Un par de filmes producidos en Israel fueron nominados para la 85 edición de los premios Oscar en la categoría de Mejor Documental: The Gatekeepers y 5 Broken Cameras (Cinco cámaras rotas), y desde 2008 el país ha contado con cuatro candidatos para obtener el galardón a Mejor Película en Lengua Extranjera, lo que atestigua la vitalidad de su escena cinematográfica durante la última década. El fundador del Festival de Cine Judío de México, Maximiliano Borches, relata la cronología que le permitió a esta reciente industria ocupar un nuevo lugar en el mundo, mientras que Rodica Radian Gordon, embajadora de Israel en tierra azteca, comparte su mirada frente al panorama más reciente del cine israelí
Breve cronología del cine israelí
Maximiliano Borches
La cámara es un testigo ocular de los períodos más trascendentes en la historia de cualquier nación. El desarrollo y evolución del cine, al igual que el de la literatura, en el moderno Estado de Israel, se encuentra dividido en etapas que van desde el denominado “Realismo Sionista”, una convención muy usada durante las décadas del 40 y 50, hasta la producción más ligada con el quehacer artístico y menos comprometida con la propaganda ideológica.
Los filmes del denominado “Realismo Sionista” fueron las películas financiadas por el Fondo Nacional Judío desde 1948 hasta 1961. La producción de estos filmes estaba destinada a la propaganda. Explicaba, con moldes, el renacimiento estatal, los desafíos enfrentados por el sionismo moderno y las luchas que debieron librarse, exhortando siempre a la cooperación estrictamente económica. Estas producciones estaban emparentadas con las obras de los escritores y dramaturgos de la llamada “Generación del Palmaj” (fuerza de choque de la Haganá —defensa— como se la llamaba a la organización de defensa armada de la comunidad judía en la entonces Palestina, antes de la existencia del Estado de Israel). El arte desempeñaba, por esos años, una función nacional y social, sus argumentos eran dinámicos y significativos, pero esquemáticos en sus propuestas. Las filmaciones tenían un costo elevado y la industria cinematográfica carecía de estructura propia, cargando, además, con múltiples inconvenientes técnicos y con poco personal idóneo. Prácticamente no había inversores ni capital de inversión, recibiendo solo ayuda del gobierno en forma de pequeños préstamos, adquisición de materia prima y productos químicos. Era un panorama muy complicado para poder filmar, sin embargo la incipiente industria cinematográfica se desarrolló por el esfuerzo de un solo hombre: Natán Axelrod, cineasta de origen ruso que había sido colaborador del genial Sergei Einsenstein. Fue el creador del noticiero “Carmel”, que comenzó a proyectarse en la década del 20, durando prácticamente hasta 1968.
Poco a poco, cuando se inauguraron los primeros laboratorios —Herzlia (1949) y Gueva (1952)—, comenzaron a inmigrar al Estado recién nacido artistas y técnicos relacionados con el mundo del cine. En 1952 se estableció un departamento cinematográfico en la Confederación General del Trabajo (Histadrut), y en 1954 comenzó a funcionar el Departamento Gubernamental de Producción Fílmica, dando inicio a una nueva propuesta cinematográfica.
La década del 50 coincidió con un cambio fundamental en el carácter de la población. Si hasta el momento todo el desarrollo político, social y cultural lo habían realizado los judíos oriundos de Europa del Este, los asquenazíes, es en esta década cuando se produce una nueva inmigración proveniente de países de Asia y África del Norte (sefardíes), destacándose un giro notable en el público asistente a los cines. Esta variación se produjo gradualmente, dando inicio a una nueva generación, denominada “Generación Nativa”, consolidada a comienzos de los años 60. Esta consolidación coincidió con los orígenes de una política de apoyo gubernamental a la cinematografía nacional. El gobierno pagaba una subvención retroactiva por cada entrada vendida para ver un film israelí. Este subsidio sirvió de señuelo para atraer a inversores privados, fijándose el objetivo de resolver los problemas del público minoritario. A partir de aquí comienza una transformación en la forma y los contenidos del cine local. Surgieron comedias, películas de acción, melodramas, cine infantil y sátiras. Uno de los filmes más destacados de esta época fue Un agujero en la luna, escrito por Amos Kenan y laureado con el Premio de los Críticos de Festival de Cannes.
Durante la década del 60 predominaron las películas comerciales. Influidos por la “Nueva Ola Francesa”, se destacaron directores como Itzjak Tzepel Yeshurún (con su filme La mujer de la otra alcoba); David Perlov (La píldora); Ashaz Eldad (El Dibuk); Natan Gross (El sótano); Mija Shagrir (Los exploradores), entre otros. Todos estos directores se esforzaban por hablar un idioma cotidiano y por actuar con naturalidad y sin dramatismo.
Durante los años 1970 hasta 1976 aparecieron los denominados “Filmes Burekas” (comida rápida), que acentuaban la necesidad de la prudencia, honestidad, sinceridad, lealtad, ortodoxia y elogiable simplicidad de los personajes étnicos, es decir, de los judíos de origen sefardí, provenientes de África y Asia. Estos filmes se constituyeron en una rara mezcla de los moldes melodramáticos-cómicos del teatro judío de Europa Oriental, con las características de las fotonovelas (necesidad de sucesos rápidos, repentinos y consecutivos) con las representaciones folklóricas que obtenían de algunos estereotipos étnicos. Se caracterizaron, además, por su aguda polarización. Una de las películas más exitosas de este período fue Te amo Rosa, de Moshe Mizraji.
A esta generación le tocó convivir con el nacimiento de una auténtica cultura fílmica israelí institucionalizada. Surgieron las escuelas cinematográficas Beit Tzi, en 1971, y la escuela en la Universidad de Tel Aviv, en 1973. Además comienzan a surgir revistas especializadas y una verdadera generación de cineastas.
El punto de quiebre con la antigua forma de filmar en el país comienza a vislumbrarse a partir de 1977, con la llamada “Generación de Yom Kipur”, en alusión a la guerra que se conoció con ese nombre y que fue librada en 1973. El significado de esta nueva filmografía acentuó la importancia social y política del país. Promovió la industria del cine, en cooperación con los directores de la “Nueva Ola” de los años 60. Ellos lograron la formación de una fundación que estimulara la producción de películas de calidad en el Ministerio de Educación y Cultura. La película más destacada de este período, hasta 1981, fue¿Dónde está Daniel Wax?, de Abraham Efner.
El nuevo protagonista de este período fue el árabe-palestino. Las guerras pasaban a describirse como traumas nacionales interminables, dejando de constituir la imagen heroica que supo realizar los filmes del denominado “Realismo Sionista”. Algunas de las películas más destacadas de esos años fueron Detrás de los muros, de Uri Barbash (1984); Hamsin, de Daniel Wachsman (1982); y Avanti Popolo, de Rafi Bukai (1986), entre otras.
A partir de la década de los 90 la tendencia del cine israelí se dirigió al universalismo. La temática del conflicto árabe-israelí se agotó para la industria fílmica. El público local buscó en esta manifestación artística un refugio, un cable a tierra frente a la constante tensión política. Surgieron comedias como Shurú e Historias de Tel Aviv, donde los temas femeninos alcanzan una importancia hasta entonces desconocida. Los cineastas de esta etapa buscan llegar al individuo, especialmente a hombres y mujeres marginados socialmente, tal como puede apreciarse en filmes como La venganza de Itzik Finkelstein y Cuervos. El cine moral y político decayó en importancia frente a otras problemáticas que intentan relatar historias sin emitir juicios.
Desde 1990, la legislación impositiva israelí permitió a los productores contar con fondos de inversores, con “protección impositiva”; de esta manera se abrió un camino que permite realizar coproducciones entre productores extranjeros e israelíes, muy usual en las últimas películas realizadas.
El problema que se manifestó entre finales de la década de los 90 y primeros años del nuevo milenio fue la histórica lucha por el presupuesto y los financiamientos gubernamentales. El magro presupuesto hizo que muchos proyectos se estancaran y solo unos pocos productores y directores israelíes pudieron finalizar sus filmes con aportes recibidos del extranjero.
Los logros del cine israelí
Rodica Radian Gordon
En las últimas décadas, la producción cinematográfica en Israel es realizada por creadores personales, cada uno en busca de su camino singular, generando así una gran variedad de géneros, que van desde los que tratan abiertamente cuestiones políticas hasta los que se ocupan de la dimensión “normal” de la sociedad y del “simple” relato humano.
Las películas logran describir los complejos rostros de la sociedad israelí y asumen con gran valentía el análisis de su realidad, ya sea de la relación entre los soldados durante un estado de guerra, como la película Beaufort, que se enfoca en la temática de las tropas israelíes en el sur del Líbano meses antes de su retirada en el año 2000, o de la guerra en sí, como en la película Vals con Bazhir, ganadora en el Festival de Cannes y nominada en la categoría de Mejor Película Extranjera en los premios Oscar. Destaca también el filme Líbano, ganadora en el Festival de Venecia, y de igual modo el retrato de la complejidad de las relaciones entre judíos y árabes que se proyecta en películas como Ajami y Los limoneros, entre otras.
En La visita de la banda se ven las relaciones entre israelíes y egipcios a la luz de la periferia israelí. Otros temas complejos abordados son la sociedad ultraortodoxa o de los migrantes trabajadores que aparecen en Salsa en Tel Aviv, así como las relaciones lésbico-gay de Yossi y Jagger.
La industria cinematográfica en Israel refleja el vibrante discurso político que se lleva a cabo entre las diferentes corrientes de la sociedad israelí, ya que algunos de los cineastas a veces utilizan sus obras para expresar las posiciones políticas con las que se identifican.
Durante la última década el cine israelí ha logrado despertar un gran interés fuera de Israel. Las películas de creadores israelíes, como Amos Gitai y Eran Riklis, participan en los festivales más importantes del mundo y son merecedores de prestigiosos premios, tales como el del Festival de Cannes, la Palma de Oro e incluso nominaciones al Oscar. También las actrices israelíes son exitosas en el extranjero, incluyendo Hollywood, lideradas por Natalie Portman, Ayelet Zurer y Ronit Elkabetz, entre otras.
Cabe mencionar la película en la categoría de Documental de Cortometraje ganadora del Oscar en 2011, Strangers No More, que a pesar de ser una película norteamericana, se ocupa de una escuela especial en su tipo, en la que estudian los hijos de los trabajadores migrantes a Israel.
Bajo este contexto, comenzó en Jerusalén una iniciativa llamada “Jerusalén Film Lab”, encabezada por uno de los más prestigiosos realizadores israelíes, Renen Schorr. La intención es pedir ayuda a las organizaciones no gubernamentales, al igual que al gobierno israelí, para crear un taller anual de cine internacional con clases magistrales y becas que se otorgarán a creadores selectos de todo el mundo para que filmen sus películas en Jerusalén.
Pionero del cine israelí
El precursor del cine israelí fue Iaacov Ben-Dov, un experto fotógrafo ucraniano que arribó a la entonces Palestina, en 1907. En 1919 creó, junto a Boris Schatz de la Academia Betzalel, la primera sociedad cinematográfica de Jerusalén, llamada Menorá. Esta empresa producía filmes sobre sucesos históricos, enfocados en la construcción de la futura nación y en la empresa sionista. Los esfuerzos por conseguir equipos fílmicos fueron gigantescos, hasta que el cuerpo de médicos del ejército turco lo ayudó a conseguir su primera cámara. Fue entonces cuando Ben-Dov propuso la difusión de imágenes cinematográficas del país y de la vida de sus habitantes. Las imágenes del primer film que dirigió mostraban al general Allenby, frente a sus tropas, en las puertas de Jerusalén. A este film le continuaron Eretz Israel liberada (La tierra de Israel liberada) y Retorno a Sión. Ambas fueron financiadas por el Fondo Nacional Judío. Más tarde, una disputa financiera con esa entidad provocó su distanciamiento, recibiendo, más adelante, el patronato de otra institución: el Fondo para Asentamientos, que patrocinó, entre otros filmes, Los hijos construyen y Joven Palestina. En 1925 filmó la visita de Lord Balfour a Palestina y la inauguración de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
En 1929 viajó a Austria y Alemania para familiarizarse con las técnicas del cine parlante, fijándose un propósito: confeccionar una cinta que tuviera como objetivo el esclarecimiento cultural. Pero las penurias económicas continuaron y siguió trabajando en el cine mudo.
Aunque muchas producciones fueron rescatadas, la mayor parte de su filmografía se perdió. Ben-Dov realizó, por lo menos, 300 filmes y noticieros, incluyendo 6 largometrajes. Sus obras rescatadas se encuentran en el archivo “Steven Spielberg” del Cine Judío, en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Fuente: Hagshama/www.wzo.org.il
El país nunca había participado en la categoría Documental
Los dos filmes israelíes nominados para el premio Oscar en la categoría de Mejor Documental son The Gatekeepers y 5 Broken Cameras (Cinco cámaras rotas).
The Gatekeepers de Dror Moreh está compuesto por entrevistas a los seis exjefes del Shin Bet (agencia de seguridad de Israel) que aún viven: Yuval Diskin, Avi Dichter, Ami Ayalon, Yaacov Peri, Carmi Gillon y Avraham Shalom. Las entrevistas están intercaladas con noticieros, películas de archivo e imágenes procesadas por computadora.
5 Broken Cameras, dirigido por Emad Burnat y Guy Davidi, documenta los primeros años de vida del bebé de Burnat, un palestino, con el trasfondo de la lucha de su aldea cisjordana de Bilin contra la construcción de la cerca de seguridad de Israel. Cinco de las cámaras de Burnat fueron destruidas por el ejército israelí mientras él registraba a amigos y familiares que eran heridos por las tropas.
Israel nunca había estado nominado a la categoría de Mejor Documental, aunque el corto Strangers No More ganó el Oscar en 2011. Desde 2008, el país ha contado con cuatro nominaciones a Mejor Película en Lengua Extranjera: Beaufort y Footnote de Joseph Cedar, Waltz with Bashir de Ari Folman, y Ajami de Scandar Copti y Yaron Shani, aunque ninguna ha ganado. La película que participaba oficialmente este año, Fill de Void de Rama Burshtein, no llegó a estar nominada.
Tanto The Gatekeepers como 5 Broken Cameras han recibido ya varios premios. La Asociación Nacional de Críticos de Cine de Estados Unidos otorgó a The Gatekeepers su galardón a Mejor Documental, y 5 Broken Cameras ganó el premio al Mejor Director en el festival de películas independientes Sundance en 2012.
Con información de The Jerusalem Post y JTA
Traducción: Nuevo Mundo Israelita