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Cosa juzgada
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Editorial diario La Nación, Argentina
Las tristes y tibias palabras del titular de la AMIA, Guillermo Borger, pronunciadas ayer durante el acto en el que se conmemoraron los 18 años del atentado terrorista perpetrado contra esa institución son una síntesis del sentimiento que embarga a la enorme mayoría de los argentinos: "Sabemos que a 18 años, los 85 muertos y más de 300 heridos siguen reclamando justicia y no descansan en paz". Mientras tanto, el tiempo sigue pasando y, por ello, conspirando contra el descubrimiento de la verdad, tanto en lo que hace a la conexión internacional -esto es, la posible participación iraní en ese terrible atentado- y la conexión nacional.
Cristina Fernández de Kirchner no asistió a la ceremonia. En cambio, se desplazó a La Paz, en compañía del canciller, Héctor Timerman, y otros funcionarios. Haber viajado a Bolivia en la fecha misma del aniversario del atentado fue un error. Porque, como también recordó Borger, uno de los funcionarios más importantes de Irán, acusado de ser coautor ideológico del atentado, acaba de ser recibido en Bolivia "con honores". Ocurre que Irán es socio estratégico tanto de Bolivia como de Venezuela. Por esto la elección de la fecha para la reunión de la Presidenta con Evo Morales fue equivocada. "Los imputados seguirán burlándose de nosotros y de las víctimas, como lo hizo hace poco tiempo el ministro de Seguridad de Irán, Ahmad Vahidi, uno de los principales requeridos y sospechados, recibido oficialmente en territorio boliviano", manifestó Borger con absoluta razón.
La lamentable ausencia de la Presidenta en este aniversario del atentado contra la AMIA, sumada a su inoportuno desplazamiento a Bolivia el mismo día, es doblemente reprobable.
Ese viaje, según los anuncios de nuestro nuevo embajador político en ese país, Ariel Basteiro, tiene como objetivo central negociar una rebaja del precio del gas que Bolivia vende a la Argentina. Sus declaraciones, sin embargo, fueron inmediatamente desmentidas por el ministro boliviano de Energía e Hidrocarburos, Juan José Sossa, quien negó las informaciones del diplomático rioplatense, diluyéndolas en lo que para él es una amplia agenda que no está limitada a la cuestión del gas natural. El vicepresidente boliviano, Alvaro García Linera, agregó que la conversación de su país con la Argentina tiene que ver con la posibilidad de que Bolivia venda gas licuado a la Argentina cuando la planta separadora que se construye en Tarija haya sido terminada. Hablamos de 2014. Nada inmediato, ni demasiado urgente, entonces.
Aparentemente, otro de los temas de la agenda bilateral tiene que ver con la posibilidad de legalizar la situación de los cientos de miles de inmigrantes bolivianos en la Argentina, cuestión que no puede tomarse a la ligera por sus impactos relativos.
De todos modos, lo cierto es que un año más ha transcurrido desde el espantoso atentado y la verdad real de lo ocurrido y la identificación y castigo de sus verdaderos autores intelectuales y materiales están aún muy lejos, demasiado lejos. Es una vergonzosa deuda del Estado argentino, dado que existe desde hace muchos años una unidad fiscal dedicada exclusivamente al caso de la AMIA. Por eso, la impunidad no debiera ser la palabra final para tanta muerte y tanto dolor.

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