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Por Carlos Villalba
“Mi madre, Jean de Polignac,  Jean Giraudoux,  Edouard Bourdet son los muertos con los que me he tratado estos últimos tiempos. Con la excepción de Jean de Polignac, los dibujé y los demás me dejaron  mucho rato a solas en sus cuartos. Los miré muy de cerca para seguir sus perfiles. Los tocaba, los admiraba.  Pues la muerte se esmera en sus estatuas” (Jean Cocteau.  La Dificultad de ser).
-Juan: “… Nada tiene  de extraño que otra vez el rostro de la filosofía vuelva a presentar rasgos prácticos , como si fuera tarea del filósofo  transitar caminos  secularmente hallados : destino, felicidad, valores”.
Juan: “ Una filosofía científica, desarrollada sobre el análisis y la crítica del lenguaje, sigue siendo el ideal de la actividad filosófica más depurada y menos vulnerable a las contaminaciones incontrastables  del pensamiento metafísico…” “Aun con todos los riesgos emocionales y sicologizantes, es preferible ejercer  el análisis filosófico en temas existenciales clásicos , como vida, amor y muerte…” “ Mi libro es para quienes desean averiguar las cosas por ellos mismos;  a quienes les gusta que les den la comida en la boca, que vayan a otra parte”.
Había ciertos conocidos que me decían : “No debe ser fácil ser amigo de Juan Nuño. De lejos parece ser un hombre difícil, duro y seco. Brillante, pero demasiado seguro de sí mismo, para ser su amigo”. Empero, ser su amigo, no solamente era fácil, sino un orgullo. Te exigía, eso sí, hablar con sentido.  Emplear el lenguaje sin chapuceos, e ir al punto sin demasiados rodeos. En mi caso,  su seguridad nos servía a ambos, . Me apoyaba en ella para pensar mejor. En cuanto a la dureza que se le atribuía, ésta respondía más a su vehemencia,  y ésta, a la confianza que tenía en sus propias palabras.
Pocos, muy pocos amigos me han tratado con el cariño que Juan me dispensaba . Recuerdo, a ese respecto, aquellas llamadas para salir a almorzar juntos. Y recuerdo, una y muchas veces sus amables respuestas: “¡Mi querido Carlos!”. 
Esa amistad con Juan no ha terminado porque él haya muerto . Únicamente –sí la amistad es verdadera- , ella concluye cuando las dos partes desaparecen de los días corrientes. El, sigue estando entre mis amigos, como lo están también Oswaldo y Miguel Ángel, y a ninguno de ellos  los veo menos.
Nuestra amistad no comenzó por el afecto, comenzó por la admiración y el respeto, concluyó transformando la generosidad  con la que empleaba sus conocimientos, en genuino cariño. Su razón no obligaba, su razón convencía.
Busquémoslo.
En la calle de la Arcada, cuando teníamos la ocasión de ir a Paris, nos alojamos en el Hotel que él nos recomendara;  y la conveniencia de un trago en el “Fouquets” nunca estaba de más. Cuando mi esposa y yo visitamos Segovia, y, en  particular sus estrechas calles de tiendas, recordamos a Juan , que en un hermoso día de  verano nos advirtiera  que si nos llegaba a  interesar cualquier objeto, -como en efecto pasó-  lo compráramos  de una vez , y en ningún caso esperáramos a regresar, porque “el turista no tiene mañana.” Sugerencia en Madrid. El arroz en Saint James. Cochinillo en Botín. Aperitivo en Chicote.
El filósofo cocinaba y cocinaba bien: Llegaba acompañado de una serie  de empaques en cada uno de los cuales estaban los ingredientes y demás elementos. Todo lo preparaba con esmero y una   vez listo lo cubría con una extraña pirámide de papel de periódico , que, a su juicio, era necesaria para conservar el punto y el calor.
Ocupándonos  de ellos no terminan de irse, y de un modo muy suyo, quedan ahí, hablándonos de su vida pasada.
Tal vez exageremos, pero no les permitamos alejarse. Justamente este reencuentro es un ejemplo de ello.
Si somos descuidados se nos mueren los muertos.

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