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Mitos y realidad histórica
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Por Rubén Kaplan
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) fundado en 1863, con sede en la ciudad suiza de Ginebra, está conceptuado como una organización imparcial, neutral e independiente que tiene como objetivo la misión exclusivamente humanitaria de proteger la vida y dignidad de las víctimas de la guerra y de la violencia intrínseca, así como prestarles asistencia.
Un crítico informe publicado por el CICR, transcurridos seis meses de la Operación Plomo Fundido, que Israel rechazó como escandaloso, evidencia que esos plausibles postulados son, con frecuencia, como en este caso, desvirtuados.
Con una mirada ciclópea, el organismo concluyó que como consecuencia de la operación militar defensiva que Israel libró en Gaza contra el movimiento terrorista Hamás, más de un millón y medio de personas viven “presas de la desesperación”. En el mismo reporte, el CICR denuncia que Israel “continúa aplicando un verdadero asedio económico al territorio controlado por Hamás, a pesar de los cuatro mil quinientos millones de dólares prometidos por la comunidad internacional para su reconstrucción. También reclama, en el maniqueo reporte, que Israel permita el paso de materiales de construcción, piezas de recambio y tuberías, y primordialmente remedios y equipamientos médicos, que en Gaza continúan siendo de extrema necesidad y que “gran parte de la infraestructura de agua y saneamiento es insuficiente”. En lo que puede interpretarse como una incitación y contrariando sus principios, el CICR hace un llamamiento a los Estados, a las autoridades políticas y a los pertinentes grupos armados organizados, a fin de que hagan lo necesario para la reapertura de la Franja de Gaza y la salvaguarda de la vida y la dignidad de su población civil.
La difusión del comunicado del Comité Internacional de la Cruz Roja suscitó la cólera de Israel, que a través del portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Yigal Palmor, dijo que era inconcebible que en el documento se castigue a Israel por la situación en Gaza y se ignore la detención del soldado del IDF Gilad Shalit, secuestrado hace más de tres años por Hamás y sometido a un aislamiento absoluto, y se ignore asimismo la beligerancia intransigente del grupo terrorista. Palmor añadió que la Cruz Roja ha fracasado estrepitosamente en su responsabilidad de visitar a los presos. “Es más, elude la cuestión de la inhumana detención de Shalit y la implicancia de este caso en la resolución de la crisis”.
El día 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Desaparecidos. En una entrevista concedida en el 2007, Renée Zellweger Monin, jefa del grupo de trabajo sobre las personas desaparecidas del CICR, se pronunciaba sobre las labores realizadas por la institución con objeto de prevenir las desapariciones y obtener noticias para los familiares de los desaparecidos, a fin de mitigar su prolongado sufrimiento. “La desaparición de personas en situaciones de conflicto es, en efecto, una gran tragedia humanitaria que afecta no sólo a las víctimas, las personas desaparecidas, sino también a sus familiares y a toda la comunidad. Los que quedan —cónyuges, madres, hijos— sufren intensamente, ya que viven en una ansiedad permanente, esperando, todo el tiempo, noticias de sus seres queridos que casi nunca llegan”.
Sumida en una profunda angustia y dolor, la familia del soldado israelí Gilad Shalit, secuestrado en la Franja de Gaza por terroristas de Hamás, pidió hace unos días tanto a la población como al Gobierno de Benjamín Netanyahu que no olviden al militar, cuando ya se cumplen tres años de su captura. “Mi petición, hoy 25 de junio del 2009, es que cada persona de este país, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, cierren los ojos durante tres minutos. Sólo tres minutos, e intenten pensar por lo que mi hijo Gilad está pasando”, explicó el padre del militar, Noam Shalit, en declaraciones a la radio del Ejército.
Cabe recordar a los soldados Ehud Goldwasser y Eldad Regev, secuestrados por el grupo terrorista Hezbolá el 12 de julio del 2006, hecho que desencadenó la Guerra de El Líbano. Hasta el día de julio del 2008 en que sus cadáveres fueron canjeados por el asesino Samir Kuntar, sus atribulados familiares no tenían ninguna información sobre su destino ni la Cruz Roja pudo proporcionar dato alguno acerca de su situación.
El emblema de la Cruz Roja, inspirado en la bandera de Suiza, no tuvo en su origen primigenio ninguna connotación religiosa. Por presión de Turquía, que asociaba la cruz al símbolo de las Cruzadas, en 1929, durante una conferencia para revisar la convención de Ginebra, se adecuó la nueva situación y se decidió implementar también el emblema de la media luna roja. Más tarde se cambió el nombre de la organización para pasar a llamarse oficialmente Cruz Roja Internacional y Movimiento de la Media Luna Roja.
Sin embargo, al equivalente judío Maguén David Adom, escudo de David, conocido como estrella de David, el Comité Internacional de la Cruz Roja le negó el reconocimiento por rehusarse a reemplazar la estrella de David (que fue remitida al CICR en 1931) por la cruz roja, hasta el año 2006 en que se decidió su aprobación.
Con el pronunciamiento contra Israel, sin mencionar el cautiverio de Gilat Shalit ni el accionar de Hamás y el trauma causado por su accionar a cientos de niños sometidos durante años a los ataques de cohetes en Sderot y otras localidades de Israel, la Cruz Roja Internacional, al igual que otros organismos de la ONU, desnaturaliza su rol y se torna sospechosa de antiisraelí o, dicho sin eufemismos, antisemita.

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