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Por Rebeca Levy
Desde Londres Gerda Taro se adueña de los titulares. Ella, una joven fotógrafa  que murió atropellada por un tanque mientras cubría la Guerra Civil española. Allí llegó siguiendo al amor de su vida,  su compañero, el destacado fotógrafo Robert Capa.
La Barbican Gallery londinense ha preparado esta exposición más una pequeña biografía con la que buscan redescubrir la figura de la fotógrafa alemana de origen judío Gerda Taro, que cubrió la guerra civil española junto a su mucho más famoso compañero de trabajo y sentimental, Robert Capa.
Dedican la muestra a la Taro e incluyen obras de Capa. De Gerda Taro pondran en el tapete su gran calidad de fotógrafa interesada por los experimentos de la llamada Nueva Visión, su extraordinaria humanidad y la sinceridad de su compromiso con la lucha antifascista. Esto en lo que a la exposición se trata, y la biografía es una entrega de la editorial Souvenir Press que publica la traducción inglesa de un libro sobre su vida y su obra titulado Out of the Shadows (Fuera de las Sombras), escrito por François Maspero, fundador de la editorial parisina que lleva su nombre. Gerda Taro y Robert Capa son ambos de origen judío. Sus verdaderos nombres son Gerta Pohorylle y él Andre Friedmann.
Gerda Taro viajó a España justo después del levantamiento de Franco contra la República, buscando documentar  la lucha del pueblo contra los militares facciosos en Barcelona, primero, y luego en otros lugares de la península. Vivió muy poco esta artista, pero durante ese corto tiempo se dedicó a la España republicana, para la que ella misma decía que tenía un lugar privilegiado en su corazón.
De España se ocupó bastante más que Capa, viajó por todo el país, fotografió a los milicianos en sus maniobras y en combate y captó impactantes imágenes de combatientes y refugiados. François Maspero comienza su pequeña, pero muy informativa biografía con una entrevista imaginaria en la que una anciana Gerda Taro, que habría sobrevivido al conflicto, recuerda sus encuentros con escritores antifascistas como Hemingway, Dos Passos o Alberti, y su supuesta emigración a México, una vez derrotada la República española. Reseñan la prensa que François Maspero -el biógrafo- confiesa que le habría gustado realizar dicha entrevista, pero que no pudo llevarla a cabo porque Gerda Taro fallece atropellada por un tanque republicano el 25 de julio de 1937 en la carretera de Brunete a Madrid mientras la aviación franquista disparaba contra las tropas fieles al Gobierno de Madrid.
Gerda había acudido al frente sin Capa y en compañía de otro amigo al servicio de las Brigadas Internacionales con el que tuvo que hacer parte del camino a pie después de que el conductor del automóvil en que viajaban, asustado por las bombas, decidiera abandonar a la pareja a su suerte. El general Walter, un oficial polaco de las Brigadas Internacionales, ordenó a todos los periodistas que abandonaran el frente ante la inminencia de un ataque de la aviación franquista, pero –destino implacable- Gerda Taro decidió quedarse en aquel paraje peligroso hasta disparar todos los rollos de fotografía que llevaba con ella. François Maspero recuerda el relato que hizo Rafael Alberti de las circunstancias de su muerte: cómo el poeta andaluz y su esposa, María Teresa León, fueron advertidos de que se había encontrado en el frente de batalla el cadáver de una mujer sin documentos y acudieron en su búsqueda sin saber que se trataba de la Taro.
La fotógrafa fue trasladada de urgencia a un hospital próximo a El Escorial, donde la operaron de urgencia y sin anestesia. Alberti y María Teresa se llevaron el cadáver a Madrid en un ataúd de madera improvisado mientras arreciaban los bombardeos de la aviación de los sublevados y, junto a otros intelectuales, velaron los restos en el Jardín de Invierno de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Enterado de lo sucedido en España, el poeta comunista Louis Aragon, director del diario Ce Soir, para el que trabajaban tanto Taro como Capa, se encargó de comunicarle la triste noticia a su compañero, que se disponía a viajar a China con el conocido documentalista holandés Joris Yvens. El cadáver de Gerda Taro llegó al puesto fronterizo de PortBou, donde lo recogió el escritor Paul Nizan, que estaba entonces a cargo de las páginas internacionales del citado diario, y viajó también por tren hasta la estación parisina de Austerlitz. De allí lo trasladaron a la Casa de la Cultura de la capital francesa, donde Ce Soir y LHumanité organizaron un homenaje fúnebre en su memoria antes de enterrar a la fotógrafa en el cementerio del Père Lachaise. Ce Soir encargó al famoso escultor Alberto Giacometti que diseñara su tumba con una simple estela que debía llevar las palabras "Gerda Taro 1911-1937.
Periodista de Ce Soir. Muerta en julio de 1937 en el frente de Brunete (España) en el ejercicio de su profesión", estela que las autoridades colaboracionistas parisinas iban a sustituir por otra en 1942… Otros tiempos, otra izquierda, otros personajes con estatura grande y valor superior
Rebeca Levy Directora de Información de Gentiuno.com Desde New York Publicado el 26.10.2008

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