Por Leopoldo Puchi
Al fracasar la revolución rusa de 1905, un grupo de judíos emigra a palestina. Allí emprenden una de las experiencias más exitosas de la utopía comunitaria: el kibutz, que es, a la vez, un ente político comunal y una organización productiva. Se rige por principios de propiedad colectiva, autogestión, integración de agricultura y manufactura, salarios igualitarios y el ejercicio de la democracia directa. El colectivismo fue llevado a tal extremo, que durante muchos años los hijos se criaban todos juntos, separados de sus padres, en una casa especial para los niños. Eran "Los hijos del Sol".
La inspiración ideológica de los kibutz fue el "sionismo socialista", que conjuga el proyecto de creación de una nación y la lucha obrera por su emancipación. A diferencia del sionismo puro, los socialistas pensaron que la creación de un Estado judío debía culminar en una sociedad igualitaria. Uno de los principales exponentes de esta corriente fue Dov Ber Borojov, del Partido Obrero Sionista. En 1917 se integra a la revolución bolchevique y organiza las brigadas judías del Ejército Rojo. Se consideraba marxista y pensaba, ingenuamente, que las clases obreras árabes y judías, por tener intereses comunes, podían convivir en paz.
Con el tiempo, la ideología del sionismo se impuso sobre el internacionalismo, y desde 1948 los kibutz se engranaron con la maquinaria del Estado de Israel. Pero a pesar de las transformaciones que han tenido los kibutz, continúa siendo una de las experiencias más duraderas de cooperación y puede considerarse como modelo para un sector de la organización social, viable en el mundo moderno.
Fuente: Últimas Noticias