La festividad de Purim celebra que el pueblo judío se salvó del genocidio durante su exilio en el imperio persa, hacia el siglo V antes de la era común. El personaje central es la reina Esther, una joven judía que, desposada con el rey, pudo influir sobre él para evitar la masacre. ¿Qué sabemos sobre ella?
La historia
Según el Libro de Esther, Asuero, emperador de Persia, daba una gran fiesta para la corte y para todo el pueblo de su capital, Susa (Shushan). En cierto momento, quizá bajo la euforia de la bebida, llamó a su esposa Vashti para exhibir su belleza. Vashti, posiblemente una de las primeras feministas, se negó a acudir para ser mostrada como un objeto.
Asuero consultó a sus sabios, quienes le dijeron que si se supiera que una de las mujeres del rey se negaba a obedecer sus órdenes, todas las mujeres del imperio podrían hacer lo mismo. La solución fue deponerla y decretar que todos los hombres serían señores absolutos de sus hogares y sus órdenes serían definitivas (colocando así, quizá, una de las bases legales del llamado “despotismo oriental”, que hoy sigue vigente en el mundo musulmán).
Asuero convocó a las mujeres vírgenes más hermosas del imperio para escoger una nueva reina consorte, y entre todas seleccionó a Hadassa, una judía huérfana que vivía con su primo Mordejai. Hadassa ocultó que era judía, cambiando su nombre a Esther. Esto indica que, ya en aquel momento, los judíos eran una minoría no muy bien vista por su monoteísmo de un Dios invisible y demás características distintivas.
Poco después, Mordejai se enteró de un plan para asesinar al rey, se lo hizo saber a Esther quien advirtió a Asuero, y este abortó el magnicidio. Los escribas reales registraron que Mordejai había salvado la vida del rey.
Por esos días, Asuero elevó de rango a un cortesano llamado Amán, y decretó que todos debían prosternarse ante él. Un día en que Amán pasó por las puertas del palacio, Mordejai no le rindió esta pleitesía, de acuerdo con la ley judía que impide postrarse ante ningún ser humano. Indignado, y enterándose de que Mordejai era judío, Amán tramó asesinar a todos los miembros de ese pueblo, y convenció al rey de que debía hacerlo.
Esther, Mordejai y el resto de los judíos ayunaron durante tres días, tras los cuales ella se presentó ante Asuero (algo prohibido si no era a solicitud de él), le pidió hacer un banquete en el que Amán estaría invitado, y durante la fiesta le dijo al rey que ella era judía y que Amán quería matar a todo su pueblo, incluyéndola. Asuero salió de la estancia, colérico. Poco después Amán cayó en el lecho de Esther, rogando por su vida; entonces llegó Asuero quien, al creer que Amán estaba agrediéndola, ordenó que fuera inmediatamente colgado, lo cual se ejecutó en la horca que Amán había preparado para Mordejai.
Al final, Esther instituyó una festividad para conmemorar la salvación de los judíos en esa fecha (14 de Adar), y Mordejai se convirtió en uno de los personajes más importantes de la corte de Asuero.
La Meguilá
El Libro de Esther, o Meguilat Esther, forma parte de los Ketuvim (Escritos), la tercera y última sección del Tanáj (Antiguo Testamento para los cristianos). Historiadores y teólogos han producido muchos estudios sobre la época en que los eventos de este libro pudieron tener lugar, pero como sucede siempre con las historias bíblicas, existen varias interpretaciones.
La mayoría de los estudiosos identifica al rey Asuero (Ajashverosh) con Jerjes I de Persia, de la casa de los aqueménidas, quien reinó entre 486 y 465 a.e.c. Aunque otros, como Flavio Josefo, afirmaban que era su hijo, Artajerjes I (465-424 a.e.c.), o incluso un sucesor más lejano, Artajerjes II (405-359 a.e.c.).
En cuanto a Esther, su verdadero nombre, Hadassa, significa en hebreo “mirto”, una especie de árbol. En el idioma madianita, astra también significaba mirto, lo que podría explicar que ella usara esa versión no judía de su nombre para ocultar su origen.
Por otra parte, tal como se observa en el Libro de Daniel, en Babilonia era usual que los judíos recibieran nombres de los dioses de esa cultura; Esther puede provenir de Ishtar, así como Mordejai puede significar “sirviente del dios Marduk”. Esther también puede traducirse como ashtar, “estrella de la mañana” (Venus, a la que se asocia Ishtar) en lenguas semíticas antiguas. De hecho, el Talmud compara la belleza de Esther con la estrella de la mañana.
De acuerdo con la tradición judía, la Meguilá fue redactada por la “Gran Asamblea” judía de 120 sabios de aquella época, a partir de un texto original del propio Mordejai. Existe una versión más extensa del Libro de Esther en la Septuaginta (traducción helenística del Tanáj, hacia el siglo -II) y la posterior Vulgata (Biblia en latín), que incluye más detalles que la versión del Tanáj:
Un prólogo que describe un sueño premonitorio de Mordejai.
El texto completo del decreto contra los judíos (que la Meguilá solo menciona).
Las plegarias completas de Mordejai y Esther rogando por la salvación de los judíos.
Más detalles de la escena en que Esther se presenta ante el rey para rogar por su pueblo.
El decreto posterior de Asuero a favor de los judíos.
Una secuencia final, en la que Mordejai interpreta que su sueño había profetizado lo que luego sucedió.
Cabe señalar que esta versión ampliada del Libro de Esther es la que consideran canónica los cristianos ortodoxos, como el resto de la Septuaginta, y también está incluida entre los textos de la iglesia anglicana.
Asimismo, durante la Edad Media se produjeron dos targumim (“traducciones”) de la historia de Esther que incluyen otras historias y leyendas relacionadas, así como detalles adicionales.
El Libro de Esther muestra dos características interesantes: emplea el término yehudim (judíos) en lugar del antiguo ivrim (hebreos), señalando que, en efecto, del pueblo de Israel original solo quedaban los judíos, es decir los hebreos expulsados de Judea por el rey babilonio Nabucodonosor en el siglo -VI, y que ahora vivían, en su mayoría, en el imperio persa. Por otra parte, junto con el Cantar de los Cantares, la Meguilá se caracteriza por no mencionar explícitamente a Dios en ningún momento.
Numerosos expertos, a lo largo de los siglos, han dudado de la historicidad de los hechos narrados en la Meguilá, considerándola una “novela histórica” (que, de hecho, era un género común en los escritos de las épocas persa y helenística), o una narración meramente alegórica.
Sin embargo, aún hoy en día existe en Hamadán, Irán, un antiguo mausoleo llamado Tumba de Esther y Mordejai; en ese país, los judíos son conocidos como “hijos de Esther”. Otras tradiciones afirman que Esther fue sepultada en Israel, en Kfar Baram, muy cerca de la actual frontera con el Líbano.
Fuentes: Encyclopaedia Judaica (1971). Jerusalén-Nueva York: The Macmillan Company.
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Por Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita