Por Rebeca Perli
Ya la llama olímpica ilumina Londres, ciudad que se viste de gala para recibir las delegaciones deportivas de 204 países en la celebración de las XXX Olimpiadas Modernas del 27 de julio al 12 de agosto próximo.
Después de los 1.503 años transcurridos desde los últimos Juegos Olímpicos en la antigua Grecia, el Barón de Coubertin logró su sueño de reanudarlas, y las primeras Olimpíadas Modernas tuvieron lugar en Atenas en 1896.
"Además de desarrollar la personalidad individual de los atletas, contribuirán a fomentar la paz entre las naciones", había dicho Coubertin, evocando el espíritu primordial de las olimpiadas durante las cuales cesaban las hostilidades entre las ciudades Estado y se instauraba la paz olímpica. De Coubertin insistió tenazmente en los beneficios de fomentar la comprensión entre los pueblos a través del deporte y esta es la esencia de las olimpiadas, pero una sombra pesa sobre tan noble ideal: la matanza de once atletas israelíes perpetrada por el movimiento terrorista palestino Septiembre Negro, en el marco de las Olimpiadas de Munich en 1972. Esa sombra marcará por siempre los juegos olímpicos y en esta ocasión, al cumplirse 40 años del macabro acontecimiento, se hicieron amplias gestiones ante el Comité Olímpico Internacional (COI) para que se guarde un minuto de silencio en recuerdo de los once deportistas, lo cual, no solo sería un justo reconocimiento, sino también una condena al terrorismo y un alerta en prevención de actos similares. De hecho, el temor sigue latente como se desprende de las estrictas medidas de seguridad que se están tomando en Londres.
El COI negó la solicitud de honrar a los atletas israelíes asesinados. Vaya desde estas líneas un sentido homenaje a su memoria.