Por Yvonne Green
Profundamente perturbada por informes de la maliciosa matanza y destrucción efectuadas durante la Operación Hierro Forjado, sentí que era necesario verlo por mí misma. Volé a Tel Aviv y el miércoles, 28 de enero, utilizando mi credencial de prensa, crucé el control de Erez. Crucé caminando la frontera hacia Gaza, en donde me encontré con mi guía, un periodista palestino. Me preguntó si me gustaría reunirme con Oficiales de Hamas. Le expliqué que había venido para ser testigo de los daños ocasionados y del sufrimiento de civiles y no para hablar de política.
Un hombre palestino sostiene sacos de arroz previo a su distribución a palestinos en un centro de Distribución de alimentos de las Naciones Unidas en el campo de refugiados Shaati en la Ciudad de Gaza.
Lo que vi es que se habían realizado ataques de precisión sobre toda la infraestructura de Hamas. ¿Acaso el señor Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, critica la destrucción quirúrgica del depósito de explosivos en la Mezquita Imad Akhel, de el recinto de las Fuerzas Nacionales, de la estación de policía del Ministerio de Prisioneros de Shi Jaya? Los residentes de Gaza que conocí no se lamentaban por el estado policial. Tampoco estaban radicalizados. Mientras los camisas negras de Hamas amenazaban en las esquinas de la ciudad, fui testigo de cómo éstos eran ignorados por los peatones.
Había camas vacías en el Hospital de Shifa y un ambiente amenazante. Hamas ha sido reducido a blandear su autoridad incontestable desde extensivos refugios anti-aéreos los cuales, en conjunto con el hospital, fueron construidos por Israel hace 30 años. Los aterrorizados ciudadanos de Gaza, utilizaron un doble discurso cuando me dijeron que la mayoría de los 5.500 heridos estaban siendo tratados en Egipto y Jordania. Ellos quieren que se sepa que esa cifra es una mentira, y me mostraron que los heridos no estaban en Gaza. No existe evidencia alguna de su presencia en hospitales extranjeros o de cómo pudieron haber llegado hasta allá.
Desde las mansiones de la familia Abu Ayida en Jebala Rayes hasta Tallel Howa (el área residencial más densamente poblada de la Ciudad de Gaza), los habitantes de Gaza contradicen las versiones que indican que Israel ha atacado a civiles de manera criminal. Me repitieron una y otra vez, que tanto civiles como los combatientes de Hamas habían evacuado de manera segura las áreas de actividad de Hamas en respuesta a las advertencias recibidas a través de llamadas telefónicas israelíes, volantes y de advertencias por megáfonos.
Viendo a Al-Fakhora se hace imposible comprender como los informes de las Naciones Unidas y de la prensa podían haber presumido que la escuela de la UNWRA había sido el objetivo de bombardeos israelíes. La escuela, como la mayor parte de Gaza, estaba visiblemente intacta. Se me mostró el lugar cercano de donde Hamas había estado disparando, y las marcas de misiles israelíes eran inconfundibles en la calle afuera de la escuela.
Cuando me reuní con Mona al-Ashkor, una de las 40 personas heridas al correr hacia Al-Fakhora – no adentro de la escuela como ha sido reportado amplia y persistentemente – se me dijo que Israel había advertido a las personas que no se refugiasen en la escuela ya que Hamas se encontraba operando en el área, y que algunas personas habían ignorado la advertencia debido a que la UNWRA les había indicado previamente que la escuela sería un lugar seguro. Los informes de la prensa indicando que el número de fallecidos era de 40 personas, fueron negados.
Me contaron historias de la calle Samouni las cuales se contradecían, la una a la otra. Ejemplos de esas inconsistencias son que 24, 31, 34 o más miembros de la familia Fatah Samouni habían muerto. Que todas las muertes ocurrieron cuando Israel bombardeó un edificio seguro en el cuál se había dicho a 160 miembros de familia que se refugiaran; se me mostró el edificio seguro pero se veía externamente intacto e incluso seguía colgada la ropa lavada afuera de uno de sus balcones. Se me dijo que algunas personas habían dejado el edificio y que fueron impactadas en otra casa. Que una persona fue abaleada cuando estaba en el exterior recogiendo madera para fuego. Que no hubo resistencia – pero la ventana superior derecha del edificio seguro (que aparece en el programa Panorama “Desde las ruinas” de la BBC que fue transmitido el 8 de febrero) tenía una marca negra en la parte superior – una marca indicativa de que se había disparado armamentos desde el interior de ese lugar.
Vi, grandes cráteres y un contenedor deformado que aparentaban haber sufrido daños por un impacto interno (las superficies externas estaban intactas). Los recuentos en los medios de lo ocurrido en la calle Samouni no mencionan estos potenciales indicadores de depósitos de explosivos (a pesar de que dicho contenedor es visible en la cobertura realizada por los medios). El hijo mayor de la familia Samouni me contó durante una entrevista grabada que él tenía un CD con la grabación de las Matanzas. De lo que tengo conocimiento, nada de esta grabación se ha hecho público.
También manifestó que hay miembros de su familia que aún no han sido hallados.
Los medios han fabricado y examinado alegatos de que Israel cometió un crimen en contra de los Samounis sin mencionar que la familia es de Fatah y que algunos de sus miembros siguen desaparecidos. No han considerado lo que se puede especular de dichos hechos: que Hamas pudo haber estado activo no solamente en la matanza de los Samouni, sino también en aplicar la fuerza sobre los Samounis para que acusasen a Israel. La Gaza que yo visité estaba socialmente intacta. No había personas sin hogar, heridos caminando, hambrientos o carentes de ropa. Las calles estaban llenas de
gente, de los almacenes colgaban vestidos bordados y ollas de cocina gigantescas, los mercados estaban llenos de carne fresca y hermosos productos del campo – rábanos rojos de tamaño mayor al de una toronja.
Unas madres acompañadas por un chico de 13 años de edad me dijeron que estaban aburridas de salir de sus casas todos los días para sentarse en escombros todo el día y decirle a la prensa como habían sobrevivido. Unas mujeres que eran graduadas universitarias y que encontré en Shijaya hablaban de la educación como un poder para quien la posee, mientras unos ancianos las miraban.
Nadie alababa a su gobierno, mientras me mostraban los sitios donde estaban los túneles en los cuales se escabulleron los combatientes. Nadie declaró victorioso a Hamas por crear un frente de batalla civil obligatorio, mientras me enseñaban lo que quedaba de hogares y escuelas llenas de trampas con explosivos.
De lo que pude ver y de lo que se me dijo en Gaza, la Operación Hierro Forjado localizó con precisión las bases de poder de un régimen totalitario y, en gran parte, neutralizó los planes de Hamas para hacer de Israel su herramienta para el sacrificio de civiles.
La corroboración de mi relato puede encontrarse en retracciones tardías y retaceadas relacionadas a la escuela de la UNWRA en Al-Fakhora; en un reconocimiento aislado de que Gaza se encuentra substancialmente intacta por parte del The New York Times, en las correcciones de los medios en Internet y en la discrepancia no resuelta entre el presunto número de heridos y su paradero no reportado.
La autora es una poetisa y escritora independiente que reside en Londres. Su colección Boukhara fue acreedora de un premio Smith/Doorstop en 2008. También traduce la poesía de Semyon Lipkin, poeta ruso de la II Guerra Mundial.
Fuente: Jerusalem Post