Por Barry Rubin
Cuanto más pienso sobre la situación de la seguridad de Israel, en este momento, mejor se ve. Obviamente, esto es contrario a la intuición dada la parcialidad de los medios de comunicación, las distorsiones académicas, y las campañas en favor de boicots de diversos tipos. Por supuesto, Israel comienza a partir de la base de enfrentar muchos más desafíos en materia de seguridad que cualquier otro estado moderno. Sin embargo, para los estándares israelíes el pronóstico es bueno.
Tomará un rato enumerar todos los factores, por lo que vamos a empezar; mientras el tintero sigue lleno.
Superficialmente, la “Primavera Árabe”, junto al crecimiento del islamismo revolucionario sin duda se ve mal, pero vamos a examinar las implicaciones a corto plazo. Al volver a entrar en un período de inestabilidad y prolongar los conflictos dentro de cada país, el mundo de habla árabe está cometiendo un retroceso auto-inducido. Las batallas internas desbaratarán a los ejércitos y las economías árabes, lo que reducen sus capacidades para combatir contra Israel. De hecho, nada podría ser más propenso a obstaculizar el desarrollo que las políticas islamistas.
Uno no debería confiarse demasiado esperando que los regímenes árabes estén demasiado ocupados lidiando con las transformaciones internas como para querer montar una aventura externa en contra de Israel. Sin embargo, esto es mucho más cierto que en las últimas décadas. Y aunque les gustaría atacar a Israel; son menos capaces de hacerlo de manera efectiva dado el desbarajuste de sus sociedades, sus debilitados ejércitos, las alianzas inciertas, y la ausencia de un patrocinador occidental.
Es probable que todos los países árabe parlantes se vean azotados por la violencia, el conflicto y el desorden interno, y el lento progreso económico y social durante años, incluso en las próximas décadas.
Los occidentales van a desilusionarse, cuando las reformas lleguen a un punto muerto, la opresión de las mujeres aumente, y el islamismo produzca socios poco atractivos. Es cierto que la izquierda occidental idealiza al islamismo; pero el número de personas convencidas de que estos regímenes son más atractivos que Israel será menor cuando los movimientos – que el marxismo tradicionalmente ha descrito como – “clerical-fascistas” florezcan.
Por otra parte, con respecto a Turquía e Irán, el año pasado ha sido un desastre para sus ambiciones regionales de poder. Con el aumento de los movimientos islamistas sunitas árabes en Libia, Túnez, Egipto y Siria, los árabes sunitas no ven la necesidad de acudir a los turcos no-árabes y a los persas no-árabes no-sunitas.
La influencia de Turquía se limita al norte de Irak y – en gran parte gracias al respaldo de la Administración Obama – a la oposición siria. Y si Siria se convierte ya sea en un país suní islamista o en una nación democrática más moderada; Damasco prescindirá rápidamente de cualquier necesidad de patronazgo turco.
En cuanto a Irán, ha perdido prácticamente todos sus recursos no-chiís musulmanes, particularmente a Hamas. Una vez más, los islamistas árabes sunitas no van a seguir a la conducción de Teherán; mientras que los países árabes sunitas no querrán ceder el liderazgo de “su” Oriente Medio a Irán.
Por lo tanto, el gran conflicto de Oriente Próximo de esta era será entre suníes y chiíes – y no entre árabes e israelíes. No obstante, una serie de conflictos han estallado a lo largo de la frontera entre sunita-chiíta, en tanto que ambos bloques compiten por el control del Líbano, Siria, Irak y Bahréin.
Además, la guerra civil siria está destruyendo al país y continuará paralizándolo durante algún tiempo. Cuando haya pasado la tormenta, cualquier nuevo gobierno va a tener que tomarse un tiempo para hacerse cargo de las ruinas, controlar las peleas, tratar con los diversos grupos étnico-religiosos, y reconstruir sus fuerzas armadas. En el Líbano, el dominante Hezbollah, que está tratando de mantenerse en el poder y está preocupado por el destino de su patrón sirio, no quiere una confrontación con Israel.
Luego están los sobrevivientes regímenes tradicionalistas – Arabia Saudita, Jordania y los cinco emiratos del Golfo – que saben que la principal amenaza para ellos es Irán y los islamistas revolucionarios internos, y no Israel. De hecho – se han dado cuenta -, Israel es una especie de protector para ellos, ya que también se opone a aquellos que quieren poner sus cabezas en la guillotina.
Un punto muy importante para destacar es cómo los árabes y sobre todo los palestinos, desperdiciaron por completo la mejor oportunidad que alguna vez hayan tenido para ganar un mayor apoyo de los EE.UU. y ampliar las grietas entre Washington y Jerusalén para trasformarlas en un abismo. Si hubiera estado correctamente motivada, la administración de Obama estaba lista para convertirse en el gobierno más activamente pro- palestino en la historia de Norteamérica, para ofrecer mayores concesiones a la Autoridad Palestina (AP), y para presionar a Israel, más de lo que nunca antes se hubiera visto.
En cambio, se negaron a cooperar con Obama y rechazaron sus iniciativas. La AP desperdició el mandato entero de Obama, al negarse incluso a negociar con Israel. Arrebatando la derrota de las fauces de la victoria, la AP demostró repetidamente al gobierno de EE.UU. que era la parte intransigente. Y aunque los funcionarios estadounidenses nunca lo admitan públicamente; éstos tuvieron ciertamente que desistir como resultado de ello.
Ofrezco esta lista no para alegrarse de las desgracias de los demás, incluso de aquellos que son hostiles, porque su gente es la verdadera víctima. Sin embargo, estas desgracias son el resultado de las decisiones que tomaron. Esta es la realidad actual del Oriente Medio.
Por otro lado, Israel es un éxito dramático en términos de progreso económico. El país se ha convertido en un líder mundial en alta tecnología, medicina, ciencia, computación, y otros campos. Ha abierto nuevos vínculos con Asia. El descubrimiento de gas natural y yacimientos petrolíferos prometen ser una afluencia masiva de fondos para los próximos años.
Y a pesar de las disputas internas (las protestas sociales, los debates sobre el enrolamiento militar de los estudiantes religiosos, los bullicios desagradables sobre ciertas personalidades, y los escándalos de corrupción menor), Israel es básicamente un país estable y unido (donde cuenta). La idea de que Israel está amenazado por el fracaso en obtener una paz oficial con los palestinos es un insumo básico de la charlatanería occidental, pero no tiene gran impacto en la realidad.
Por supuesto, hay amenazas – Irán está tratando de obtener armas nucleares, Egipto se está volviendo beligerante, pero ambos peligros yacen en el futuro y no son factores limitantes. En el caso de Irán, hay una presión externa y, en realidad, problemas para la fabricación de las armas; con respecto a Egipto, tanto el ejército como el equilibrio de las fuerzas internas limita a los islamistas radicales. Y si hay conflictos, Israel es muy capaz de defenderse.
Los escritores de editoriales extranjeras nunca lo admitirán, los corresponsales extranjeros pueden condenar al trueno; no obstante, Israel y su seguridad están en buen estado.