley no existe, se vive de las drogas y de los delitos más variados.
Con esos millones de delincuentes sueltos, nadie puede pasear ni caminar tranquilo por ningún rincón del Brasil. El ejército ha logrado entrar a sangre y fuego a las favelas donde encontró gran resistencia, enorme cantidad de armamento en manos de las bandas regenteadas por los jefes de la droga de cada zona. Parece que tendremos que continuar buscando, porque no parece un buen sitio donde vivir. Subimos un poco al resto de Sudamérica y no hace falta ir nombrando los países uno por uno para ver que la violencia se repite y el peligro no nos abandonaría por esos lares.
Podríamos citar a Chile como el país más tranquilo de la zona. La economía chilena ha crecido mucho, los jóvenes estudian, las empresas se insertan en el mundo y todo parece ir a pedir de boca. Pero la naturaleza y también las imprevisiones le juegan a cada momento una mala pasada. Desde los terremotos, hasta los derrumbes de minas, han puesto a Chile en las noticias, no por sus logros sino por sus desgracias no buscadas.
En el vértice opuesto está Venezuela. Un país lleno de petróleo cuya riqueza va a parar directamente a las manos de Hugo Chávez no es una opción para quien quiera vivir con algún tipo de derecho ciudadano, y si eres judío, mejor sigue buscando.
México es uno de los países más peligrosos de América.
En Estados Unidos, los pagos de nuestro amigo Barack Obama, no son muy bien recibidos los inmigrantes. Conseguir documentación para vivir allí requiere de muchísimos requisitos casi siempre imposibles de cumplir.
No sé por qué se asombran de que Israel pueda ser reconocido un día como el país de los judíos, cuando por ejemplo
Estados Unidos es el país de los norteamericanos sin que ninguno de nosotros los juzgue por eso.
Reconozcamos sin embargo que la inmigración es hoy uno de los mayores problemas mundiales, con lo cual la política inmigratoria restrictiva de los Estados Unidos, que funciona desde hace decenas de años, estaría ahora a la moda y adecuada a las circunstancias. Desde mi punto de vista, podríamos descartar todo el continente americano.
Busquemos un poco en Europa, Asia y África, habiendo países tan ricos, quizás allí haya lugares menos peligrosos para nosotros. Podríamos empezar por los más difíciles, donde además nuestra condición de judíos convierte lo difícil en muy riesgoso. Descartemos sin más trámite lugares como Irán, Irak, Arabia Saudita, Jordania, Egipto, la Franja de Gaza, Siria, y mejor no seguimos con la larga lista. No vale la pena abundar en los motivos porque precisaríamos decenas de publicaciones sólo para ello.
En el mejor de los casos terminaríamos allí torturados, nuestras mujeres violadas, y quizás colgados en una plaza pública por el solo hecho de pensar o de creer en algo diferente. Por eso es mejor que busquemos en la civilización occidental, allí seguro que habrá un sitio. Veamos en España; tienen nuestro mismo idioma, la llamábamos la madre patria, así que seguramente acogería a sus hijos sudamericanos con agrado. Pero no, un latino puede allí ser presa fácil de los grupos violentos y ser golpeado en un tren o en la vía pública, discriminado en los trabajos y en la sociedad. Si además es judío, vaya agravante.
Por supuesto que esos hechos los producen delincuentes y no debemos generalizar. Pero los Gobiernos de España se han empeñado en ver las cosas con un cristal equivocado y hay en la opinión pública fobia al extranjero, además de un rechazo mayoritario a Israel y a todo lo que sea judío.
Junto con el resto de Europa han sido invadidos por la inmigración musulmana que poco a poco va imponiendo sus costumbres, sus ideas, y mediante el miedo va generando que no se les exija el respeto debido a la ley y las costumbres de Occidente.
Así como están las cosas en el mundo, me pregunto si este país tan chiquito y perseguido no será ese lugar que tanto buscamos. A pesar de los atentados y misiles que por suerte se han reducido gracias a las acciones de Tzáhal y organismos de defensa, aquí no se vive con miedo.
Todos nos cuidamos, cuidamos al vecino, al amigo y a cada ciudadano, pero no nos cuidamos de esas cosas que mencionamos en los diferentes países propuestos para la mudanza; nos cuidamos del enemigo. En la vida cotidiana vivimos una tranquilidad difícil de explicar. Siempre cuento que en mi ciudad podemos salir solos a las dos de la mañana, y aun que no haya una sola persona en la calle.
Si alguien nos toca el hombro para pedir fuego es porque quiere fumar, no para robarnos ni para matarnos por 10 shékels. Ese mismo hecho en un país de Sudamérica ya saben ustedes en que puede terminar. Al pedido de fuego seguirá el luto de la familia o la visita al hospital. Las patotas violentas y racistas pululan por un mundo lleno de inadaptados racistas que alimentan su vida de golpes, con palos o navajas y con abusos, por supuesto que siempre en grupo y contra alguien más débil.
En Israel hay peligros pero la gran mayoría de ellos provienen de afuera y sabemos defendernos. Puede ser que caigan misiles desde Gaza, o que haya que cuidarse de Hizbollah en la frontera norte. Pero en contrapartida la vida diaria es mucho más segura que en otros sitios del planeta. No es que no existan delitos, pero son perseguidos y castigados.
Es difícil que haya robos de bancos, porque hay cámaras en todos lados que graban los movimientos, porque también hay guardias de seguridad o alguien no uniformado que podría intervenir. Aquí la gente va a los cajeros automáticos sin miedo de que los roben, habla por celular dentro del banco, los cajeros hacen señas a la gente pero no para marcar a una víctima sino para saludarlos.
He terminado la búsqueda. Mi familia y yo hemos decidido que este es nuestro sitio, nuestro lugar. Con sus defectos y virtudes, Israel es un país que se hace querer, que te mueve las fibras al punto de querer ser parte de su historia.
Fuente: Aurora Digital