Descubriendo el islam temprano
09/08/2012
El pianista de Varsovia
13/08/2012

Por Eliéser Rotkopf
A las cuatro de la tarde de ese día trascendental -el 6 de Iyar de 5708 en el calendario hebreo- se declaró oficialmente la Independencia del Estado de Israel, reafirmando así el inquebrantable vínculo entre la Tierra Prometida y sus hijos. Con ocasión de los sesenta y un años de ese ansiado logro que, hoy por hoy, se alza entre las naciones de Medio Oriente como una realidad pujante, Eliéser Rotkopf discurre sobre "el estoicismo y la valentía" con que el milenario Pueblo Judío ha afrontado las dificultades que la Historia va interponiendo en su camino 
"Éste no es momento de jactancia. Lo que hemos alcanzado es el resultado de los esfuerzos de las generaciones anteriores, en no menor medida que los de la nuestra", David Ben Gurión.
El mismo día que las Naciones Unidas proclamaba la partición de Palestina en un país judío y otro árabe, los judíos festejaron en Roma, delante del Arco de Tito que había sido construido en honor del César, aquel que destruyó Jerusalén en el año 70 de nuestra era.
Allí, sobre las piedras del pasado, Arie Orón, quien fuera luego embajador en Venezuela, con voz vibrante y emocionada, dejó constancia de que, después de dos mil años, el Estado judío sigue vivo en todo su esplendor y renace la vibrante creatividad de nuestro pueblo. Orón, designado primer cónsul de Israel en Roma, otorgó la visa número uno del naciente Estado. El original de esa visa se encuentra en el Museo de Jerusalén.
Una luz entre las naciones brillaba y el círculo se cerraba. La votación en las Naciones Unidas duró tres minutos. Treinta y tres votos a favor, trece en contra, diez abstenciones y un retiro.
Era presidente de la Asamblea General Oswaldo Aranha de Brasil, y dos paladines del continente hicieron oír su voz, llena de pasión y emoción, haciendo vibrar al auditorio: Enrique Rodríguez Fabregat del Uruguay, y Jorge García Granados de Guatemala.
Fuegos artificiales, llantos de alegría, bailes, abrazos y cantos al Divino fueron los festejos de los judíos en el mundo.
Y en esta oportunidad no podemos dejar de citar al visionario Teodoro Herzl, quien señaló: "Si he de resumir el Congreso de Basilea en pocas palabras, serán las siguientes: en Basilea fundé el Estado judío. Si yo dijera esto en público, todo el mundo se reiría de mi. Dentro de cinco años, quizás de todos modos dentro de cincuenta, todos me darán la razón". Escrito en su diario en septiembre de 1897, luego del primer Congreso Sionista en Basilea, su predicción se cumplió.
Y es de resaltar también que Jaim Weizmann, primer Presidente de Israel, se encontró por primera vez con Arthur James Balfour, primer ministro de Gran Bretaña, y cuando trataba de explicarle que la proposición de Uganda para la creación de un Estado judío era imposible, le preguntó cuál sería su reacción si le ofreciera París en lugar de Londres. Balfour erguido y serio respondió: pero si ya tenemos Londres. Es correcto, dijo Weizmann, nosotros ya teníamos a Jerusalén con nuestros profetas, cuando Londres aún era un pantano.
Este mismo Lord Balfour fue el orador de orden en la inauguración de la Universidad Hebrea de Jerusalén en 1925 y en esa histórica ceremonia estuvo presente Jesús Rafael Rísquez, enviado especial del rector de la Universidad Central de Venezuela, Diego Carbonell, padre de Luis Manuel Carbonell, quien fue presidente del Instituto Cultural Venezolano-Israelí.
La tragedia de la vida en los guetos, las persecuciones y la eliminación de los judíos en el drama europeo, llevó a que los sobrevivientes e idealistas quisieran crear una nueva sociedad más justa, rehaciendo sus vidas en la Tierra Prometida. Llegaron en barcos destartalados, en corbetas, en botes y en los barcos Liberty de la Primera Guerra Mundial.
El rey Neptuno y las estrellas les indicaban las rutas marítimas que debían seguir para no ser interceptados, pero al llegar la potencia mandataria los hacía retornar al infierno europeo, viajando hacinados hacia un trágico destino que todos conocemos.
Nuestro pueblo ha desarrollado la historia de la memoria, persuadiendo al tiempo y venciendo el olvido. Pero si es importante el recuerdo y el pasado, no menos importante es el dinámico presente y el futuro.
Israel es el monumento en memoria de los caídos en la guerra. Israel es el monumento a la historia del Pueblo Judío, a los valores del pueblo. Y porque conoció el drama de la injusticia, enarbola la bandera de la justicia.
Israel no desea las armas ni la guerra ni la sangre derramada. Quiere paz, ruega por la paz. Prefiere ver la tinta del pensamiento y las letras del sabio contra el tirano, junto al grito de libertad en el pentagrama de la vida.
Haciendo honor a la denominación de Pueblo del Libro, pueblo de la lectura y lucha por la libertad y la justicia, nos enorgullece recordar que Amos Oz fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2007 por su defensa de la paz y la denuncia de toda forma de fanatismo; David Grossman recibió en Valladolid el Premio de la Fundación Cristóbal Gabarrón de las letras 2007 por su lenguaje innovador y su papel de convencido defensor de la paz. Daniel Barenboim fue nombrado por las Naciones Unidas Mensajero de la Paz; Saúl Friedlender, Premio de la Paz de los libreros alemanes; Julia Frank fue merecedora del Premio del Libro Alemán; y Bob Dylan se hizo acreeedor del Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
Y la gloria a la vida revive la tragedia de la muerte, y es así que el Museo del Holocausto Yad Vashem fue honrado en Oviedo, el año pasado, con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Recalquemos que Albert Einstein, el genio de todos los tiempos, no era escritor, pero tocaba el violín en sus horas de ocio, y rechazó el ofrecimiento de David Ben Gurión de ser el segundo Presidente de Israel por considerar que no tenía las condiciones para ejercerlo.
La resolución del 29 de noviembre es la mejor demostración de que hay espacio para la conciencia y la esperanza, y que los bárbaros e inhumanos pueden ser sometidos.
Los judíos pudieron superar con estoicismo y valentía el padecimiento infringido por los babilonios, asirios, romanos y griegos, llegando a la cristalización del país de leche y miel y del pensamiento mesiánico. Y así se proclamó un 14 de mayo a las 4 de la tarde en el Museo de Tel Aviv el Estado de Israel, la corona más brillante del Pueblo Judío. Ben Gurión, solemne y firme, presidiendo la Asamblea, golpeó tres veces el martillo de nogal y los asistentes entonaron el Hatikvá y luego se leyó el pergamino de la Declaración de la Independencia. Una nueva estrella lucía en el estamento universal.
En este aniversario prendemos nuevamente la antorcha de la vida. Una franja fina y estilizada se ve extendida contorneando el perfil que acaricia las costas mediterráneas de Israel.
Venezuela jugó un rol importante en la creación del Estado de Israel. En agosto de 1946 fue creado en Caracas el Comité Venezolano Pro-Palestina Hebrea, que presidió Pepe Nucete Sardi. Este Comité fue precursor del Instituto Cultural Venezolano-Israelí, cuyo primer presidente fue el insigne Mariano Picón-Salas, secundado en la vicepresidencia por Andrés Eloy Blanco.
Al ser designado el poeta, durante el Gobierno de Rómulo Gallegos, Ministro de Relaciones Exteriores en 1948, le comentó al embajador Moshe Tov, y cito: "Comprendo mejor que otros el dolor del Pueblo Judío a través de siglos de sufrimiento; es así como repudio con máxima vehemencia el genocidio judío. Pero el hombre judío nos ha dado maravillosa prueba de su increíble capacidad de recuperación y sus valerosos ciudadanos han recreado una nación que todo hombre de conciencia honrada debe apoyar. La incorporación de Israel a la familia de naciones es una revancha de la Historia. Su presencia en la geografía es algo más que un baluarte que da amparo a su pueblo. Es Israel un centinela avanzado de la civilización, a cuya advertencia debemos estar alerta".
Y finaliza diciendo Andrés Eloy Blanco: "Tenemos la obligación de enseñar al mundo el credo de Bolívar, e infundir en el hemisferio esa suerte de fe en el triunfo de la justicia. El caso de Israel debe mover a la reflexión. En la épica del retorno del Pueblo Judío a su tierra, ya prevista por los profetas, debemos encontrar inspiración los hombres de América para plasmar un tipo humano nuevo, leal e inflexible servidor de la libertad".

Fuente: Nuevo Mundo Israelita

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *