Por Aquiba Benarroch Lasry
En general, los historiadores del Judaísmo no han dedicado mucha atención a estudiar la historia de las dirigencias judías a través del tiempo durante el período de los últimos veinte siglos, o quizá desde antes. Desde los famosos judíos de las cortes en la Edad Media hasta las comunidades organizadas por el mundo, estos han jugado un papel importante que solo ahora se comienza a analizar en profundidad.
Recordemos las críticas virulentas de Hannah Arendt sobre la dirigencia comunitaria durante la época del dominio nazi, y más recientemente las críticas que se han comenzado a escuchar sobre la dirigencia judía durante la dictadura militar en Argentina.
En líneas generales, se podría afirmar que la actitud de la dirigencia judía ha sido la de encontrar un statu quo con las autoridades para conseguir cierto bienestar para los miembros de la comunidad. Se conseguía unas veces por ceder en muchos aspectos de la vida, o a veces en la influencia de ciertos personajes o familias de alguna forma allegadas a los gobiernos de turno. Aunque en algunas ocasiones a costa de sufrimiento y vejaciones.
En los últimos años la existencia del Estado de Israel ha venido a modificar la tónica de la forma de actuar de la dirigencia de las comunidades de la diáspora. Se ha creado, en estos últimos tiempos, una nueva forma de antisemitismo, como es el antisionismo o el antiisraelismo, que ha venido a perturbar o hacer más difícil el trabajo de los dirigentes. Defender al Estado de Israel e identificarse con él ha sido, en general, la tónica en la mayoría de las comunidades de la diáspora. Con excepciones en donde los judíos viven como rehenes de gobiernos islamistas y autoritarios. Pero también hay que decir que la dirigencia comunitaria ha podido desarrollarse de una forma más o menos correcta en los países democráticos, donde se practica el estado de derecho y existe libertad de expresión y de opinión. Aunque esta última afirmación habría que matizarla, porque aún en estos países, especialmente en Europa, existen movimientos antisemitas de derecha radical o de islamistas y de no islamistas también que han hecho que se recrudezcan los incidentes antisemitas.
Pero creo que es necesario afirmar sin tapujos que en la época de globalización en que vivimos, la dirigencia no debería casi nunca someterse a presiones por parte de las autoridades que signifiquen ceder en cuanto a nuestras más íntimas y sólidas convicciones judías.
Quisiera recordar un hecho que viví personalmente, siendo miembro de la Federación de Comunidades Judías de Marruecos. Sucedió durante los difíciles días de la Guerra de los Seis Días. Los primeros momentos de esta guerra fueron difíciles en muchos países árabes en donde vivían comunidades judías, e incluso en algunos lugares se produjeron incidentes graves. En esos momentos en Marruecos recibimos una especie de advertencia de parte del Palacio Real del rey Hassan II: que la comunidad judía hiciera una declaración criticando al Estado de Israel. Recuerdo que los dirigentes comunitarios de la época nos reímos y decidimos unánimemente contestar que no estábamos dispuestos a hacerlo, que sin querer trasladar el conflicto de Oriente Medio a Marruecos, nosotros éramos judíos y nos sentíamos identificados con Israel y sería una falta moral grave de nuestra parte y una presión intolerable de parte del gobierno de Marruecos exigir que hiciéramos esta declaración. Aunque esta decisión valiente la tomamos, no sin cierto temor. Para nuestra sorpresa, la reacción del rey de Marruecos fue que la posición de los dirigentes comunitarios era la que él esperaba si queríamos defender nuestra dignidad.
Hoy día las comunidades judías también tienen que hacer frente a estas dificultades y presiones. Es necesario que, sobre ciertos aspectos políticos, las comunidades se muestren intransigentes, sobre todo cuando se tocan las convicciones y creencias más profundas de nuestras comunidades. Hoy, en el mundo del internet y el de la globalización, no hay razón para aceptar imposiciones que pudieran vulnerar de alguna forma nuestros derechos más esenciales.
Fuente: Nuevo Mundo Israelita