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Tremenda frase ¿no? Seguramente todos oyeron alguna vez hablar de la resolución 3379, la cual equiparaba al sionismo con racismo al decir claramente que: "la Cooperación internacional y la paz requieren el logro de la liberación nacional y de la independencia, la eliminación del colonialismo y neo-colonialismo, la ocupación extranjera, el Sionismo, el Apartheid y la discriminación racial en todas sus formas, así como el reconocimiento de la dignidad de los pueblos y su derecho a la autodeterminación" y luego agregar que "el régimen racista en la Palestina ocupada y el régimen racista en Zimbawe y Sudáfrica tienen un origen imperialista en común, formando un todo y teniendo la misma estructura racista y estando vinculadas orgánicamente en su política orientada a la represión de la dignidad e integridad del ser humano".
Para luego rematar con que se "declara que el Sionismo es una forma de racismo y discriminación racial". Se recomienda leer el contexto en que dicha resolución fue adoptada.
Sin embargo, en este post me abocaré a copiar parte de la respuesta del Embajador Israelí ante la Organización de Naciones Undias (ONU). Vemos que en 2006 se padecen los mismos problemas que en 1975.
Respuesta israelí a la resolución 3379 de la ONU
Reproducimos los pasajes más importantes pronunciados por el entonces Embajador israelí ante las Naciones Unidas, Jaim Herzog, ante la Asamblea General de la ONU, contestando a la resolución 3329, que equiparara al sionismo con el racismo, el 10 de noviembre de 1975.
"Sr. Presidente, es simbólico que este debate, que bien podría demostrar ser un punto de inflexión en el destino de las Naciones Unidas y un factor decisivo en la plausible continuidad de la existencia de esta organización, deba tener lugar el 10 de noviembre. Una noche como la de hoy, treinta y siete años atrás, ha entrado en la historia como la Kristallnacht, la noche de los cristales. Fue la noche del año 1938 en que las tropas de asalto de Hitler lanzaron un ataque coordinado contra las comunidades judías en Alemania, quemaron sinagogas en todas las ciudades y encendieron hogueras en las calles con las Sagradas Escrituras y los Rollos de la Torá.
Fue la noche en que los hogares judíos fueron atacados y los jefes de familia separados de sus seres queridos, muchos para ya no volver. Fue la noche en que los escaparates de todas las tiendas y negocios judíos fueron destrozados, cubriendo las calles en las ciudades de Alemania de una película de cristales rotos que se disolvieron en los millones de cristales que dieron nombre a dicha noche. Fue la noche que condujo, eventualmente, a las cámaras de gas, Auschwitz, Birkenau, Dachau, Buchenwald, Theresienstadt y otros campos. Fue la noche que llevó al más terrorífico holocausto en la historia del hombre. Esta de hecho convenido, Sr. Presidente, que este debate, concebido con el deseo de desviar al Medio Oriente de sus movimientos hacia la paz y engendrar un sentimiento penetrante de Antisemitismo, tenga lugar en el aniversario de este día. Está de hecho convenido, Sr. Presidente, que las Naciones Unidas, que comenzó su vida como una alianza Anti-Nazi, deba treinta años después verse en camino de convertirse en el centro mundial del antisemitismo.
Hitler se hubiera sentido en su casa en numerosas ocasiones a lo largo del último año, escuchando las exposiciones en este forum, y por sobre todo las exposiciones durante el debate sobre el sionismo.
La resolución contra el sionismo fue originalmente una que condenaba el racismo y el colonialismo, materia en la cual podríamos haber consensuado, consenso que, por otra parte, es de gran importancia para todos nosotros y para nuestros colegas africanos en particular. Sin embargo, en lugar de permitir que esto ocurriera, un grupo de países, embriagados por el sentimiento de poder inherente a la mayoría automática y soslayando la importancia de lograr un consenso en la cuestión, encaminaron a la ONU, en una maniobra desdeñosa, a través del uso de la mayoría automática, hacia la inclusión del sionismo en la materia sujeta a debate.
No vengo a esta tribuna para defender los valores morales e históricos del pueblo judío. Vengo aquí a denunciar los dos grandes males que amenazan a la sociedad en general y a la sociedad de naciones en particular. Estos dos males son el odio y la ignorancia. La clave para comprender al sionismo reside en su nombre.
La colina más oriental de la antigua Jerusalén, durante el siglo X antes de la era común, se llamaba Sión. De hecho, el nombre Sión, referido a Jerusalén, aparece 152 veces en el Antiguo testamento. El nombre es una abrumante designación poética y profética. Las cualidades religiosas y emocionales del nombre se deben a la importancia de Jerusalén como Ciudad Real y como Ciudad del Templo. El "Monte Sión" es el lugar en donde Dios mora. Jerusalén, o Sión, es un lugar donde el Señor es Rey, y donde El ha instalado a su rey, David.
El Sionismo es al pueblo judío lo que los movimientos libertarios de áfrica y Asia han sido para sus propios pueblos. En tiempos modernos, en el pasado siglo XIX, avivados por las fuerzas conjuntas de la persecución antisemita y del nacionalismo, el pueblo judío organizó el movimiento Sionista para hacer su sueño realidad. El Sionismo como movimiento político fue la revuelta de una nación oprimida contra la depredación y la malvada discriminación y opresión de los países en los cuales floreció el antisemitismo. No es una coincidencia que los partidarios de esta resolución incluyan países que son culpables de los horribles crímenes del antisemitismo y la discriminación hasta hoy en día.
El apoyo al objetivo del Sionismo fue concebido por el Mandato para Palestina de la Liga de las Naciones y fue nuevamente avalado por las Naciones Unidas en 1947, cuando la Asamblea General votó con mayoría abrumadora por la restauración de la independencia judía en nuestra antigua tierra. El re-establecimiento de la independencia judía en Israel, tras centurias de lucha para sobreponerse a la conquista externa y al exilio, es una vindicación de los conceptos fundamentales de la igualdad de las naciones y de la autodeterminación.
Cuestionar el derecho del pueblo judío a la existencia nacional y a la libertad no es sólo negar al pueblo judío el derecho acordado a todos los otros pueblos del globo, sino también negar el precepto central de las Naciones Unidas. Las diatribas viciadas sobre el sionismo pronunciadas aquí por los delegados árabes podrían llegar a dar a esta Asamblea la impresión errónea de que mientras que el resto del mundo apoyó al movimiento nacional de liberación del pueblo judío, el mundo árabe fue siempre hostil al sionismo. Este no es el caso. Líderes árabes, conocedores de los derechos del pueblo judío, avalaron fervientemente las virtudes del sionismo. Sherif Hussein, líder del mundo árabe durante la Primera Guerra Mundial, vio con buenos ojos el retorno de los judíos a Palestina. Su hijo, el Emir Feisal, que representó al mundo árabe en la Conferencia de Paz de París, tuvo esto para decir acerca del sionismo: "Nosotros, árabes, especialmente quienes hemos recibido educación, vemos con la más profunda simpatía el movimiento sionista… Les desearemos a los judíos una cálida bienvenida a casa… Estamos trabajando juntos para un Cercano Oriente reformado y revisado, y nuestros dos movimientos se complementan entre sí.
El movimiento es nacional y no imperialista. Hay lugar en Siria para los dos. De hecho, pienso que ninguno puede ser un éxito sin el otro." Es tal vez pertinente en este punto recalcar que cuando la cuestión de Palestina estaba siendo debatida en las Naciones Unidas, en 1947, la Unión Soviética apoyó fuertemente la lucha judía por la independencia. Es particularmente relevante recalcar algunas observaciones de Andrei Gromydo: "Como sabemos, las aspiraciones de una parte considerable del pueblo judío están vinculadas con el problema de Palestina y con el de su futura administración.
Este hecho apenas requiere pruebas… Durante la última guerra, el pueblo judío experimentó dolor y sufrimiento. Sin ninguna exageración, este dolor y sufrimiento son inefables. Es difícil expresarlos en frías estadísticas sobre víctimas judías a manos de agresores fascistas.
Los judíos en los territorios en donde los hitleristas ejercían dominio fueron sujetos a un aniquilamiento físico casi completo. El número total de judíos que perecieron a mano de los verdugos nazis se estima en aproximadamente seis millones…".
Las Naciones Unidas no pueden ni deben observar esta situación con indiferencia, desde el momento en que esto sería incompatible con los altos principios proclamados en su Estatuto, que brega por la defensa de los derechos humanos, independientemente de raza, religión o sexo… Qué triste es ver aquí a un grupo de naciones, muchas de las cuales no se han liberado si no recientemente del dominio colonial, ridiculizando uno de los más nobles movimientos de liberación de este siglo, un movimiento que no sólo brindó un ejemplo de coraje y determinación a los pueblos que luchan por su independencia sino que ayudó activamente a muchos de ellos durante el período de preparación para su independencia o inmediatamente después.
Aquí tienen un movimiento que es la encarnación de un espíritu pionero único, de la dignidad del trabajo, y de valores humanos duraderos, un movimiento que ha presentado al mundo un ejemplo de igualdad social y democracia abierta que esta resolución asocia con conceptos políticos aborrecibles. Nosotros en Israel nos hemos esforzado por crear una sociedad que se afana en implementar las ideales más altos de sociedad -política, social y culturalmente- para todos los habitantes de Israel, independientemente de su credo religioso, raza o sexo. Muéstrenme otra sociedad pluralista en el mundo en la que, a pesar de las dificultades, Judíos y árabes vivan juntos con tal grado de armonía, en la que la dignidad y los derechos del hombre sean respetados ante la ley, en la que no se aplique la pena de muerte, en la que la libertad de expresión, de movimiento, de pensamiento, estén garantidas, en la que incluso movimientos que se oponen a los objetivos nacionales estén representados en el Parlamento.
Los delegados árabes hablan de racismo. ¿Qué le ocurrió a los 800.000 judíos que vivieron más de doscientos años en tierras árabes, que formaron algunas de las comunidades más antiguas mucho antes del advenimiento del Islam? ¿Dónde están ahora? Los judíos fueron alguna vez una de las comunidades importantes en el Medio Oriente, los líderes del pensamiento, del comercio, de la ciencia medieval.
¿Dónde están ellos en la sociedad árabe actual? Ustedes se atreven a hablar de racismo cuando yo puedo señalar con orgullo a los ministros árabes que han servido en mi gobierno; al vocero árabe de mi parlamento; a los oficiales y hombres árabes que sirven por su propia voluntad en nuestras fuerzas de defensa de frontera y nuestras fuerzas policiales, frecuentemente al mando de tropas judías; a los cientos de miles de árabes de todo el Medio oriente que aglomeran las ciudades de Israel cada año; los cientos de árabes de todo el Medio Oriente que vienen a Israel para tratarse en nuestros hospitales; a la coexistencia pacífica que se ha desarrollado; al hecho de que el árabe sea una lengua oficial en Israel a la par del hebreo; al hecho de que sea tan natural para un árabe servir en cualquier oficina pública en Israel tal como es incongruente pensar en un judío sirviendo en cualquier oficina pública en un país árabe, incluso que sea admitido en muchos de ellos.
¿Es eso racismo? ¡No lo es! Eso, Sr. Presidente, es sionismo. Esta resolución maliciosa, diseñada para desviarnos de su propósito principal, es parte de un peligroso idioma antisemita que está siendo insinuado en cada debate público por parte de aquellos que han perjurado bloquear la movida actual hacia la concordia y en última instancia hacia la paz en Medio Oriente. Esto, junto con movidas similares, esta concebido para sabotear los esfuerzos de la Conferencia de Ginebra para la paz en Oriente medio y para desviar de su propósito a aquellos que están moviéndose a través del camino que conduce a la paz. Pero no tendrán éxito, porque no puedo sino reiterar la voluntad política de mi gobierno de llevar a cabo toda medida que conduzca a la paz, basada en el compromiso.
Lo que estamos viendo hoy aquí no es más que otra manifestación de antisemitismo encarnizado, del odio anti-judío que anima la sociedad árabe. ¿Quién hubiera creído que en este año, 1975, las maliciosas falsedades de los "Sabios de Sión" serían distribuidas oficialmente por los gobiernos árabes? ¿Quién hubiera creído que hoy en día contemplaríamos una sociedad árabe que enseña el más vil odio anti judío en sus jardines de infantes?…
Estamos siendo atacados por una sociedad que está motivada por la más extrema forma de racismo conocida en el mundo actual. Este es el racismo que fue expresado tan sucintamente en las palabras del líder de la OLP, Yassir Arafat, en su discurso de apertura en el Simposio de Trípoli, Libia: "No habrá ninguna presencia en la región más que la árabe…" [Nota BP: no han cambiado muchas cosas hasta hoy…]
En otras palabras, en el Medio Oriente, desde el Océano Atlántico hasta el Golfo Pérsico, sólo una presencia está permitida, y ésta es la presencia árabe. A ningún otro pueblo, sin importar cuán profundas sean sus raíces en la región, le está permitido ejercer su derecho a la autodeterminación. Miren el destino trágico de los kurdos de Irak. Vean lo que le ocurrió a la población negra en el sur de Sudán. Vean el deplorable riesgo en que se encuentra la Comunidad Cristiana en Líbano. Vean la abierta política de la OLP, que en su Convenio de Palestina del año 1964 llama a la destrucción del Estado de Israel, que niega cualquier forma de compromiso sobre la cuestión de Palestina y que, en palabras expresadas por su representante tan sólo días atrás en este mismo edificio, considera a Tel-Aviv territorio ocupado. [Nota BP: exactamente igual que hoy… verdaderamente impersiona que esto fuera dicho en 1975] Vean todo esto, y verán ante ustedes las dos causas de los males gemelos de este mundo, el odio ciego de los proponentes árabes de esta resolución, y la ignorancia abismal y la malicia de aquellos que lo apoyan.
La cuestión frente a esta Asamblea no es Israel ni el sionismo. La cuestión es el destino de esta organización. Concebida en el espíritu de los profetas de Israel, nacida de una alianza anti-nazi tras la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, ha degenerado en un foro que ha sido descrito esta semana por Paul Jonson, uno de los periodistas más prominentes en uno de los principales órganos de pensamiento social y liberal en Occidente, como "rápidamente en proceso de convertirse en una de las creaciones más corruptas y corruptoras en la Historia de las instituciones humanas… casi sin excepción aquellos que conforman la mayoría vienen de países notables por su opresión racista de todos los matices concebibles."
Israel es una democracia social, el acercamiento más próximo al estado libre socialista en El mundo; su pueblo y su gobierno tienen un profundo respeto por la vida humana, tan apasionado de hecho que, a pesar de toda provocación concebible, ellos han rehusado durante un cuarto de siglo a ejecutar tan siquiera a uno de los terroristas capturados. Ellos también tienen un cultura antigua y vigorosa, y una tecnología floreciente. La combinación de cualidades nacionales que han aunado en su breve existencia como Estado es un oprobio perpetuo y amargo para la mayoría de los países cuyos representantes se pavonean en el edificio de la ONU. Así Israel es envidiado y odiado; y esfuerzos se llevan a cabo para destruirlo.
La exterminación de los israelíes ha sido desde hace tiempo el principal objetivo del Terrorismo Internacional; ellos calcularon que si podían quebrar a Israel, entonces el resto de la civilización sería vulnerable a sus asaltos… En la cuestión que tenemos frente a nosotros, el mundo se ha dividido entre el bien y el mal, decencia y maldad, humanidad y villanía.
Nosotros, el pueblo judío, remarcaremos en la historia nuestra gratitud a aquellas naciones que se han rehusado a apoyar esta maléfica proposición. Sé que este episodio habrá fortalecido las fuerzas de la libertad y la decencia en este mundo y fortificado al mundo libre en su determinación de fortalecer los ideales que tanto estiman. Sé que este episodio habrá fortalecido al sionismo así como habrá debilitado a las Naciones Unidas.
Al tiempo que yo estoy aquí en esta tribuna, la larga y orgullosa historia de mi pueblo se desarrolla frente a mis ojos. Veo a los opresores de nuestro pueblo sucederse a lo largo de las eras en una malvada procesión hacia el olvido. Estoy aquí ante ustedes como el representante de un pueblo fuerte y floreciente que los ha sobrevivido y que sobrevivirá a este vergonzoso espectáculo y a los proponentes de está resolución.
No estoy aquí como suplicante. Voten como su conciencia moral se los dicte. Porque la cuestión no es Israel ni el sionismo. La cuestión es la continuidad de la existencia de esta organización, que ha sido degradada hasta su punto más bajo de descrédito por una coalición de déspotas y racistas. El voto de cada delegación grabará en la historia la posición de su país en racismo antisemita y antijudaísmo.
Ustedes mismos portan la responsabilidad de su posición frente a la historia, porque como tales serán vistos por la historia. Nosotros, el pueblo judío, no olvidaremos. Para nosotros, el pueblo judío, esto no es más que un episodio pasajero en una historia pletórica de eventos similares. Ciframos nuestra confianza en nuestra providencia, en nuestra fe y en nuestras creencias, en nuestra sagrada tradición, en nuestros afanes por avances sociales y valores humanos, y por nuestro pueblo donde sea que se encuentre.
Para nosotros, el pueblo judío, esta resolución basada en el odio, la falsedad y la arrogancia, está desprovista de todo valor moral o legal".

Traducción: Sebastián Kleiman

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