Por Luis Gutmann
A pesar que los hermanos Lumiére, reconocidos “inventores” del cinematógrafo, habían realizado más de cien “películas” de un minuto de duración, recién se atrevieron a mostrar “un film” en público el 28 de diciembre de 1895. Hubieron de transcurrir tan solo 16 años más para que apareciera por primera vez el Idish en el cine.
Esto ocurrió con “Der Vilder mensh”, cortometraje realizado en Polonia, basado en una obra teatral de Jacob Gordin y estrenado en Noviembre de 1911. Pero, ¿a qué Idish me estoy refiriendo? A uno escrito, puesto que estamos aun en época del cine mudo. Es decir, los típicos carteles con textos que hacían avanzar la historia, o explicaban lo que tal vez las imágenes no acababan de transmitir, estaban escritos en Idish.
Permítaseme un salto en el tiempo para referir que no fue otro que el Estado de Israel quien le diera al Idish un golpe demoledor al imponer el hebreo como idioma oficial, intentando suprimir todo otro lenguaje dentro del territorio. Si bien en la diáspora se siguió hablando Idish, la inevitable integración a las diversas sociedades en las que se desempeñaban los judíos no podía otra cosa que producir generaciones que de a poco fueron perdiendo el idioma. De todos modos, hubo bastiones -en sitios como New York, y en nuestro país en Buenos Aires y en las colonias (donde los judíos no podían vivir sin su biblioteca y su escenario para el teatro idishe).
Pero cuando nos trasladamos del teatro a la pantalla, lamentablemente encontramos muy poco Idish en el cine argentino. Escasas películas desde la existencia del cine sonoro registran algún diálogo, algunas frases sueltas, y lo hacen –sobre todo durante el período de 1930 y 1940- para definir al personaje arquetípico a la manera del sainete. Es la década de 1960 la que trae al cine nacional problemáticas judías, pero en castellano. Como lo más recordado podemos mencionar la traslación al cine de la obra teatral de Germán Rozenmacher, “Réquiem para un Viernes a la Noche”; el paradigmático film “Los Gauchos Judíos”, de Juan José Jusid, “Pobre Mariposa”, de Raúl de la Torre, y más cerca del tiempo presente, el cine de Daniel Burman, “Sol de Otoño”, de Eduardo Mignona y “Un amor en Moisesville”, de Antonio Ottone.
Son películas que podríamos definir como de “temática Judía”, pero ¿se habla Idish en ellas? Muy poco, y hay razones para ello. Nuevamente el nutrido teatro Idish nos sirve para entender, comparativamente, por qué no encontramos un film argentino enteramente hablado en Idish. En tanto el teatro Idish poseía un público cautivo y se abastecía suficientemente con él, el cine –siendo una industria- necesitaba, y necesita, no instalarse en un nicho sino apelar a la mayor cantidad de público posible para recuperar su significativa inversión.
Ciertamente hubo emprendedores judíos en el cine argentino. Se puede afirmar que Max Glucksman fue uno de los iniciadores (del mismo modo como fueron judíos quienes fundaron los grandes estudios de cine en los Estados Unidos – lo cual será tema de próximo artículo). Pero en toda la historia de nuestra cinematografía no ha habido, por ejemplo, un mecenas loco que se propusiera producir y estrenar un film únicamente hablado en Idish. Una salvedad podría hacerse con el documental “Legado”, de Vivian Imar y Marcelo Trotta, ya que incorpora un extenso relato en Idish (dicho por Shifra Lerer, de considerable trayectoria en el teatro Idish de la Argentina), pero los testimonios que expone y el texto en off del final, son en Castellano. Precisamente “Legado” nos da una pista sobre las posibilidades del Idish en el cine de hoy en día. El documental, y la ficción en formato de cortometraje, parecen ser el soporte a través del cual los cineastas pueden mantener vivo el Idish en el cine, y esto lo vamos comprobando año tras año en el FICJA.
Pero como para saber adónde estamos, es conveniente saber cómo hemos llegado hasta aquí, en la próxima entrega realizaremos un sobrevuelo por la trayectoria internacional del cine Idish, y con esto quiero decir películas enteramente habladas en Idish. Comenzaremos en el año de 1924. Hasta entonces.
Fuente: Nueva Sión On Line