Por Hilel Resnizky
Quiero dejar sentado que el puesto de primer ministro de Israel es el más difícil y el más ingrato del mundo.
Alguien, que no recuerdo, dijo: “Si una persona se propone para el puesto de primer ministro, no hay que votarlo. Sólo un demente puede proponerse para ese puesto”.
No creo que haya sido ni un cínico ni un bromista. Era un historiador. Al parecer, la historia se ensaña con quienes dieron un paso adelante.
Ben Gurión, el motor, el creador, el “Padre de la Patria” murió, casi exilado, en Sdé Boker. Levi Eshkol, el que creó las posibilidades políticas, económicas y militares para la victoriosa Guerra de los Seis Días, fue despojado de su función de ministro de Defensa que le fue gratuitamente otorgada a Dayán, el mismo que fue responsable por la Guerra de Octubre. Menajem Beguin, el creador del Irgún Tzvai Leumí, el que llegó a la paz con Egipto, renunció luego de la Guerra del Líbano, a la que fue arrastrado. Rabin, el comandante victorioso de la Guerra de los Seis Días, fue asesinado por quien no tuvo otra razón de ser que el asesinato. Golda Meir murió luego de la Guerra de Octubre. Sharet fue víctima de sus divergencias con Ben Gurión.
Es cierto Peres, Barak, Shamir. Pero hay tiempo para la ingratitud. Ser primer ministro de Israel es una función ingrata, que exige decisiones claras, arriesgadas, cargadas de futuro.
Netaniahu (Dios dado, pensaron en eso?) debe elegir. Tiene los cuatro años de indecisión que le legó Olmert y que le impiden posponer. El tiempo no está a su favor.
El cuarto cumpleaños del cautiverio de Guilad Shalit dice mucho acerca de la eficiencia del servicio secreto israelí y de la paciencia de la familia Shalit, que sólo ahora recurre a sus armas. Hay quien reprocha a la familia por alentar a Hamás.
En parte de esos cuatro años el cerco de Gaza estaba destinado a debilitar a Hamás y hacerlo más propicio a un acuerdo con respecto a Shalit.
La liberación de los criminales de Hamás juega a las manos del terror. Debilita a Mahmud Abás. ¿Qué hace Israel para fortalecer a Abás? ¿Que concesiones está dispuesto el Gobierno a hacer para fortalecer a Mahmud Abás?
La intercepción de la Flotilla fue un fiasco. No tanto en lo militar sino en lo político y en las repercusiones públicas.
Cuando alguien amenaza con las consecuencias que puede tener la liberación de los criminales de Hamás, uno no puede dejar de preguntarse: ¿Dónde estaban los profetas, augures, videntes cuando se acercó la nave Marmara? ¿Quién exactamente les dijo a los chicos de la Marina que a bordo de la nave había chicas danesas con bikinis y no robustos turcos con garrotes y demás armas? ¿Dónde estaban entonces los que hoy explican lo que ocurrirá en la Franja de Gaza o la Margen Occidental?
En los últimos días se publica exactamente de quienes se trata. Para hacer difícil la campaña de la familia Shalit y para hacer difícil la transacción a los palestinos (como alguien diría: “Somos pocos pero nos conocemos mucho”).
Es interesante que el Ejército, que tendrá que solucionar los problemas cuando existan, no se expide en contra.
Los que hacen lo seguirán haciendo, como siempre, gracias a Dios y Tzáhal.
La liberación de Shalit a cambio de los criminales de Hamás juega a favor del terror. Sí, sí. Claro.
¿Y el cese del cerco de Gaza, a favor de quien juega? A partir de los últimos días se puede traer todo a Gaza, excepto material de guerra. ¿Es una señal de debilidad o de sentido común?
Claro, hay que demostrar carácter. No ceder a la presión. Que Guilad Shalit siga preso, pero que el honor quede intacto. Como con Ron Arad, por ejemplo. Que se rompa, pero que no se doble.
¿Ustedes, los periodistas que nos precisan los precios de la transacción, estarían dispuestos a canjearse por Guilad Shalit? ¿El orgulloso abuelo Netaniahu canjearía a su nieto por Guilad?
Mirar al frente, con decisión, como en una película de Burt Lancaster. Con la diferencia de que en la película, una vez terminada la filmación los cadáveres se levantan y si es día de pago, cobran los emolumentos.
La alternativa real es mirar al costado, como el traidor, cuando todo se ha perdido, la vida y también el honor. O mirar al frente con decisión y orgullo.
¡Sí! Estos son nuestros valores. La libertad de un soldado israelí. La libertad del hijo de una madre israelí por la libertad de centenares de delincuentes. Así somos los israelíes. Con casi 27.000 muertos en las guerras pero siempre dispuestos a luchar por la vida. Nos quejamos de la prensa, por qué no aprovecharla. Si se llega a un acuerdo, ¿por qué no publicar las proezas?
La heroína que engatusó a un adolescente para llevarlo a la muerte. ¿Por qué no hacer una película? ¿Los que pagaron a adolescentes suicidas para que mueran como santos? A los responsables por los atentados en los cafés “Moment” e “Hilel”. Esa debe ser parte de la negociación. Obligar a los criminales a contar sus proezas. ¿No están orgullosos? Y obligar a los periodistas a publicarlas. Como si fuera por lo menos la “Muerte” de Muhamad Durrah.
¿Por qué no hacer del canje de prisioneros una parte del proceso de paz?
¿Por qué en lugar de ver las perspectivas de muerte no se habla de prospecciones de paz? La vuelta de Guilad Shalit a Israel y el retorno de los palestinos a sus tierras como el amanecer de un nuevo día. Israel con su rostro verdadero. El de los herederos de Isaías.
Si se hace el canje, si cambiamos la libertad de un soldado israelí por la de 1.000 palestinos, estaré orgulloso de ser israelí.