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Por Jorge Marirrodriga
Supongamos que un día cualquiera, por ejemplo hoy, las agencias de noticias o las radios, transmiten la siguiente noticia. “El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu se niega a frenar las construcciones en Jerusalén oriental, según fuentes oficiales. La mayoría de los países árabes niegan el derecho a la existencia de Israel, habiendo recurrido a la guerra en repetidas ocasiones y en el caso de algunos de ellos a la continúa acción terrorista contra la población civil israelí”.
Bien, sigamos suponiendo porque esta noticia no la vamos a escuchar así nunca. Pero quedémonos con el dato de que en el texto se mezclan dos conceptos diferentes y que no están directamente relacionados. La noticia no pasaría el filtro del antisemita de guardia en las redacciones quien se apoyaría en esta cuestión formal. Ahora lean lo que ayer transmitieron algunas agencias internacionales.
“Dos palestinos murieron y otros cuatro resultaron heridos cuando se produjo una fuerte explosión en el interior de un túnel entre Egipto y la Franja de Gaza, según fuentes médicas locales. Al menos 150 palestinos han muerto en incidentes parecidos desde enero de 2007, es decir, cuando Israel comenzó a imponer un bloqueo sobre la Franja”.
Aquí se repite la jugada, pero esta vez la noticia ha sido rebotada sin problemas. Es decir, aunque sabemos que los túneles de Gaza no son la respuesta a ningún bloqueo israelí, en el imaginario colectivo ya estamos instalando la idea. Otra muesca en el revolver desinformativo antisemita.
Y añado que a diferencia del que ha escrito la noticia, este periodista ha visto los túneles de Gaza con sus ojitos, la última vez en mayo de 2004, es decir, mucho antes del comienzo del “bloqueo israelí”. ¡Joder y vaya si había túneles! … y como me dice un querido lector, ya podemos ir buscando cambio.
¿Escudos humanos o colaboradores?
Las preocupaciones, como el miedo, son libres. Por ejemplo, andamos muy preocupados y revueltos por la negativa israelí a frenar la construcción de un grupo de viviendas en Jerusalén Este y por cómo puede afectar esto a las relaciones entre Estados Unidos e Israel. Somos como esa vecina que le dice a otra "hija mía me preocupas, te veo mala cara" y en el fondo quiere decirle "te jodes que me voy al baile a ver si te levanto al novio". Pues lo mismo. Nos encantaría que se produjera de una vez el anunciado divorcio entre Washington y Jerusalén, más que nada porque llevamos dando la paliza con él varios meses sin que se produzca.
Me parece muy bien, pero hombre, yo agradecería que también hubiera un mínimo grado de preocupación en otro asunto que afecta a la misma zona del mundo y en el que hay ciudadanos españoles implicados. Ayer nos enteramos de que enfurecidos libaneses en la frontera con Israel han estado a punto a linchar a un numeroso grupo de soldados de Naciones Unidas. Hubo 14 militares heridos, 11 franceses y tres italianos. Los soldados tuvieron que disparar al aire. El incidente se produjo a menos de un kilómetro donde la semana pasada se incendió un deposito clandestino de cohetes katiusha que almacenaba Hizbollah en las mismas narices de los soldados de la ONU.
A los portavoces israelíes les duele ya la boca de repetir que Hizbollah está violando las resoluciones de la ONU y que se está armando hasta los dientes. Y han aportado pruebas visuales contundentes de ello. En el contingente internacional que debiera evitar esto hay un millar de soldados españoles. Militares de casco azul que están siendo utilizados por los radicales islámicos de perfecto escudo humano para evitar un ataque israelí. Y eso en el mejor de los casos, porque en el peor son colaboradores necesarios. Joder ¿ni al Gobierno ni a los periodistas nos preocupa esto?
Y por cierto, Obama y la compañía de la Cofradia de "To er mundo e güeno" debería saber ya a estas alturas que los de Hizbollah se "cagan" en ellos.

Fuente: Guysen International News

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