El Congreso Judío Mundial: Una historia de éxito

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En las últimas décadas emergieron como una nueva realidad política las denominadas organizaciones no gubernamentales. Año tras año fueron adquiriendo mayor relevancia convirtiéndose en protagonistas significativos de las relaciones internacionales e importantes formadoras de opinión.
Naturalmente el mundo judío no escapó a este fenómeno y muchas de sus organizaciones comenzaron a tener una gravitación acrecida en ámbitos generales y externos a las comunidades judías mismas. En este contexto, el Congreso Judío Mundial recibió el reconocimiento de los Gobiernos y de los medios de difusión masiva como la más importante organización representativa del pueblo judío en su globalidad.
Sus éxitos en defensa del honor, de los derechos y de la seguridad de las comunidades judías en el mundo han sido sencillamente extraordinarios. El precedente de la fundamental intervención de Nahum Goldmann en las negociaciones del acuerdo con la Alemania de Adenauer y su gestión como principal estadista de la Diáspora en su tiempo, pueden servir como prólogo para enumerar algunos de los éxitos logrados por la diplomacia del Congreso Judío Mundial y su compromiso con los derechos humanos bajo la conducción infatigable de Edgar Bronfman.
En posición de vanguardia en la lucha por los derechos de los judíos soviéticos, la influencia del Congreso planteó el tema en la agenda internacional y consiguió la liberación del GULAG de célebres prisioneros de Sión, así como el permiso de salida para muchos "refusniks".
Cuando el pasado nazi de Kurt Waldheim quedó en evidencia, el Congreso inició una campaña mundial de denuncia y el Presidente de Austria y ex Secretario General de la ONU fue aislado y estigmatizado. Estados Unidos lo colocó en la lista de indeseables sin derecho de admisión en su territorio.
En la década de los 90 del siglo pasado el Congreso Judío Mundial con el liderazgo de su Presidente Edgar Bronfman inició el enjuiciamiento público de la conducta de Suiza y de su sistema bancario durante la Segunda Guerra Mundial, además de obligar a rendir cuentas históricas y proceder a restituciones de propiedad saqueada a muchos países europeos que después de la Guerra pretendieron ocultar sus complicidades bajo un velo púdico. Debido a esta impresionante acción, la Banca Suiza tuvo que devolver a sus legítimos herederos los haberes depositados por víctimas del Holocausto y salieron a luz las operaciones de lavado de dinero nazi en dicho país y de compra del oro arrancado a las víctimas. Quedó establecido que la ayuda suiza al gobierno nazi permitió a éste prolongar la Guerra con el aumento consiguiente de los muertos y heridos, de la destrucción y el saqueo.
No sólo Suiza fue sentada en el banquillo de los acusados. También desfilaron ante la opinión pública la Francia de Vichy, la Croacia de Pavelik, Austria, los países eslavos e incluso la falta de voluntad de los países aliados para socorrer y salvar judíos aunque más no sea bombardeando el ferrocarril de la muerte a Auschwitz.
Hoy en día el Congreso Judío Mundial es un actor permanente en los foros internacionales, en la defensa universal de los derechos humanos y en el acercamiento entre pueblos, culturas y religiones. Su ex Secretario General, el destacado jurista judeoalemán Gerhart Riegner fue pionero del Diálogo Interreligioso y nunca se detuvo ante los distintos obstáculos. Significativamente tituló su libro de memorias "Jamás Desesperar".
Las autoridades del Congreso Judío Mundial, encabezadas actualmente por Ronald Lauder como Presidente y Eduardo Elsztain como Chairman, recorren continuamente los cuatro puntos cardinales en interés de las causas judías y de interés humano general. Sus planteos son atendidos al más alto nivel por los gobiernos del mundo y reflejados ampliamente por la prensa. Esta acción es hoy más necesaria que nunca por las turbulencias y desafíos que surgen a cada instante en las más diversas partes. El objetivo central es servir a las 100 comunidades judías que componen el Congreso y al pueblo judío con el Estado de Israel como un todo.
Por Manuel Tenenbaum
Fuente: Congreso Judío Mundial

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