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Rabino Iona Blickstein
Un viernes, víspera de Shabat, el Tzadik Rabi Menajem de Pramishlian pidió a sus jasidim, más allegados, que lo acompañen a la cocina donde los preparativos para el santo día estaban ya muy adelantados.
Al llegar allí, el Tzadik les dijo: “Seguro sabrán ustedes que el pescado se alimenta de pececitos pequeños y se preguntarán ¿cómo logra atraparlos? El cazador usa sus trampas, el lobo y el oso poseen sus garras, pero el pescado ¿cuáles son sus armas?, ¿cómo consigue su alimento?”
Los alumnos del Rabí no demostraron demasiada preocupación por la suerte de los peces. El justo Rabí captó sus pensamientos y les preguntó ¿Piensan ustedes que esta no es una pregunta? El pez es grande y rápido, y persigue a los peces, también si logran escapar muchos de ellos, siempre quedarán algunos para alimentarlo.
Los alumnos estuvieron de acuerdo con la respuesta del Rabí, y él agregó: “aunque esa puede ser la realidad, si el pez tragase a los pececitos por la cola, sus aletas podrían quedar estancadas en su garganta y sus espinas podrían herirlo y atragantarlo en su primera comida”. Los discípulos no tenían respuesta al análisis del Rabino.
Dijo El Rabí: “Entremos a la cocina y veamos”; sobre la mesa de trabajo vieron un pez grande que compraron para honrar al Shabat, la cocinera cortó el estómago del pecado, todos vieron los intestinos y dentro de ellos una cantidad de pececitos, todos, hasta el último de ellos, la cabeza estaba en dirección a su cola.
¿Están viendo?, dijo el Tzadik, el pez no persigue a los pececillos, pasea por las aguas, abre su boca y los que necesita para su alimentación entran por su boca abierta y se deslizan hacia su garganta, las aletas van hacia atrás y penetran directamente a sus entrañas para su satisfacción y alimento.
Este cuento tiene que ver con unos de los momentos de nuestra travesía por el desierto durante cuarenta años, cada uno del pueblo de Israel recibía cada día su porción de mana del cielo y el viernes recibía una doble porción, pero he aquí el detalle, los justos tomaban el mana cerca de su casa, mientras que los malvados tenían que trasladarse fuera del campamento para recoger su porción.
Estamos sorprendidos, ¿“malvados” durante el camino en el desierto? Estos eran los que tenían falta de Fe, que dudaban si la porción de mana llegaría hasta su puerta, ellos decían, puede que el mana caiga a distancia del campamento y tendré que molestarme en ir a buscarlo.
Dice el santo libro del Zohar, “Shatu Aam”; Shatu, del vocablo “Shetut” , hablaban tonterías se equivocaron, aquel que pensaba así, tuvo que viajar lejos para encontrar el mana. (Zohar, 2ª parte 63:1)
Esta enseñanza es eterna, por eso Aharon el Cohen tomó una medida considerable de mana (omer) y la colocó frente al “Aron haBerit”, el arca del pacto, como recuerdo para las generaciones “para que vean el pan con el que os alimenté en el desierto, cuando os saque de la tierra de Egipto” (Shemot: 16:32).
Nos preguntamos: Sabemos que está prohibido entrar al (Kodesh haKodashim), el lugar más sagrado del Templo, donde se colocó el frasco con el mana, entonces ¿cómo verán, si no pueden entrar?
Nuestros Sabios nos revelan que en los días del Profeta Irmiahu, como les reprendía por no ocuparse de la Torá, arguyendo que estaban ocupados en lograr su sustento, le fue ordenado por el Eterno de sacar el “frasco del mana” y decirles: “Ustedes, vean el verbo de D-s” (Irmiahu, 2:31), “¡Con esto se alimentaban vuestros padres!, muchos encargados tiene HaShem para preparar alimentos para los que Le temen” (Rashi, Shemot: 16:32).
Esa es la razón por la cual ordenó guardar el mana en el frasco, para decirnos que el que se profundiza en las maravillas de su parnasa, su sustento, se dará cuenta que también hoy este proviene del cielo, de ahí es donde cae el mana, solo que hoy día está dentro de un frasco envuelto en algo natural, pero aquel que sabe mirar mas allá de la cobertura descubrirá la mano de D-s en su medio de vida.
Esto se refiere también a las “corridas tras el pan de cada día”.
Cuenta el Midrash que una persona quiso viajar para encontrar trabajo y así traer el pan para su familia, recibiendo la desaprobación de su señora. Escuchó a su esposo estudiar un versículo del libro de Yiov que así decía: “No existe ninguna hebra de cabello que a quien el Santo bendito es no le haya creado su propio hoyo, para que una hebra no se nutra de otro agujero”(Vaikra Raba, 153).Le dijo su mujer “ninguna hebra de cabello tiene que marchar a otro lugar para alimentarse ….y tú quieres salir y buscar tu parnasa, tu medio de vida? quédate en tu lugar y tu Creador te ayudará. Obedeció a su mujer y del Cielo lo ayudaron.
“Todo depende de D-s, menos el temor al cielo”. (Tratado de Berajot, 33:2)
El sustento esta ya fijado desde Rosh HaShana, principio de año, y ¿que vemos? Por algo hay la promesa divina, como el sustento. La gente corre, se preocupa y se desvela y en los asuntos materiales, el estudio de la Torá y elevación espiritual lo toman muy a la ligera y no se esfuerzan para lograrlos.
¿Podríamos modificar nuestro comportamiento? Por supuesto que sí, no es difícil, solo depende de nuestra buena voluntad.

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