Informe de la ONU alentará a terroristas

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Por Ana Jerozolimski
No creemos que en algún lugar del planeta haya habido una guerra “limpia”, en la que sólo los malos de la película pagan el precio por  sus pecados, sin que inocentes se vean afectados por el fuego, quedando al margen del sufrimiento.
La guerra es terrible, cruenta, siempre injusta en el sentido que nadie sale realmente ganando al abrirse fuego. Pero dentro de la injusticia para el género humano que supone el que el hombre recurra a las armas, puede haber justicia en la necesidad de defenderse, de poner fin a ataques lanzados por el enemigo con el solo objetivo de matar y aterrorizar.
Es por eso que no tenemos duda que  la guerra de Israel contra Hamas de diciembre y enero últimos, fue una justa reacción de autodefensa, tras ocho años de continuos ataques con cohetes desde la vecina Gaza hacia localidades civiles del sur de Israel. Estos ataques, cabe recordar, no sólo no terminaron sino que hasta se intensificaron cuando Israel se retiró de dicha zona, lo cual deja en claro que su intención no era “combatir la ocupación”, sino intentar matar israelíes o al menos, hacerles la vida imposible.
Por eso, leer el resumen del informe presentado por la comisión Goldstone nombrada por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, sobre la guerra en diciembre y enero en la Franja de Gaza, nos resulta lamentable. El informe, que sostiene que tanto Israel como Hamas cometieron “crímenes de guerra” y quizás “crímenes contra la humanidad”, deja únicamente una impresión superficial de “equilibrio”, al mencionar a las dos partes en esta conclusión general. En la práctica, el desarrollo de su narrativa, el planteamiento general, no refleja la realidad con la que Israel tuvo que lidiar al lanzar su fuerte ofensiva militar contra Hamas en Gaza.
Aquí no hay equilibrio. Hamas atacó durante años con cohetes hacia el sur de Israel, tratando de matar civiles, Israel se contuvo—hasta que no pudo más. Israel protege a sus ciudadanos, mientras Hamas utiliza a los suyos para hostigar a Israel.
Claro está que eso no significa que en una guerra justa como la librada por Israel, no haya podido haber excesos. Si así fue, Israel debe investigarlos. Y responsables de actitudes indebidas para con la población civil, deben ser juzgados con todo el rigor de la ley.
Pero si Israel hubiese entrado a Gaza con la intención de “castigar colectivamente a la población palestina”, tal cual sugiere el informe Goldstone, la situación habría sido otra totalmente distinta. Sin minimizar en absoluto el sufrimiento que protagonizó la población civil atrapada en medio del fuego, lo que se vio en Gaza no fue el resultado de un operativo de un ejército vengador y carente de moral, sino una guerra en una zona densamente poblada, en la que el propio Hamas hacía todo lo que estaba a su alcance para imposibilitar la distinción entre “combatientes” y población civil.
El informe de la ONU es condenable, porque no prestó la debida atención a las condiciones en las que operó Israel, porque alegó que “no hay pruebas” de que Hamas usó a los civiles de escudos humanos, porque dijo injustamente que Israel no trató de diferenciar entre gente armada y civiles, porque casi no se refirió al hecho que Hamas no sólo disparó de casas civiles sino que no permitía a las familias salir y había llenado edificios enteros de explosivos.
“Esto es una burla a la historia”, declaró el Presidente de Israel Shimon Peres. “El informe no ha logrado distinguir entre el agresor y el estado que tuvo que defenderse”.
Yigal Palmor, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, comentó que “las conclusiones del informe estuvieron tan desconectadas de la realidad en el terreno que es imposible evitar preguntarse en qué planeta estaba la Franja de Gaza que ellos visitaron”.
¿Acaso alguien se imagina a palestinos prestando testimonio en reuniones abiertas en Gaza, ante la comisión Goldstone, con presencia de miembros de Hamas, diciendo que estos terroristas los habían convertido en sus rehenes, habían llenados casas de explosivos y disparado desde sus dormitorios y comedores hacia el vecino Israel? ¿Alguien concibe que los palestinos que aceptaron hablar anónimamente con algunos cronistas internacionales y contar lo que vivieron por culpa de Hamas, aceptarían también decirlo públicamente ante la comisión, sabiendo que Hamas los escucha?
Acusar a Israel de crímenes de guerra, pretender que cuando se defiende logre hacerlo como en un laboratorio esterilizado, como si del otro lado lidiase con hadas y no con terroristas, es dar un premio a Hamas, por más que se le haya acusado también a Hamas de haber cometido crímenes bélicos.
Es un equilibrio falso, que no existe en la realidad.

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