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Por Álvaro Cortina
El libro de la socióloga Danielle Rozenberg "La España contemporánea y la cuestión judía. Retejiendo los hilos de la memoria y de la historia" (Marcial Pons / Casa Sefarad) tiene un título largo y elocuente. Y eso que el primero de los tres actos teatrales de su historia esta ausente. De ahí el primer capítulo, "La amnesia oficial y la herencia escondida". La expulsión de los sefardíes queda tres siglos atrás. Rozenberg estudia su retorno y su asimilación. Hoy la comunidad judía española cuenta con 40.000 ciudadanos procedentes de migraciones relativamente próximas en el tiempo.
"Los hilos centrales de mi estudio serían las memorias de judíos que continúan en España, la identidad española en grupos dispersos (fuera del país) y su descubrimiento y retorno. Y la normalización", explica Rozenberg. De los debates sobre libertad religiosa a mediados de siglo XIX a la "minoría tolerada"; y de ahí a 1992, en el quinto centenario del Decreto de Expulsión de los Reyes Católicos, con el convenio entre el Estado y tres minorías religiosas "de notorio arraigo". Protestantes, islámicos y judíos alcanzan así la oficialidad. Con este Acuerdo de Cooperación entre el Estado español y la Federación de Comunidades Israelitas de España, se produce la primera visita oficial del presidente de la República de Israel, Haïm Herzog. Algo tuvo esto de reconciliación.
Los sefardís perdidos en Marruecos (descubiertos en las campañas africanas de principios de siglo) o en los Balcanes que hablaban español antiguo, o los chuecas, judíos de Palma de Mallorca son casos de interesante arqueologia social. De fondo, "la cuestion judia", y retejida a ella, la "cuestion española".
Aun en el tumultuoso siglo XX español, la llegada discreta de hebreos (no sólo sefardíes, también asquenazis) no es objeto de rechazo. "Los judíos que vivieron el franquismo no sufrieron racismo. Pudieron practicar sus ritos de una manera tolerada", cuenta Rozenberg. Según sus fuentes, durante el franquismo se salvaron 30.000 judíos del nazismo.
"Algunos han dicho que España podía haber salvado más. Creo que la cifra es similar a la de otros países neutrales. La política exterior de Franco fue muy ambigua", considera la estudiosa. Con visas fueron entrando los refugiados, y muchos saltaron de la península a otros casilleros políticos mas resguardados. ¿Y la amenaza judeo masónica? "Aunque se dio en algún caso algún tipo de discurso violento, en la actuación fue muy distinto".
Integración y desconocimiento
Judíos errantes, españoles errantes. Errantes, en fin. ¿Y han quedado rescoldos de inadaptación y diferencia? "Las comunidades de judíos en Madrid, Cataluña o Málaga están perfectamente integradas. La verdad es que me llamó la atención que los judíos catalanes hablaran catalán entre ellos". ¿Y antisemitismo? "En España hay un gran desconocimiento de la realidad judía en general. Y también de Israel. La prensa confunde bastante. Me preocupa mucho este desconocimiento, y la ausencia de preocupación por el negacionismo. Creo que el espíritu de libertad de opinión que ha sucedido al franquismo ha terminado por aceptarlo como un modo más de pensar. Y no es así", dice Rozenberg.
La identidad española y la identidad judía se van tejiendo en sus vaivenes y en su paso errático, en su pasillo de espejos. Danielle Rozenberg ha ofrecido algunas claves recientes, que igual guardan viejos sedimentos. O igual son formaciones novedosas. Huellas todas de un retorno en un mar de contradicciones.
Escribe la autora: "Coexisten dentro del espacio ibérico una demonización del judío en tanto que figura abstracta y una apreciación del sefardí como portador de una reivindicada herencia hispánica. La actitud española respecto a los judíos conjuga sin cesar, desde mediados del siglo XIX, estos dos aspectos aparentemente antinómicos".
Fuente: El Mundo.es

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