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Por Elías Farache S.
La retórica de los países que adversan y se adhieren al imperio de nuestros días, Estados Unidos de América, dista de las acciones que ejecutan en el día a día, y en el caso de situaciones trascendentes.
Es frecuente el decir de los líderes de países tercermundistas y del primer mundo, que no sucumbirán a las presiones de la administración de turno americana, y que el coloso del norte no tiene amigos, solo intereses.
Muchos de quienes profieren estos conceptos, ganando la admiración de adeptos y la consideración de otros tantos, no materializan sus palabras en hechos, y no hay manera de contar cuántas balanzas de pago de países hostiles en verbo, se mantienen gracias a la penetración de sus bienes y servicios en el mercado norteamericano.
Y no deja de ser cierto que la política de Estados Unidos de América, por más ética que pueda ser considerada en las interioridades de los gobernantes de turno, obedece y ha de obedecer a los intereses primarios y fundamentales del país y de su posicionamiento, que quiérase o no, tienen los vestigios propios de un imperialismo que hasta resulta natural y lógico.
En este mundo de más palabras que hechos ciertos, amenazado por un terrorismo real que no ha dudado en cobrar víctimas, el primer ministro de Israel, Benjamín Netaniahu, ha osado desafiar a Estados Unidos de América, a la administración Obama, directamente al flamante presidente Barack Hussein Obama y a la secretaria de Estado, Hillary Clinton.
Entremos en contexto. La secretaria de Estado es la esposa del ex presidente Bill Clinton, considerado uno de los mejores amigos del Estado de Israel y del pueblo judío. La administración Obama es del partido demócrata. El famoso, mentado y sobrevalorado voto judío americano, además del todavía más sobreestimado "lobby judío", es mayoritariamente demócrata, que no republicano.
Las iniciativas americanas en el Medio Oriente, se presentan siempre como acordadas con Israel, pero terminan siendo imposiciones a las partes que no toman en cuenta la realidad del terreno, tanto como sí toman en cuenta la necesidad electoral de la administración del momento. Es así que Israel hubo de reconocer en su oportunidad a la OLP, en Madrid 1991; remendar ese entuerto luego de varios años de enfrentamientos y de no llegar al famoso Acuerdo de Status Final en el 2000, como no ha podido llegarse hasta hoy tampoco.
Paradójicamente, siendo Israel aliado natural de Estados Unidos, bajo la premisa cierta que Israel es la única democracia seria y comprobada de la región; recordemos que salvo Jordania y Egipto, ningún otro país árabe reconoce la existencia de Israel, ni el derecho de los judíos a tener un Estado, sin atreverse a llegar al asunto de las fronteras reconocidas. Buen número de estos países árabes, son aliados circunstanciales y/o estratégicos de Estados Unidos.
Ante la presión americana sobre Israel para sentarse a negociar con parte de la dirigencia palestina, con el sector de la Autoridad Nacional Palestina que manda en la Margen Occidental (los de Gaza constituyen una segunda entidad palestina, aislada y aislante, muy clara en su posición de no reconocer y no negociar con Israel), y solicitar que no se construya en los asentamientos de la Margen Occidental, incluida Jerusalén, Benjamín Netaniahu ha expresado un par de cosas que son ciertas, hechos conocidos y que son realidades, pero que nunca se dicen para no enfurecer a los árabes, ni a los palestinos, ni a los europeos, ni para ponerle la situación algo más complicada a los americanos.
El primer ministro de Israel solicita que la Autoridad Nacional Palestina reconozca que Israel es un Estado judío. La negativa ha sido evidente.
Netaniahu insiste además en la legitimidad de construir en los mal llamados asentamientos, y aun cuando entiende la necesidad de hacer cambios o "swaps" de estas localidades en el marco de un acuerdo definitivo, afirma que un congelamiento de la construcción allí, especialmente la que se lleva a cabo por crecimiento demográfico natural de la población, no aplica. Y con respecto a Jerusalén, ha sido capaz de declarar, mirando a los ojos y cara a cara, que Jerusalén es la capital de Israel y no es para ningún efecto considerada como un "asentamiento".
La posición de Netaniahu obedece a sus verdaderas creencias y principios ideológicos, y también hacen honor a una verdad histórica que se tiende a desconocer o ignorar, a los efectos de congraciarse con la contraparte o, en todo caso, con la potencia facilitadora de las negociaciones.
Netaniahu, con hechos y palabras, se ha atrevido a desafiar al imperio. Una potencia amiga que es su principal fuente de equipos y sistemas de defensa, estrictamente necesarios para su supervivencia. Una potencia que representa un importante mercado de exportación e importación.
Solo frente al imperio con la verdad como única arma y herramienta. Muchos son los gobernantes que roban cámara y centímetros de prensa desafiando al imperio. Pocos los que con sus palabras y acciones, basados en una verdad que asumen con valentía, osan levantar la bandera de la dignidad… aun corriendo los riesgos de rigor. Y vaya que los corre.
Para seguir con detenimiento y aprender…
Fuente: diario El Universal

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