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Por Abraham Levy Benshimol
En ocasión del homenaje a Juan Nuño en la Fraternidad Hebrea B´nai B´rith de Venezuela (16-10-2012).
Una de las tareas más importantes de la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela es su postura en contra de todo tipo de discriminación, con especial énfasis en la lucha contra el antisemitismo en todas sus formas.
En la década de 1960 el problema de los judíos de la Unión Soviética comenzó a ocupar un puesto prioritario en la agenda del pueblo judío. La discriminación contra los judíos soviéticos en materia de lenguaje, educación, práctica religiosa, así como el aumento de la literatura antijudía y la persecución de judíos acusados de “crímenes económicos” y, además, la prohibición de emigrar, particularmente a Israel, a reunirse con sus familiares, crearon en la opinión pública internacional un rechazo al comportamiento soviético frente a la minoría judía.
Muchos intelectuales famosos se unieron a la causa judía. La primera conferencia a favor de los judíos soviéticos tuvo lugar en París en 1960. Con el tiempo se hicieron otros de estos encuentros en muchas partes del mundo, incluyendo  Latinoamérica. En este caso, la primera reunión se llevó a cabo en Río de Janeiro, en 1963; asistió por Venezuela el doctor José Nucete Sardi. Cabe recordar aquí el libro “Los judíos del Silencio” de Elie Wiesel, publicado en 1966, el cual tuvo gran resonancia a nivel mundial por su denuncia de lo que acontecía con los judíos de la Unión Soviética.
En Venezuela, la CAIV se movilizó de inmediato y con el trabajo de Paulina Gamus, en ese entonces encargada de la Oficina de la Institución, y con el apoyo de numerosas personas, se comenzó la tarea de ganar amigos a favor de la causa justa de los judíos de la Unión Soviética. En ocasión de la Conferencia Mundial de las Comunidades Judías en pro de los Judíos de la Unión Soviética, conocida como la “Conferencia de Bruselas”, realizada entre el 23 y el 25 de febrero de 1971, estuvimos presentes con una delegación constituida por Alberto Botbol, Rubén Merenfeld, León Wiesenfeld y Walter Czenstochowsky.
Así mismo, la CAIV envió a Paulina a Costa Rica para conocer como se había estructurado el Comité de ese país. A su regreso se constituyó el Comité Venezolano de Estudio sobre la Situación de la Minoría Judía en la U.R.S.S.
De inmediato se organizaron reuniones, como el Foro de Juristas sobre la Situación de los Judíos de la Unión Soviética realizado en Caracas y que reunió a un importante grupo de abogados venezolanos, y donde también participó nuestro recordado amigo Juan Nuño.
A partir de 1971 en adelante, Venezuela estuvo representada en los diferentes encuentros organizados en varias capitales latinoamericanas. Cabe destacar que entre 1965 y 1975, Juan asistió a los encuentros de Bogotá, Lima, Caracas, Montevideo y México. Su participación fue intensa y su compromiso total. De esa misma época es su libro “El marxismo y la cuestión judía”, publicado en 1972. En este ensayo Juan analiza con profundidad y erudición las raíces cristianas del antisemitismo, para tratar luego como este flagelo y cito:
“…en los últimos tiempos ha comenzado a trasladarse al campo de las izquierdas y más particularmente al de las fuerzas radicales del Tercer Mundo” (fin de la cita). No hay duda que este libro no ha perdido vigencia y debe ser releído en la Venezuela actual.
Cuando regresé a Caracas en mayo de 1977, me incorporé al trabajo a favor de los judíos de la Unión Soviética. Esta se puede considerar la segunda etapa de esta actividad, en la cual me tocó actuar como Secretario del Comité Venezolano.
La comunidad judía de Venezuela siempre respondió con creces al llamado de la CAIV para apoyar a nuestros correligionarios discriminados en la Unión Soviética. Se realizaron  manifestaciones públicas, envío de cartas a la embajada rusa que no eran recibidas, foros diversos, encuentros de solidaridad, rezos en las sinagogas, cierre de negocios y manifestaciones pacíficas frente a la embajada de la Unión Soviética. Además continuamos asistiendo a todos los encuentros internacionales como los que tuvieron lugar en Bogotá, Buenos Aires, México, Londres, Bruselas, Washington y Jerusalén. Fue el momento del memorable viaje de Luis Manuel y Julie Carbonell a Moscú, en solidaridad con los seminarios clandestinos que organizaban los científicos judíos soviéticos. Así mismo cabe recordar el Congreso de Caracas en 1978. En esa ocasión, Ena Rotkopf y yo tuvimos a cargo la organización de este encuentro que resultó muy exitoso. Juan participó con una ponencia leída en la primera sesión de trabajo del Congreso.
Juan Nuño siempre nos acompañó en esta lucha, su presencia, como la de otros intelectuales, académicos, políticos y hombres y mujeres de bien, todos  simpatizantes de esta causa, sirvió de estímulo e incentivo para continuar en esta desigual batalla, que finalmente ganamos, cuando miles de judíos soviéticos comenzaron a emigrar a Israel y otros países a finales de la década de 1980 a raíz del colapso de la U.R.S.S.
El acto de hoy, sencillo y austero, pero no por ello menos significativo, recuerda a un hombre venido de España, como tanto otros, que dejó su huella entre todos los que tuvimos el placer y el honor de conocerlo.

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