Por Juan Carlos Antón
Miran serios a la cámara y están rígidos como el almidón de su ropa. Es Polonia en los años veinte. No saben que dentro de unos años algunos de ellos serían asesinados en un campo de concentración a manos de los nazis. La historia de la imagen, trágica, es recordada ahora por uno de sus descendientes, el fotoperiodista Dani Yako, quien el martes inauguró en el Museo del Holocausto porteño su muestra Un viaje. "Siempre me había gustado esa foto, la tenía en mi mesa de luz. Se mandaban a la familia que se había ido. Eran como una tarjeta postal. Los de arriba se salvan y los de abajo, los más chicos que se quedan, murieron. Eran mi bisabuelo, mi bisabuela y mi tío. Con mi abuela, que también aparece ahí, no se podía hablar del tema", cuenta.
Yako -jefe de fotografía de Clarín- viajó con esa imagen en 2007 hasta Telaki, el pueblo de su abuela donde se sacó la foto y luego hizo los tres kilómetros a Treblinka, el campo de exterminio nazi donde sus familiares fueron asesinados. Puso la famosa foto familiar sobre una de las piedras del memorial que se levanta en el lugar y disparó con su cámara. Claro que no le resultó nada fácil: "En teoría, es la foto más fácil de la muestra. No es complicada pero en el momento no la podía hacer. Me temblaban las piernas. Anochecía. Cuando volví al hotel, estaba exhausto". Tanto fue así que esa noche al verlo en un restaurante, lo interrogaron y casi lo detienen.
El momento le hizo recordar a su propia historia: Yako estuvo secuestrado en la última dictadura y debió exiliarse. "El tema judío nunca había sido tan importante ni lo es en mi vida. Mis padres y mi familia son comunistas, pero hubo una serie de circunstancias como cuando estuve secuestrado: me pegaban el doble por ser judío. Sin dudas, tiene que ver con mi historia y todo se apareció muy fuerte en Polonia", asegura.
Otra foto central de la exposición es el autorretrato de Yako, que tomó en el campo de concentración de Auschwitz. "Mientras sacaba fotos de las pilas de zapatos de las víctimas, sobre el vidrio que me separaba vi reflejada mi imagen y disparé. La foto está lograda pero con esta muestra no quiero algo autorreferencial. Tengo mis dudas sobre si es válido o no lo que estoy haciendo, porque finalmente es una aproximación estética. Me gustaría que no se viera como algo relacionado sólo con el pueblo judío. La idea es pensar en cómo el ser humano puede llegar a ese horror. Es una decisión. Eran gente muy formada", dice.
La exposición está compuesta por nueve fotos en blanco y negro y es el primer trabajo "abstracto" de Yako. "No hay gente como centro de la imagen. Siento que es un homenaje a las víctimas del Holocausto y de otras persecuciones. Lo veo como un instrumento. Ojalá que la gente pueda reflexionar", comenta.
Al volver de Polonia, el trabajo se publicó en Viva en 2008, en el día de la liberación de Auschwitz. "Pasó algo raro -recuerda Yako-. Se juntó mucho la familia a partir de estas fotos. Mi madre se las mandó a los descendientes de la foto en Israel. Ellos sintieron que yo había llevado la foto por todos. Esa era la idea. Todos querían hacer este viaje y me tocó a mí".
Fuente: El Clarín / Argentina