Por Rubén Kaplan
El denodado esfuerzo de algunos países de la comunidad internacional por lograr una paz entre Israel y los palestinos basado en la pretensión, impregnada de lirismo y bonhomía, de lograr dos Estados conviviendo pacíficamente uno al lado del otro, es una plausible intención, vacía de contenido y muy alejada de la realidad, en virtud de los factores intrínsecos y externos que condicionan sobremanera ese ideal anhelo. Luego de innumerables reticencias y excusas de la Autoridad Nacional Palestina para sostener conversaciones directas con Israel, a raíz de la gran presión ejercida por Estados Unidos y la Unión Europea, al fin, los involucrados accedieron sentarse a dialogar el 2 de septiembre en Washington, en lo que constituyeron las primeras charlas de paz que sostuvieron ambas partes en 20 meses.
El encuentro entre el Primer Ministro israelí Binyamin Netanyahu y el Presidente de la ANP Mahmoud Abbas, signado por la desconfianza y escepticismo recíproco, que duró 80 minutos, y se realizó en una oficina de la Secretario de Estado Hillary Clinton, sin traductores ni asesores presentes, suscitó un infundado optimismo.
El Presidente Barack Hussein Obama, como anfitrión y artífice del acercamiento, dijo que se sentía “estimulado” por la actitud de ambos dirigentes. Más cauto, en una cena que se llevó a cabo posteriormente en la Casa Blanca, a la que también concurrieron Hillary Clinton y Tony Blair, representante del Cuarteto para Medio Oriente que integran Estados Unidos, Rusia, la ONU y la Unión Europea, el mandatario estadounidense advirtió que se estaba en el inicio de un proceso lleno de obstáculos, en el que "ni el éxito ni el fracaso estaban asegurados". Por su parte, el emisario para Medio Oriente, George Mitchell, se dirigió a los periodistas e informó que Neta nyahu y Abbas se encontrarían de nuevo el 14 y el 15 de setiembre "en la región", y luego "cada dos semanas". Según Mitchell, que dijo que "nuestro objetivo es resolver todos los temas de desacuerdo antes de un año, Netanyahu y Abbas, que coincidieron en el principio de dos Estados, y manifestaron que ambos condenan "cualquier forma de violencia contra civiles inocentes", se pusieron de acuerdo en que "la próxima etapa lógica sería comenzar a trabajar en un acuerdo-marco con vistas a un estatuto permanente". "El objetivo del acuerdo-marco", "será establecer los compromisos necesarios, que permitan dar forma a un tratado global que ponga fin al conflicto y establezca una paz duradera entre Israel y los palestinos". En relación a esa premisa, Netanyahu, dirigiéndose a las cámaras de televisión que cubrían el evento antes mencionado, dijo que "una paz duradera sólo se logrará con concesiones dolorosas y mutuas de ambos lados" y pidió a los palestinos que reconocieran a Israel como el Estado-Nación del pueblo judío.
La declaración de Netanyahu alude elípticamente a que Israel ha hecho, unilateralmente en el pasado reciente, importantes concesiones territoriales, liberó como gesto de buena voluntad a centenares de asesinos detenidos en sus cárceles y obtuvo a cambio como “beneficio” innumerables atentados terroristas y miles de ataques a sus ciudades con misiles y morteros. Convencido que los gestos deben ser sólo de Israel, y sin mencionar siquiera tangencialmente estar dispuesto a ninguna concesión, Abbas replicó: "Detengan completamente la colonización (de Cisjordania) y el embargo a Gaza".
Donde coincidieron Netanyahu y Abbas fue en pronunciarse por diferentes motivos contra los ataques perpetrados estos últimos días en Cisjordania por el movimiento terrorista Hamas contra colonos israelíes, como parte de un plan para sabotear un eventual acuerdo de paz.
La ilusión de un entendimiento se desvaneció rápidamente. El día 7 de septiembre, en declaraciones a la agencia de noticias semioficial palestina Al Quds, Mahmoud Abbas, digno discípulo de Yasser Arafat, quien cuando se dirigía al público occidental decía una cosa y lo contrario cuando lo hacía con los árabes, expresó su rechazo a la demanda del Primer Ministro de Israel a que su país sea reconocido como Estado judío, tal como sobradamente lo ameritan la religión, la historia universal y la antropología. La enorme profusión de datos irrefutables del carácter judío de Israel y Jerusalén, son negados por los musulmanes, los que en el afán de inventar su propia disparatada historia, hasta llegan a afirmar que la Virgen María y Jesús, eran palestinos. Cabe recordar que Mahmoud Abbas, presentado como “Socio para la Paz”, además de su pasado como financista del terrorismo, fue el autor en 1982 de la tesis para su doctorado en la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad Estatal de Moscú denominada : La otra ara: Las relaciones secretas del nazismo con el movimiento sionista.
En abril de 2008 el embajador de la OLP en el Líbano, Abbas Zaki, en una entrevista concedida a la NBN TV libanesa y que fue traducida por el Instituto de Investigaciones de Medios de Medio Oriente (MEMRI) declaró: “La OLP es la legítima y única representante del pueblo palestino, y no ha cambiado un ápice su plataforma”. En su alocución agregó que en vista de la debilidad de las naciones árabes, y ante la carencia de valores y a la luz de la hegemonía de USA en el mundo, la OLP está procediendo a través de fases, sin cambiar de estrategia. El diplomático aseveró que cuando la ideología de Israel colapse, los palestinos comenzarán a progresar con su propia ideología y que al menos tomarían en principio Jerusalén, para después con la ayuda de Allah, expulsar a todos los israelíes de Palestina.
El rechazo del Estado judío de Israel, tal como se lo reconoció en la declaración de su Independencia en 1948, en la histórica alocución al mundo por parte del mítico David Ben Gurión, conlleva la pretensión de conseguir el retorno de los refugiados árabes que huyeron de Israel a instancias de sus dirigentes, quienes al desencadenar la guerra contra el flamante Estado, les prometieron que volverían una vez que los judíos fuesen eliminados. La idea embozada de Abbas, también conocido por su alias de guerra Abu Mazen, es inundar Israel de árabes “refugiados” para reducir a los judíos a una minoría en su propio país.
Un improbable acuerdo de paz entre Israel y los palestinos, se verá frustrado también en el caso que Israel continúe con las construcciones que rechazan los palestinos, por querer proclamar a Jerusalén capital de un futuro Estado palestino, por no aceptar que éste sea desmilitarizado, por la exigencia que Israel se retire a las inseguras fronteras de 1967 anteriores a la Guerra de los Seis Días o por cualquier otra ocurrencia que sirva como excusa para mantener el beneficioso Statu Quo de los parásitos de Medio Oriente, que son favorecidos por una multimillonaria ayuda económica mundial, que reciben desde hace décadas.
En el remoto caso que los obstáculos recién mencionados no lograsen impedir un tratado de paz entre Israel y los palestinos; está ávido para bloquearlo el movimiento terrorista Hamas, que gobierna la Franja de Gaza y mantiene prisionero a Guilad Shalit desde hace cuatro años, y reitera al igual que Irán quien quiere borrarlo del mapa, que nunca aceptará el reconocimiento de Israel, el minúsculo Estado judío que representa un grano doloroso en el cuerpo del Islam.
Fuente: Guysen News